Tras unos días de descanso con su familia, María Eugenia Vidal encarará desde el 10 diciembre su gestión con un problema grave: si no recibe ayuda de la Nación, no tendrá fondos para pagar el aguinaldo de empleados, maestros y médicos de la Provincia de Buenos Aires.
Los datos que le acerca su equipo económico son más que preocupantes: la gestión de Daniel Scioli le dejará un bache financiero en diciembre que ronda entre los $ 10 mil y los $ 12 mil millones, que se sumarán al déficit anual. “El panorama no viene bien. Y, aunque se supone que ellos van a llegar a pagar noviembre, vamos a necesitar plata para pagar aguinaldos”, explica uno de los hombres fuertes del PRO bonaerense.
En este marco, la elección del 22 de noviembre no juega a favor: el lunes cuando el referente económico de Vidal, Hernán Lacunza, viajó a La Plata para entrevistarse con la ministra de Economía bonaerense, Silvina Batakis, no hubo ningún detalle concreto sobre el estado de las cuentas. Las reuniones son gentiles, cordiales, formales y hasta protocolares, pero los números no aparecen.
En el macrismo ya se resignan: “Va a ser así hasta el 22, cuando deberíamos tener otro tipo de diálogo”, acota uno de los funcionarios porteños.
Sin embargo, sacan sus propios números: creen que habrá una deuda con proveedores (desde contratistas de obra pública hasta contratos menores) por encima de los $ 5 mil millones, sumados a los $ 7.500 millones extra que supone el aguinaldo, más el gasto estructural del Estado provincial.
Este cuadro traerá otro dolor de cabeza para Vidal: no podrá arrancar grandes obras, al menos por un par de meses. Un asesor lo resume claramente: “Necesitamos el dinero para tapar agujeros primero y ponernos al día”.
De este tema también estuvo dialogando la gobernadora electa el jueves por la tarde en un coqueto bar-resturante sobre Avenida del Libertador, junto al intendente de Vicente López, Jorge Macri, y la diputada peronista, Silvia Majdalani.
El primo Macri viene manteniendo encuentros con intendentes y, aunque quedó fuera del nuevo gabinete de Vidal, quiere transformarse en armador. La gobernadora electa desconfía de él. Por ello, mientras analiza cómo modificará el organigrama de ministros, delegó el diálogo con los intendentes peronistas en Federico Salvai, su histórica mano derecha y futuro ministro de Gobierno, y en Cristian Ritondo, que estará a cargo de la cartera de Seguridad.
“Lo bueno de que haya intendentes nuevos es que necesitan mostrar una buena gestión. Si se hubiesen quedado los viejos sería más complicado, tienen más cintura y pueden estar pensando en hacer daño. Por eso ahora depende más de nosotros armar una buena relación”, analizan en el macrismo. Claro que si no logra reestablecer la situación financiera primero, de poco le servirá la política.