Al momento de la detención, el prefecto Alcides Gorgonio vivía junto a su mujer Noemí Garate y sus hijos en la casa de su suegro, Norberto, en el barrio Los Troncos de Tigre. “Con mi cuñado yo no tengo nada que ver. Nosotros no sabiamos nada”, dice Claudio, el hermano de Noemí.
Norberto sale detrás de él y pide que la prensa se olvide del tema por sus nietas. “Nosotros no sabíamos nada, yo soy capitán de un barco jubilado, no molesto a nadie pero metieron a sus hijos en el medio y ellos no tienen nada que ver. Si se tiene que pudrir en la cárcel, problema de él”, repite.
Claudio también se muestra molesto con el marido de su hermana: “Yo no se lo qué hace mi cuñado cuando sale de acá. Yo no tengo nada que ver. Si él se mandó una cagada, se mandó una cagada”. Los dos se muestran desentendidos sobre el robo que protagonizó Alcides y explican que de su situación judicial se encarga sólo Noemí, quién visita al detenido en la comisaría”.