En dos días, la timba financiera mundial provocó una disputa por el primer puesto de los más ricos del mundo entre Elon Musk y Bernard Arnault. Forbes anunció que el francés había desbancado a Musk por mil doscientos millones de dólares de diferencia, pero 48 horas después, el sudafricano sumó cinco mil millones gracias a una suba de las acciones de Tesla y recuperó su trono. Igualmente, esta disputa elitista puso el foco en Bernard Arnault, quien hizo del lujo un emporio multimillonario.
En una conferencia brindada hace unos años en la Escuela Politécnica francesa, Arnault contaba que desde chico se sentía atraído por la actividad empresarial y que solía visitar la compañía constructora de su abuelo para asimilar todo lo que allí sucedía.
Había nacido en Roubaix, un municipio al norte de Francia, el 5 de marzo de 1949, y en 1971 empezó a trabajar en la empresa familiar, que ya había heredado su padre. No tardó en convencerlo de vender las actividades de la construcción y que reoriente la empresa hacia la promoción inmobiliaria. Así nace Férinel, cuya especialización eran los apartamentos turísticos, y de esa forma el actual magnate empieza a ascender en el directorio, sucediendo en 1978 a su padre al frente de la compañía.
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Cambio de rumbo. Tras una emigración a los Estados Unidos y algunas adquisiciones empresariales más tarde –entre ellas, Christian Dior, en 1987–, luego del crack bursátil, Arnault compra acciones de LVMH (Louis Vuitton Moët Hennessy), conglomerado multinacional que se convertiría en sinónimo del lujo mundial, con un portfolio de setenta y seis marcas de renombre en todo el mundo. Luego de adquirir un 25 por ciento de las acciones, en 1988 lanza una OPA (oferta pública de adquisición) y se convierte en el principal accionista y líder definitivo del grupo.
Chandon, Dom Perignon, Dior, Kenzo, Givenchy, Louis Vuitton, Tiffany &Co, Fendi, Bulgari, Marc Jacobs, Moët & Chandon y Hennessy son solo algunas de las marcas que integran LVMH, cuyo CEO acumula una riqueza que ha desplazado por 100 millones de dólares la fortuna de Elon Musk, cuyo patrimonio neto se redujo considerablemente luego de que desembolsara 44 mil millones de dólares en la compra de Twitter. Este ranking, que ya parecer ser diario para Forbes, quedó liderado por Bernard Arnault y sus 186.200 millones de dólares, seguido por los 185 mil millones de dólares de Musk, quien encabezaba la lista de 2021.
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El péndulo. En la lista del top 10 de máximas fortunas abundan propietarios de empresas tecnológicas, como Jeff Bezos, fundador de Amazon; Bill Gates, fundador de Microsoft; o el mencionado Elon Musk. El francés incluso pudo ser un millo-tech también, pero por mal olfato no lo fue: alguna vez contó que de lo único que se arrepiente en los negocios fue no haber comprado acciones de Microsoft cuando era apenas una firma incipiente.
Igualmente, Arnault les disputó la riqueza vendiendo champagne, coñac, perfumes, prendas y varios artículos de lujo. Escalonadamente, la mentalidad empresarial depredadora de Arnault le permitió adquirir, sin límites ni fronteras, cuanta firma él considerara que podía ingresar al abanico de LVMH.
El 2020 fue bastante paradigmático, en lo que refiere al péndulo de las grandes fortunas. Porque durante un breve período, Arnault desplazó a quien detentaba en aquel tiempo el primer lugar de la lista de Forbes, Jeff Bezos. Pero al desatarse la pandemia, los servicios de Amazon se dispararon y la venta de artículos de lujo comenzó a descender. Con cierta ironía, llegó a decirse que Bezos recolectaba la fortuna que Arnault perdía. Pero fiel a su actitud empresarialmente agresiva, el francés redobló la apuesta, realizando una compra histórica: Tifanny & Co, la mítica joyería estadounidense. LVMH la adquirió por 15,8 mil millones de dólares.
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Museo propio. Pero la actividad de Bernard Arnault no se limita a los negocios: es también un coleccionista de arte. Con sus proyectos y actividades de mecenazgo, se fue convirtiendo en un agente importante del fomento artístico. En 2006 encaró quizás su proyecto más ambicioso. Como buen millonario, entendió que el arte da prestigio, y Arnault pensó en tener su propio museo. Así comenzó la construcción de la Fundación Louis Vuitton en los Bosques de Boulogne, en París. Este es un proyecto que, además, tenía presuntamente como una de sus motivaciones competir con su rival, el millonario François Pinault, dueño de la Fundación Pinault, en Venecia.
La Fundación Louis Vuitton tuvo su construcción interrumpida en 2011 por un reclamo vecinal. Finalmente, el edificio diseñado por Frank Gehry se inauguró en 2013. “Era necesaria la construcción de una fundación en la pudiera cristalizarse un espacio nuevo que abre el diálogo con un gran público y ofrece a los artistas e intelectuales una plataforma de debates y reflexión”, dijo Arnault el día de la inauguración.