El posmacrismo comenzó a construirse lentamente. Aunque ayer comenzó formalmente la campaña, un grupo de figuras del oficialismo ya empezó a pensar el día después del 27 de octubre si es que se repiten los resultados de las PASO. En este marco, en la casa del vicejefe porteño, Diego Santilli, el martes por la noche se reunieron a cenar Horacio Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y sus equipos de máxima confianza para dialogar de lo que será la futura alternativa si es que Mauricio Macri no es reelecto.
En la cena se definió, en primer lugar, que tanto Vidal como Larreta saldrán con “el cuchillo entre los dientes” a hacer campaña para sumar la mayor cantidad de votos posibles. Consolidar un nuevo armado fue una de las coincidencias generalizadas.
“María Eugenia fue clara: va a dar la pelea. Todo lo que puedan levantar ella y Horacio va a hacer la diferencia”, comenta uno de los comensales. “El mejor después es laburar para el hoy. Por eso tenemos que ir a la mejor elección posible”, agrega.
Esto implica que, aunque no haya una victoria, para generar una masa crítica que se coloque como fuerza de poder deberán sumar diputados nacionales, provinciales, porteños y ocupar los espacios como la futura oposición.
“Más allá de todo, ni María Eugenia no Horacio quieren aparecer como traidores, por eso van a mostrar que siguen siendo un equipo”, acota otro de los que participaron del encuentro.
Bajo la atenta organización de Analía Maiorana, la mujer de Santilli, degustaron carne con ensaladas y papas al horno o pasta (raviolones), lo menos elegido.
Además de Larreta y Vidal, también participaron los porteños Bruno Screnci (ministro de Gobierno y amigo de Santilli), Fernando Straface (secretario general) y el jefe de Gabinete de la Ciudad, el larretista Felipe Miguel. Desde el territorio bonaerense estuvieron Federico Salvai (jefe de ministros de la Provincia e histórico colaborador de Vidal), y los peronistas Cristian Ritondo (ministro de Seguridad y candidato a diputado) y Gustavo Ferrari (Justicia).
Como suele suceder en este tipo de comidas, Larreta y Vidal se fueron temprano. Cerca de las 23 ambos ya habían dejado el departamento del vicejefe, a metros del Malba, sobre Avenida Figueroa Alcorta. Otros, en particular los peronistas, se quedaron un rato más para la sobremesa entretenidos con algún trago para terminar la velada.
“Fue una cena donde no nos mentimos entre nosotros”, se mofó uno de los asistentes ante PERFIL, en un tiro por elevación al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y a su mano derecha, Fernando de Andreis, secretario general de la Presidencia, y quien suele participar de estos encuentros.
En rigor, jamás estuvieron invitados. “Va a ser difícil que Marcos siga con nosotros e incluso haciendo política si perdemos por 20 puntos o más”, se sinceró otro de los comensales. Lo mismo esbozaron la inmensa mayoría sobre el propio Macri. Pero prefieren no decirlo. Por ahora.
