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Sin default, Guzmán gana peso en el esquema de poder

Quiere dejar de ser “el ministro de la deuda”, como lo tildaron algunos. Buscará aumentar las actividades en el territorio y no acotarse al plano técnico.

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Martín Guzmán, Diego Maradona y Alberto Fernández. Sin default, Guzmán gana peso en el esquema de poder. | cedoc

“No estamos en el paraíso, hay que explicar que Argentina tiene muchos problemas”, le dice el ministro de Economía, Martín Guzmán, a su equipo minutos antes de dar la conferencia de prensa para explicar el acuerdo de deuda externa al que llegó el gobierno de Alberto Fernández esta semana. Por su posición de delantero en la cancha, podría haber gritado el gol, pero es el primero en pedir cautela y volver a su posición para continuar el partido.

Estuvo hasta las 4 de la mañana del último martes en el ministerio. Durante el fin de semana y hasta ese día, Guzmán había estado coordinando los detalles del acuerdo entre más de cincuenta fondos. El último Zoom comenzó a las 2.40 con el grupo más duro. Durmió apenas unas horas y se fue para la Quinta de Olivos. Allí el presidente Alberto Fernández se preparaba para relanzar el Procrear sin casi haber dormido por seguir la negociación minuto a minuto. Rompieron la distancia social y después de días de frenéticas negociaciones, se abrazaron.  

Durante estos meses, Guzmán logró pasar del ala “albertista” a conseguir consensos con los otros dos sectores de la alianza que integran Cristina Kirchner y Sergio Massa. El vínculo con la vicepresidenta se destrabó gracias al gobernador Axel Kicillof, quien conoce a Guzmán desde hace seis años. Antes de la asunción de Fernández y con varios candidatos para el ministerio, la voz del ex ministro de Economía sirvió para que el kirchnerismo termine de aprobar su designación.

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Desde entonces, fueron varias las veces que Guzmán visitó a la vicepresidenta en su departamento de la calle Juncal. Desde que comenzó la pandemia, el funcionario se acostumbró a estar en la Quinta de Olivos entre cuatro y cinco días por semana. El viernes pasó largas horas allí junto al Presidente.

También suele cruzar temprano a la Casa Rosada minutos antes de comenzar las reuniones del gabinete económico para coordinar la agenda con el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. Es el último en irse del Ministerio de Economía, en donde cena todas las noches.

Quiere dejar de ser “el ministro de la deuda”, como lo llaman algunos. “Tengo muchas cosas más de las que hablar pero siempre me preguntan por eso”, dice Guzmán, quien también estuvo a cargo de los programas económicos lanzados durante la cuarentena.

Si el aislamiento se lo permite, dejará el escritorio para pasar al territorio. “Necesito salir de acá”, suele decir. Quiere comenzar por clubes de barrio. “No hay que acotarlo al plano técnico o académico”, dicen en la Casa Rosada. Uno de los mayores elogios llega de Cafiero. El jefe de Gabinete repite que Guzmán “será un gran jugador clave del armado político del Frente de Todos”. A pocos días de decretarse el aislamiento estos dos dirigentes recorrieron una empresa pyme, visitas que repetirán no solo en Capital Federal. Ayer se sumó al foro virtual organizado por Agenda Argentina integrado por intelectuales y académicos del Frente de Todos.

Además, Guzmán mantiene buen vínculo con los gobernadores. En las últimas dos semanas habló a través de videconferencias con 15 de ellos. También dialogó con los diputados del oficialismo antes de la aprobación de la ley de deuda bajo legislación local. Destacan su tono calmo, aunque muchos debieron subir el volumen o acercarse más a los parlantes cada vez que le tocaba hablar al ministro.

El funcionario no se imagina volviendo a Estados Unidos, en donde se había instalado antes de aceptar el ofrecimiento de Fernández para integrar su gabinete. Sabe que hasta hace algunas semanas su nombre sonaba como uno de los posibles recambios del gabinete, aunque lo atribuía a ruidos internos de las segundas y terceras líneas. Nunca dejó de tener el apoyo del Presidente y la vicepresidenta mientras otros dirigentes lo señalaban por no poder sellar el acuerdo con los bonistas. “Ahora todos son amigos del campeón”, dicen en el Ministerio de Economía, donde saben que esos ruidos internos pueden volver en cualquier momento.

Como jugador de fútbol, Guzmán tiene varias medallas. Algunas de su infancia en los clubes de La Plata y otras como la del campeonato de Brown University en 2012, en donde hizo su doctorado.

En los partidos que jugaron en la Quinta de Olivos antes de la pandemia se había convertido en el goleador. En la cancha juega en contra del equipo del Presidente, que es arquero y sufrió los tantos de su ministro. Uno de sus compañeros de la gestión y equipo se animó a llamarlo el “Messi” del Gabinete por su fútbol “semiprofesional”, tal como lo describen. Allí celebró cada gol que hizo con la camiseta suplente de la selección argentina, pero con la deuda vuelve a pedir cautela y aún más con los desafíos que le quedan para afrontar la crisis económica. El partido recién empieza.