El 18 de octubre de 1949 nació uno de los experimentos más exitosos en materia de libertad de expresión. Ese día, el primer ministro alemán Konrad Adenauer se sentó frente a un grupo de periodistas independientes que lo habían convocado a una conferencia de prensa fuera de la agenda oficial. La asociación de reporteros fue humildemente bautizada “Conferencia Federal de Prensa”, o Bundespressekonferenz (BPK), y surgió de la necesidad de crear un mecanismo para evitar que se repitiera la manipulación de información por parte del gobierno, tal como había ocurrido durante el nazismo.
Es decir, el periodismo como antídoto contra el fascismo comunicacional, que suele disfrazarse de una supuesta relación directa, sin intermediarios, entre el político y “su” pueblo. Es decir, el periodismo como vocación de rebeldía inteligente ante el gregarismo imbécil o cobarde o hipócrita de los que corean las irrefutables verdades del líder de masas de turno.
Medio siglo más tarde, la BPK está integrada por casi mil periodistas, que gestionan y difunden 370 conferencias de prensa al año. Con respeto y profesionalismo, la asociación ha convencido a la clase política de la conveniencia de no esconderse tras las gacetillas inertes dictadas por voceros mudos.
Alertada por el creciente amordazamiento de la comunicación política en la Argentina, la Fundación Konrad Adenauer convocó a trabajadores calificados del periodismo político a inspirarse en la experiencia alemana para tratar de que los funcionarios locales se decidan a hablar en serio. ¡Prost!