En la previa del famoso festival internacional de cine que comienza en mayo, en Cannes se realiza desde 2018 otro certamen pero de series. Y en la edición 2022, otra vez hubo presencia argentina en competencia, algo que se da casi desde el lanzamiento de Canneseries. Santiago Mouriño y Pablo Balmaceda son directores de “El infierno”, invitada a competir en la sección “short form” con producciones de Francia, Bélgica, Canada, China, Australia, Noruega y Uruguay. Ambos resumen a su serie como “es un viaje iniciático, una odisea a través de los pensamientos de una joven en busca de identidad, dirección y conexión.” En diálogo con Perfil, Pablo Balmaceda explica, entre otras cosas, qué representa estar en Canneseries 2022 y competir con industrias que manejan formas de producciones diferentes.
—¿Cómo los seleccionaron para Canneseries 2022?
—Era fin de 2021 y después de casi un año y medio de escribir el primer guión estábamos terminando la etapa de postproducción. Ya había iniciado un contacto con la Berlinale y me encontré en internet con “Esto no es un hotel”, una serie argentina que había participado en Canneseries. Y si bien son tonos distintos de serie (Esto no… y El infierno), sentí que Cannes era un lugar donde historias con un mundo propio cuidado y desarrollado suman como un valor agregado. Le propuse a Santiago (Mouriño) aplicar, y en menos de diez días nos seleccionaron para la competencia oficial.
—¿Participar en Canneseries sirve para comercializar mejor la serie?
—Es un marco ideal para intercambiar experiencias e información con colegas, artistas, productores y realizadores. Es cierto que un festival como Cannes es un sello de calidad que abre algunas puertas, pero lo más enriquecedor es tener condensada toda la industria de series en un único lugar por una semana. En paralelo está la MIPTV que es un mercado de distribuidores, compradores y productores de todo el mundo, hay charlas y convenciones sobre las novedades y la situación de la industria. Es decir, una oportunidad para producciones de lugares como Argentina para mostrar historias distintas y también se puede ejercer cierta escuela de cómo cambiar el modelo de producción convencional.
–¿”El infierno” es una serie hecha en cooperativa?
—Nació y se construyó desde el deseo de ponernos a contar una historia en un momento muy particular del mundo y del país, y desde un momento personal muy fuerte. Básicamente somos un pequeño grupo de amigos y cercanos que aportamos tiempo, trabajo y capital, de diferentes maneras, sumamos colaboradores, que aparte de honorarios, pudieron encontrar en la serie una libertad creativa para desplegar su arte, algo que en nuestros trabajos habituales de la industria a veces queda muy sesgado.
—¿Cómo es el recorrido de ustedes hasta llegar a “El infierno”?
—Con Santiago Mouriño, Juan Ponce –diseñador de sonido y música–, y Fabricio Misicione –actor–, estudiamos cine juntos. Luego de muchos años coincidimos en proyectos e hicimos videoclips y otras cosas, y en 2020 pensamos en apostar fuerte un show de tv con tono cinematográfico. Con Agostina Innella –actriz principal– nos conocimos en un videoclip.
—¿Durante el festival a qué estuvieron atentos?
—En lo personal, en conocer gente con poder de decisión y gestión dentro del circuito de las series. Trabajo hace muchos años en un multimedio global y entiendo el mapa del mercado, pero nunca había participado en calidad de mostrar y vender un producto propio. Fue revelador ver el gap (vacío) existente entre relatos que el mainstream propone para públicos que en realidad buscan otra cosa. Es un momento bisagra, la industria está cambiando mucho y a veces no está a la altura de la velocidad del cambio de los espectadores. Por ejemplo, muchos actores jóvenes de series europeas en competencia, me contaron que se sentían mucho más identificados con las problemáticas de en nuestra serie que la de las que ellos mismos trabajan, que en teoría les hablaban a su target.
—¿Hay un plus Argentina en un festival como Canneseries?
—Lo que hay es un plus en diversidad de géneros e historias. Las grandes producciones están pensadas para el gran público y en esencia son de Europa Central y de América del Norte. Luego están las historias más autorales o de género que son asiáticas o sudamericanas. Argentina particularmente, y por los formatos que compitieron en otras ediciones, dialoga con cierta frescura del momento y eso los hace llamativos.
—¿De las series en competencia cuáles te gustaron?
—De las cortas,“TV Educativa”, un formato animado uruguayo para chicos que me hizo acordar la dinámica de “Magazine For Fai” (creación de Mex Urtizberea). “Normaloland”, una serie alemana ácida e hilarante que me recordó al tono de The Office en clave de autocrítica de la identidad alemana; “Its fine, Im fine” simil “En terapia” con un código actualizado. Y “Afterglow”, un drama noruego sobre cómo ves la vida una vez que te enterás que tenés una enfermedad terminal.
—En Argentina se habla de producir series“glocal”, es decir, que tengan un lenguaje que sea un mix local y global para que no haya que hacer la versión mexicana , la versión colombiana. ¿Ustedes piensan eso también?
—El prólogo de la serie, es un manifiesto respecto a eso: es lo que el mundo quiere que seamos versus lo que realmente somos. En ese conflicto constante también se encuentran las historias que se producen en América Latina y Argentina. Hay un estereotipo del latino que en otro momento tuvo que ver con narcos, y ahora está más cerca de la idea del goce y el reggaeton. Si bien son aspectos que nos conforman y celebro, somos un crisol mucho más variado.