“¿Cuánto tiempo más van a venir a Puerto Madero? ¿Dos meses, tres? La gente tiene que salir a trabajar y no puede estar perdiendo el tiempo”. Habían pasado pocos días de la asunción de Mauricio Macri y Sergio Szpolski, el hombre más beneficiado por la pauta oficial durante el kirchnerismo, se refería así en privado al conflicto que estaba a punto de estallar en sus medios, con casi 800 empleados abandonados a su suerte. Aunque hacia afuera buscaba transmitir que todo seguiría igual, en su lujosa oficina de Puerto Madero y con vista al río el empresario ya medía cuánto podía durar la protesta por los medios y ponía la mente en nuevos negocios para 2016 que tenían a la seguridad en la mira.
Primero empezó a vaciar su conglomerado de medios y sociedades, que sólo entre 2009 y 2015 recibió por parte de la Jefatura de Gabinete más de 800 millones de pesos. En diciembre, Szpolski dejó de pagar sueldos y no indemnizó a la mayoría de sus empleados, y acumuló también exorbitantes deudas con proveedores y el Estado. Fue vaciando las cuentas de las sociedades, a nombre de testaferros (familiares y empleados cercanos) y se ocupó de despegarse –a través de sus estrechos contactos en la vieja y en la nueva SIDE, entre ellos Darío Richarte y Juan José Gallea– para eludir a la Justicia.
El conflicto en Tiempo Argentino y Radio América se transformó esta semana en un tema de Estado. El miércoles visitó el edificio de Colegiales la ex presidenta Cristina Fernández, y un día después el propio Mauricio Macri se refirió a sus trabajadores como “usurpadores” (ver recuadro). Mientras todo esto pasaba, muchos se preguntaban sobre el paradero actual de Szpolski.
Su rutina no cambió. Llega al edificio Buenos Aires Plaza, detrás del Hilton, a bordo de su lujosa 4x4 manejada por su chofer de siempre. Desde la oficina del quinto piso puso en marcha su nuevo plan: una empresa de seguridad en la que se mezclan sus contactos con espías locales y con ex reservistas del ejército israelí y del Mossad.
Aunque Szpolski lo niega de forma rotunda a quien se lo pregunte, hace varios meses desembarcaron en Puerto Madero tres hombres fornidos que llamaron la atención de las recepcionistas. Hablaban en inglés y en hebreo, y pidieron ver al hombre que fundó y abandonó al Grupo Veintitrés. Se tratarían de los representantes de la empresa SLS Consulting & Training, creada en Tel Aviv en 2002, y que abrió su filial en Buenos Aires bajo el nombre SLS Argentina. La empresa está dirigida por militares de alto rango del ejército isarelí, uno de ellos ex jefe de las fuerzas especiales de la policía y otro ex jefe del Ministerio de Defensa. La compañía se dedica a brindar planes integrales de seguridad y cuenta entre sus clientes a la aerolínea Avianca, la ciudad de Bucarest, estadios en Nueva Zelanda y un cuerpo de ingenieros del ejército de los EE.UU., entre otros. Entre los primeros productos que buscan colocar en nuestro país, se destaca el de insumos (equipamiento médico táctico) para las fuerzas de seguridad, además de las cámaras, negocio en el que Szpolski había puesto el ojo varios años atrás a través de sus contactos con intendentes peronistas del Conurbano.
Aunque busque cambiar drásticamente de rubro, hay algo en Szpolski que se repite: la conformación de empresas a nombre de testaferros. Por ejemplo, Durby SA fue creada en mayo de 2015. El 17 de mayo de este año, asumió como director suplente Juan Matías Domínguez, quien figura como testaferro de Szpolski en numerosas compañías (entre ellas, el diario BAE Negocios SA en marzo de 2008), y quien cuenta, según los registros del Banco Central, con 235 cheques rechazados por un total de 14.131.499,44 pesos por varias de las empresas del Grupo Veintitrés.
En los registros, Durby tiene como actividad principal “custodia, seguridad y vigilancia de personas, mercaderías y bienes, traslado de valores, y servicios autorizados por leyes, agencias de investigaciones y de seguridad privada”. Su domicilio fiscal se estableció en Lavalle 643. Justamente, ésa es una de las direcciones legales que estableció Szpolski, y adonde llegaron en los últimos meses decenas de cartas documento de sus ex empleados.
Por Más Tiempo
Tiempo Argentino vivió la semana más agitada de su historia. Cristina Fernández visitó la redacción tras el ataque de la patota de Mariano Martínez Rojas, supuesto comprador del diario a Szpolsk. Al día siguiente, el presidente Mauricio Macri se refirió a ellos como “usurpadores”, lo que derivó en un fuerte descargo de la cooperativa de trabajadores Por Más Tiempo, que edita el diario: “Nos estigmatiza en nuestro rol de trabajadores y nos iguala con una patota que recuerda el accionar de los grupos de tareas de la última dictadura militar”, afirmaron en un comunicado.