Bajo la premisa de que a ninguno de los actores de la negociación de deuda los favorece un default, las empresas estiman que una vez solucionado ese tema, hay que pasar a afinar la microeconomía. Precios, congelamiento y las retenciones que vuelven a protagonizar el eje de conflicto con un sector del campo, son algunos de los temas que marcan los empresarios nucleados en Amcham, la representación local de la Cámara de Comercio de Estados Unidos. Además, miran de cerca las licencias no automáticas porque en las primeras semanas de puesta en marcha de los nuevos instrumentos para controlar importaciones comenzaron a notar demoras en los plazos.
Las medidas, que el Gobierno marca como coyunturales, tienen impacto en inversión y producción. El 2020 puede ser un año de equilibrio fiscal si cierra en menos de 1% de déficit, señalan los representantes del sector privado y coinciden así con el panorama de Martín Guzmán, el ministro de Economía. Si vuelve el financiamiento externo, con una quita y nuevos plazos para la deuda y un tipo de cambio competitivo, la macroeconomía saldría bien parada. La caída de la demanda para viajar al exterior y el superávit comercial fortalecen la balanza de pagos. Y a eso se suma una capacidad ociosa del 40% en la industria, lo que facilita el rebote. Los cálculos optimistas, de 0 a 0,5% para este año, marcan eso: un rebote que no es crecimiento.
El paso siguiente es, indican los privados, mantener el superávit fiscal y reconstruir la microeconomía, con incentivos para las áreas estratégicas, baja de impuestos y de retenciones. Con dudas sobre la representatividad del Consejo Económico y Social y los tiempos para definir políticas, –aseguran que se cierra la ventana de oportunidad para no convencionales antes de que baje el precio, o del litio, en el caso de la minería–, las firmas coinciden en el diagnóstico del turismo como una de las oportunidades, que sin embargo, hoy encuentra un riesgo en la epidemia del coronavirus. A la hora de la búsqueda de la productividad, admiten que no se puede generar una transformación si no hay crecimiento porque de lo contrario se genera desempleo.
Otras metas. En los Estados Unidos ven con buenos ojos el foco que el gobierno de Alberto Fernández puso en la deuda, pero también la inflación, la intención de exportar más y mejorar la infraestructura y darle un marco a los proyectos energéticos, aunque todavía no se conoce la ley de hidrocarburos. “Las prioridades de la Argentina son nuestras prioridades”, coinciden en las reuniones que se llevan adelante en Washington. Para los analistas de política regional de esa ciudad, como Benjamin Gedan, de The Wilson Center, la agenda se centra en la negociación por la deuda, el FMI, las licencias no automáticas –si habrá restricciones a las importaciones–, la libertad para exportar –el impacto de las retenciones– y el impacto de los precios a nivel interno.
El sector más liberal, representado por el think tank de la Fundación Heritage, sigue marcando que la Argentina está bastante abajo en el ranking de libertad económica y creen que el FMI debería demandarle al Gobierno reformas para que abra el mercado o reforme las leyes laborales, según ejemplificó el analista James M. Roberts. PERFIL viajó a la capital estadounidense invitado por Amcham, la Cámara de Comercio que reúne a 608 empresas, 43% de ellas estadounidenses.
(*) Desde Washington