POLITICA
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Vidal-Frigerio, un vínculo que se recompuso post PASO

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Aliados. Durante la gestión atravesaron momentos de tensión. Ahora decidieron jugar en sintonía. | cedoc

El impacto decisivo de los resultados de las primarias generó una alianza política impensada en el oficialismo entre la gobernadora bonaerense, María Eugenia Vidal, y Rogelio Frigerio, el ministro del Interior. Acaso también una muestra de lo que serán las principales figuras del posmacrismo si se repiten los resultados de las PASO en octubre.

El acercamiento comenzó la semana posterior a las primarias, en medio del caos político y la renuncia de Nicolás Dujovne al ministerio de Hacienda: fue Vidal –junto con Horacio Rodríguez Larreta– quien propuso que Frigerio tome la jefatura de Gabinete y Marcos Peña quede a cargo solamente de la campaña nacional. También propusieron a Hernán Lacunza como reemplazo de Dujovne, y hasta Vidal le pidió a Frigerio: “Por favor, ayudalo”.

Al ministro del Interior lo sorprendió la defensa de la gobernadora sobre su figura. En plena crisis política y económica ambos compartieron el diagnóstico y, ante todo, cómo intentar una salida: más política, mayor apertura y un cambio en el gabinete para darle aire al presidente Mauricio Macri.

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Pero su alianza estratégica se selló poco más de dos semanas después de las PASO cuando el jefe de Gabinete bonaerense, Federico Salvai, y su mujer, la ministra de Desarrollo Social, Carolina Stanley, invitaron a cenar a su casa a Frigerio y a Vidal para que, sin asesores, dialoguen animadamente en su departamento en Palermo. El encuentro se extendió un par de horas y el denominador común fue la catarsis: críticas muy duras a la estrategia nacional y a la falta de reacción ante la crisis.

La reunión privada no fue antojadiza: Frigerio es amigo de Salvai y de la ministra. Mucho más: las familias pasaron juntas el fin de año de 2017 en Uruguay. En ese entonces, la mujer del ministro, Victoria Costoya, trabajaba aún en el área social junto a Stanley, hasta que el caso Triaca obligó a un decreto presidencial impulsado por Peña para que los familiares directos salgan del organigrama nacional.

“Nunca terminamos de entender por qué María Eugenia no lo quería a Rogelio”, repiten hasta hoy en Interior. Uno de los temas fue la pelea

por el fondo del conurbano. La gobernadora siempre creyó que podría haber recuperado más fondos; el ministro sostiene que dio la pelea con los gobernadores para ayudarla. El Presupuesto 2019 también los enfrentó. “La tensión con las provincias también la afectó a ella pero fue una negociación difícil por la falta de votos en el Congreso y el acuerdo con el FMI”, se defiende Frigerio.

Pero, además de estos temas, en rigor hay una explicación más sencilla, con nombre y apellido: Emilio Monzó, el titular de Diputados, quien sostiene un enfrentamiento político y personal con Vidal desde 2014, cuando la entonces precandidata se lanzó. Monzó es íntimo amigo de Frigerio y, no en pocas ocasiones, la gobernadora lo puso en el mismo plano de sus críticas.

A pesar de ello, el ministro del Interior –y también el propio Monzó– fue uno de los que siempre apoyó la idea de que la Provincia debía desdoblar la elección. Eso le valió un duro cuestionamiento de Peña, el mayor defensor de la unificación del calendario junto a Jaime Durán Barba.

Como sea, hoy el vínculo Vidal-Frigerio pasa por su mejor momento. Chatean cotidianamente, comparten los criterios de cómo enfrentar la elección y la dura coyuntura. Quizás el futuro también los encuentre juntos.

Los “mano a mano” para hacer “la mejor elección posible”

Tras la dura derrota con Axel Kicillof en las primarias, la gobernadora María Eugenia Vidal comenzó a rearmar su estrategia política de cara a octubre. Una de las primeras cuestiones que se decidió es que las “bajadas” al territorio sean con una mínima comitiva y que la mandataria recorra casas y comercios con el candidato local y en formato “mano a mano”. Se trata de la estrategia que le había rendido buenos frutos en 2014, cuando comenzó a recorrer la Provincia con un par de asesores apenas y sin dinero.

De hecho, el viernes estuvo en Mar del Plata junto al candidato vidalista, Guillermo Montenegro, ex ministro de Seguridad porteño. En las recorridas de la gobernadora ya se pudo ver esta estrategia: caminó por la zona del puerto y por comercios y fue a cenar a un restaurant con escasa custodia, sin cámaras y solo del brazo de su amigo y candidato. “Es lo que la llevó hasta la Gobernación, ahora tenemos que reeditarlo”, cuenta uno de los funcionarios provinciales. Hoy en el vidalismo apuntan a realizar “la mejor elección posible” que les permita quedar como la primera fuerza opositora a Kicillof.