A pesar de que todo el mundo lo conoce como Jey Mammon, hasta hace poco era Juan Martín Rago. Era profesor de catequesis y su trabajo en la Iglesia Católica incluía frecuentar al ex cardenal Bergoglio. Además era músico y tocaba el órgano en la misa que se emitía por Canal 7. Pero hace siete años dejó todo, se armó una banda llamada Mammon (uno de los hijos del demonio) y comenzó a hacer comedia. Con su personaje de Estelita, a través del cual logró confesiones increíbles de los famosos, arrasó. Ahora se prepara para comenzar 2013 en Telefe.
“Yo era catequista en la iglesia San Ildefonso, en Palermo, y Bergoglio venía una o dos veces por mes a hacer la misa porque era amigo del cura párroco. Lo conocía y charlábamos bastante. Yo siento que no me quiero colgar de la sotana del Papa, pero todos me llaman para preguntarme sobre él. Recuerdo que alguna vez me dijo que los gays iban al infierno y le respondí que entonces me iba a encontrar con varios curas allá, y él se sonrió. Eso fue hace seis años, él ya era arzobispo. Pero como tiene un gran sentido del humor, lo que me dijo no lo tomé tan textual”, dijo Jey a PERFIL. “Eso me lo dijo en un momento en el que yo estaba atravesando la crisis final, y él colaboró en hacerme entender que yo era el desubicado, no él, y en hacerme dar cuenta de que estaba en un espacio que no tenía nada que ver conmigo”. A pesar de que lo veía seguido, Jey no tiene fotos con él pero “hace una semana justo encontré un papel con una música para la misa que él me autorizaba y lo tiré”.
De la designación de Bergoglio como papa se enteró por su hermano. “Fue muy fuerte. Acordarme de mi vínculo con él y de haberlo visto en un contexto hasta casi más humano. Aunque ¿justo en eso teníamos que ganar?”. Y enseguida rescata: “ Bergoglio viajaba en el subte y yo he viajado con él de Palermo a Catedral, y tenía gestos de humildad. Era un tipo que tenía una vida austera, se hacía llamar ‘padre’, no quería que le dijeran ‘monseñor’, tenía los pies sobre la tierra. Hasta comí con él en la casa del cura. Tomaba vino en la cena, pero jamás se pasaba. Una parte de la Biblia dice ‘todavía no es hora’, y él cuando llegaba la noche decía, por el vino: ‘Ya es hora’. No lo he visto reír mucho, pero cuando lo hacía te mostraba los dientes; ah, y hablaba bajito. Me acuerdo de que me jodía con el tema de la música: ‘Vos siempre con el chingui chingui...’. Yo lo veía como una figura de respeto, pero él permitía el diálogo coloquial. Creo que les va a costar acomodarlo, porque por postura o realidad no le gustan algunas cosas; por ejemplo, que le besen el anillo”.