Adrián Carlos Amodio tiene una cara pública asociada al progresismo. Dirige Radio Cooperativa (AM 740) y siempre se regodea de ser quien le presta la antena a la radio de la Asociación Madres de Plaza de Mayo (AM 530). Al parecer, es la fachada perfecta para un hombre que poco quiere hablar de su pasado. Atrás prefiere dejar sus días en el Ministerio de Bienestar Social, con José López Rega a la cabeza, su compromiso militante con la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA, o la jotaperra) y, sobre todo, su paso por la redacción de la revista de la Triple A, El Caudillo.
El actual director radial nació y se crió en Lanús. El mismo lugar donde dio sus primeros pasos en el terreno peronista. Poco después, comenzaría a tener contactos con sectores sindicales y con las 62 Organizaciones, el brazo político de la Confederación General del Trabajo (CGT). En 1970, con apenas veintiún años, ya era delegado gremial de la Unión de Personal Civil de la Nación (UPCN). Luego de tres años, pasaría a formar parte de las filas de la JPRA, el ala derecha de la juventud justicialista de aquellos años. “Era un militante del peronismo ortodoxo. Estaba en la JPRA. Es más, era un cuadro muy respetado. Sin embargo, hoy parece un peronista más combativo que muchos”, cuenta un sindicalista de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM) que lo conoce de cerca. Otras tres personas, relacionadas al peronismo revolucionario y un funcionario de la administración K, confirman la militancia de Amodio en aquella fracción del justicialismo.
Otra fuente consultada, con fuertes vínculos en el espectro de la derecha argentina, asegura que Amodio, más que pertenecer a la JPRA, tenía una destacada actividad en la Concentración Nacional Universitaria (CNU), organización universitaria de extrema derecha que se hizo conocida a partir del asesinato de una estudiante en Mar del Plata.
Evasivo y con una tensión que le deforma la cara, Amodio se encarga de desmentir esas versiones y no se cansa de repetir una y otra vez: “Fui dirigente sindical durante algún tiempo”. De inmediato aclara: “Pero no era un troglodita”.
“El Caudillo.” A fines de 1973, con José López Rega –mentor de la Triple A– como ministro de Bienestar Social, Amodio ingresa a trabajar en la Dirección Nacional de Recaudación Previsional. Para ese entonces, según tres fuentes consultadas, empieza a participar en la redacción de la revista El Caudillo, órgano de difusión del grupo represivo dirigido por Felipe Romeo, uno de los principales imputados en la causa que investiga el accionar de esta organización de ultraderecha, a cargo del juez federal Norberto Oyarbide.
El Caudillo tenía una línea editorial marcadamente de derecha con fuerte oposición a los militantes de las agrupaciones del peronismo revolucionario. Desde sus notas se alentaba la violencia de la organización paramilitar y se ensalzaba la figura del general Juan Domingo Perón, su esposa Isabel Martínez de Perón y de “el Brujo” López Rega. Casi no tenía publicidad comercial. En su gran mayoría eran avisos del Ministerio de Bienestar Social y de las 62 Organizaciones.
Si bien la cara visible de esta publicación era Romeo, una fuente muy cercana al director de Radio Cooperativa afirma con tono sobrador: “Los que somos de esa época sabemos quién es quién. Amodio viene de la ultraderecha peronista, de hecho trabajaba en El Caudillo”. También en el libro López Rega, la biografía , de Marcelo Larraquy, se menciona al “cabezón Adrián Amodio” como miembro del staff de ese semanario.
“Jamás escribí en ninguna revista de ningún tipo”, dice Amodio indignado, mientras los ojos se le saltan del rostro. Llamativamente, cuando Perfil le preguntó si conocía a Felipe Romeo, respondió de modo confuso: “Puedo haberlo visto en alguna de todas estas cosas que se ven ahora. Nada más que eso” y aseveró tajantemente que nunca tuvo contacto con él durante la década del 70.
Hay quienes afirman que de tanto en tanto, Amodio solía aparecer como protagonista de algunas de las notas de la revista. De mirada desconfiada y huidiza, prefiere no hablar de su pasado. Sólo atina a decir: “Que yo recuerde, no”. Sin embargo, era habitual que la juventud sindical de aquel tiempo diera reportajes, publicara comunicados y posara para las fotos en las páginas de El Caudillo.
Vida nueva. Los años de dictadura lo habrían encontrado lejos del sindicalismo, aunque figura trabajando en Bienestar Social hasta 1978. Cuenta que pasó a trabajar en el bar de su padre y a hacer algunas incursiones en el mundo de la radio. Según él mismo dice, recién en los 80 ingresa al periodismo. A mediados de los 90, se hace cargo de Radio El Sol (AM 820) en su barrio natal. Meses después del estallido económico y social de diciembre de 2001, empieza a rondarle en la cabeza la idea de tener una emisora en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Cerrito y Sarmiento era el lugar perfecto. Instaló una oficina y armó algunos estudios. Sólo faltaba el nombre. “Radio Cooperativa”, fue su elección.
Según un ex trabajador de la radio, la misma contaría con el apoyo incondicional de la CGT, estaría solventada por un contador llamado Ricardo Orlando y se encontraría bajo el protectorado del Obispado de Avellaneda. Amodio da su versión: “La radio se sustenta con publicidad” y “quiero que quede claro que el Obispado de Avellaneda no está vinculado con Radio Cooperativa. Para nada. Tenemos una excelente relación, de hecho monseñor Rubén Frassia tiene un espacio los domingos, pero nada más que eso”.
En 2002 no sólo se dedicó a la radio. También a la gestión pública: fue funcionario del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, hasta el 30 de noviembre. Ese mismo año fue condenado por la Justicia a dos años y siete meses en suspenso por falsificación de documento público, según fuentes judiciales.
Si bien Amodio se hizo conocido en el medio radial cuando se transformó en director de Radio Cooperativa, su nombre comenzó a sonar aún más fuerte en el instante en que decidió prestarle la antena y las instalaciones a la radio de la Asociación de Madres de Plaza de Mayo (AM 530), inaugurada en noviembre de 2005.
¿La razón de tal préstamo? Según Amodio, “si hay una organización en la sociedad que tiene legitimidad para tener una radio” es la de Madres de Plaza de Mayo. Para otros, ese interés obedece a otra cosa: “La idea era ponerse bajo el paraguas de Hebe de Bonafini. Él hace lo que le conviene, ya que no tiene ningún tipo de afinidad política con Madres, incluso se ha encargado de hablar mal de ellas”, explica otro ex empleado. Uno de sus allegados refuerza la idea: “Le prestó la antena a Madres para protegerse en caso de que le quisieran sacar la radio”. Ambos coinciden en que fue un pedido directo del Gobierno nacional y que Amodio, después de mucho meditar, aceptó con el solo fin de obtener cobertura política.
Tanto Cooperativa como la radio de las Madres se encuentran en una situación irregular. Mientras desde el Comité Federal de Radiodifusión (Comfer), en alguna oportunidad, se evaluó decomisar a la primera, el interventor del organismo, Julio Bárbaro, confirmó a Perfil que “hay voluntad de darles una radio a las Madres”, ya que en este caso no hay necesidad de licitar porque el Estado tiene la potestad de otorgarle una radio a una organización educativa.
Pocos días atrás, el Comfer decidió sacar a licitación la frecuencia 750 en la Ciudad de Buenos Aires. Amodio piensa dar pelea: “Ahora hay una licitación para la Ciudad. Vamos a competir y a demostrar que se pueden hacer programas de calidad desde una radio que no forma parte de ningún monopolio y que es de capital nacional”.
Algunos aseguran que Amodio prefiere no hablar de su pasado. Elige el misterio a revelar datos de su identidad. Codearse con las Madres de Plaza de Mayo antes de que con los muchachos del peronismo de derecha. Hacer el esfuerzo por camuflarse entre los que desde hace años vienen trabajando a favor del respeto de los derechos humanos. Las palabras de un conocido periodista parecen bastante elocuentes: “Siempre se quiso posicionar como la anti-Radio 10. En realidad, él se acomoda bastante bien, como ahora el progresismo vende, es progresista”.