El presidente electo, Alberto Fernández, participó este lunes 11 de noviembre junto al dirigente chileno Marco Enríquez-Ominami, de la presentación del libro “Política y elecciones en América Latina. Una guía progresista para campañas electorales”, de las autoras Gisela Brito y Ava Gómez Daza.
Fernández comenzó aclarando que leyó "a las corridas el libro porque "Bolivia no me dio tiempo. No es un buen día para nosotros porque en Bolivia se interrumpió la democracia, hay una crisis social que no sabemos donde termina".
En esa línea, agradeció la solidaridad de presidentes para Evo Morales: "El presidente Andrés Manuel López Obrador fue en socorro generosamente de sus compatriotas que estaban siendo perseguidos en Bolivia y le dio asilo en su embajada. Mi gratitud eterna al presidente. Hay otros hombres como el presidente de Perú que habilitó el aeropuerto para que puedan buscar a Evo, Perú es otro país que abrió la puerta. Y al de Paraguay con quien hablé anoche, y me dijo que las puertas de Paraguay estaban abiertas para Evo. Mi gratitud a él también".
Y agregó: "Es una muy mala jornada, ha habido un golpe de estado en Bolivia, para que nadie se confunda con mentiras. Pero el libro nos renueva las esperanza porque habla de políticas en América Latina y el progresismo, y pone en tela de juicio temas que me interesan".
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Dentro de los puntos que destacó del libro, Fernández destacó que "el secreto es la política, no la consultoría, es algo de lo que siempre estuve convencido y lo hice desde que trabajé con Nestor (Kirchner). Un día me regalaron un libro de cómo uno se debía vestir si era candidato. Hay técnicas para saber cómo vender, esa es la mercadotecnia. Trata de detectar los compradores y qué mensaje esperan de los vendedores. Han aflorado una serie de productos que en verdad son sistemas para conocer qué espera la gente de un político. Eso me hace mucho ruido, la gente espera mejores condiciones de vida, básicamente. Todos quieren que la política hagan mas llevaderas a la felicidad. Aristóteles plantea la búsqueda de la felicidad como el objeto central del humano".
Además, recordó su campaña electoral para recordar a quién quiere representar: "Los conservadores le dan felicidad a los conservadores. Los progresistas le dicen a los más vulnerables que se van a ocupar de ellos. El problema no es el mensaje sino la política. Hay que saber a quien representamos. Yo en la campaña simplifique mi discurso entre jubilados y bancos, les estaba marcando quienes eran mi centro de interés, y me entendieron a quienes iba a representar, a los más postergados, los que no tienen derechos. Eso es el progresismo. Podemos mejorar la vida antes que nada de los que están postergados y generar condiciones de igualdad. Ese es el primer punto de debate del progresismo. He visto campañas del progresismo que lo mostraban mas cercanos a los conservadores. Un progresismo líquido para que nadie se asuste. Eso lo hacen en sociedades de profundas desigualdades. Antes somos peronistas. Somos progresistas desvergonzados, nos abrazamos con los que nadie quiere que se abrace. No tenemos verguenza porque nacimos a la vida política de ahí, cuando a un coronel del pueblo que le había dado derechos a los trabajadores lo habían metido preso (Perón)".
J.D. EA