Todo un clásico. En eso ya se ha convertido aunque resten dos semanas para ser la nueva reina de Holanda. El secreto del éxito puede adjudicársele a eso que la argentina tiene y que, dicen, no se “fabrica”: carisma. Ese magnetismo personal quizá no tenga una definición clara en el diccionario, pero hay algunas cosas que hacen que Máxima Zorreguieta sea la más querida de la monarquía holandesa, y la favorita entre los diseñadores, aunque sea la única con un cuerpo más curvilíneo que el de sus “colegas” Kate Middleton o Leticia de Asturias. Además, es de las que arriesgan a la hora de combinar colores y en lugar de optar por tonos sobrios usa, por ejemplo, rojos sobre violetas o marrones, u ocres sobre grises; también utiliza accesorios realizados con materiales no tradicionales en lugar de ostentosas alhajas.
Estilo. Pero el camino para convertirse en un referente de la moda no fue paulatino, se dio a medida que ganó confianza en el ambiente monárquico y sobre todo, cuando sintió que su presencia en esa tradicional familia sirvió para devolverle frescura y popularidad incluso fuera de Holanda. Máxima empezó a vestirse como parte de la realeza, haciendo pie, con diseños clásicos y colores no muy jugados. Una vez que se sintió lista, se animó a lo profundo: diseños de un sólo hombro, fucsias, azules y verdes, volados e incluso a lucir en bodas reales y actos protocolares diseños del argentino Benito Fernandez.
Así se la vio la semana pasada en el concierto conmemorativo de los 125 del Concertgebouw, el gran auditorio y teatro de ópera de Amsterdam, en donde la argentina puso al rojo vivo la cuenta regresiva para el gran día, luciendo una falda larga color chocolate y una blusa colorada con escote asimétrico.
Sin lugar para los nervios, los Orange se muestran alegres y muy unidos. Así estuvieron esta semana en el festejo por los 300 años del Tratado de Utrecht. Por su parte, Máxima fue también muy aplaudida en una conferencia sobre microcréditos en La Haya.
Vínculos. En un momento en que la familia y el matrimonio no son moda, Máxima es buena esposa, madre y cuñada. Con la poca afectación de quien disfruta del lugar que ocupa, logró lo más difícil: ponerse en el bolsillo a su suegra, la reina Beatriz, con quien las fotos demuestran una relación de cariño. Incluso la prensa le muestra respeto cumpliendo con el acuerdo tácito de no publicar imágenes suyas en situaciones que no sean las oficiales. Esta es una especie de regla de premios y castigos donde los periodistas actúan conforme al presente código, que responde a lo que defiende la Unión Europea sobre la privacidad. Mientras las fotos de la mujer del príncipe Guillermo en bikini y con panza de embarazada circulan en los kioskos de revistas, las de Máxima haciendo una compra o paseando, permanecen guardadas en las redacciones. “Son los propios medios de comunicación los que deciden sobre la relevancia de cada noticia y el uso de fotografías”, explicó ante la consulta de PERFIL Liesje Klomp, secretario de la embajada de Holanda, encargado de la sección política, prensa y cultura. Todo esto forma parte del “efecto Máxima”, uno que parece infalible, o al menos suficiente para cambiar el Parlamento holandés, que en mayo de 2011 votó para que ella pudiera ser reina consorte una vez que su esposo fuera coronado. Gracias al cual, el 30 de abril, la mujer de Guillermo será la primera plebeya en convertirse en reina.