Para reconfirmar una relación amorosa, no hay prueba mediáticamente menos irrebatible que un beso apasionado entre los protagonistas de una relación en ciernes o también, clandestina. Y finalmente la revista italiana Oggi consiguió esa prueba para confirmar un romance del que ya habían dado información otros medios: el de Charlotte Casiraghi con Lamberto Sanfelice.
Así, se despejaron las dudas sobre la separación de la hija de Carolina de Mónaco del actor francés Gaed Elmaleh después de cinco años de relacion y un hijo, Raphäel, que cumplirá 2 años en breve.
Cineasta. Lamberto Sanfelice es un director de cine que, según los medios europeos apuntan, pertenece a una familia aristocrática del sur de Italia. De 40 años, es responsable de varios cortometrajes, pero su primera película, Cloro, la presentó en el Festival de Cine de Berlín de febrero de este año y en el de Sundance, en Estados Unidos. En junio último lo nominaron como mejor director novel en los premios David di Donatello, el equivalente al Oscar en Italia. Cloro fue producida por Damiano Ticconi y Ginevra Elkann, hermana de Lapo y Jhon Elkann, herederos del imperio Agnelli. Ella se dedica desde hace años a dirigir la pinacoteca de la familia en Turín y a tratar de hacerse un hueco en el mundo del cine independiente. Y casualmente integra el grupo de amigos de Beatrice Borromeo –esposa de Pierre Casiraghi–, es decir, la cuñada de Charlotte. Este entrecruzamiento de amistades habría generado al menos el primer encuentro circunstancial entre Sanfelice y la hija de Carolina.
Aunque cuando se habla de títulos nobiliarios italianos los abolengos se ponen en duda, al director de cine lo asocian directamente a una de las familias más ilustres de la nobleza napolitana junto a los Borbones: los Sanfelice, duques de Bagnoli. Y además, publican, está emparentado con el marqués Pierluigi Sanfelice di Bagnoli.
Igualmente, como se viene repitiendo en las distintas coronas europeas, la sumatoria de títulos nobiliarios de los integrantes de una pareja no garantiza un futuro matrimonio. Son los apellidos plebeyos los que corren con la delantera en las últimas grandes uniones reales. Y Charlotte tiene ejemplos sobrados en su propia familia: ni su abuelo, ni su madre, tía o hermanos han tenido prurito alguno en relacionarse y casarse con parejas sin abolengo o linaje. Y ella tampoco parece ser la excepción.