POLITICA

Sudoku, el juego que une a Astiz con Boudou a la hora de pasar el tiempo

El represor de la ESMA y el vicepresidente fueron sorprendidos en momentos inoportunos jugando al mismo juego. Galería de fotos

Amado Boudou y Alfredo Astiz. Separados por la política, unidos por el Sudoku.
| Gentileza Néstor Sieira - Clarín / Télam

Los opuestos se atraen y los extremos se tocan. Las personas más diferentes entre sí pueden compartir los mismos gustos. Es el caso de Alfredo Astiz y Amado Boudou. El represor de la última dictadura cívico-militar y el vicepresidente del gobierno que juzgó sus crímenes son ambos fanáticos del sudoku. Y a ambos los escracharon disfrutando del pasatiempo en momentos inoportunos.

A Boudou le pasó ayer nomás. Estaba a cargo, como presidente del Senado, de la sesión en la que el jefe de Gabinete Jorge Capitanich brindaba su informe y respondía preguntas de los legisladores. El marplatense pasó parte de las 12 horas que duró el evento jugando con su tablet, y un fotógrafo de Clarín lo capturó mientras resolvía un sudoku.

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El rompecabezas consiste en rellenar una tabla de nueve por nueve celdas con números del uno al nueve, sin repetirlos en ninguna fila, línea o subcuadrícula de tres por tres. Creado en Japón a fines de la década de 1970, se popularizó en el resto del mundo a principios del siglo XXI, con millones de jugadores en todo el planeta. 

Y precisamente otro de los jugadores es el que está en las antípodas ideológicas de Boudou: Alfredo Astiz, ex capitán de fragata de la Armada Argentina, miembro del grupo de tareas 3.3.2 con sede en la ESMA, y espía que se infiltró en grupos de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo.

El apodado "angel rubio" fue sorprendido jugando al sudoku durante el juicio por la megacausa ESMA, en la que se juzgaba a otros nueve represores, en el ​Tribunal Oral Federal 5 porteño, el 20 de mayo de 2011. 

En uno de los momentos más álgidos del juicio, mientras los abogados querellantes reclamaban prisión perpetua para todos los acusados, Astiz se entretenía con el rompecabezas, aunque en versión de papel: llevaba una revista de sudokus disimulada en una carpeta marrón junto a dos libros. El entretenimiento le valió de poco: el marino fue condenado a prisión perpetua e inhabilitación absoluta.