Cuando en Givenchy Duki cantaba “Me voy pa’ Miami, me queda cabrón/ Me fui para España, me queda cabrón”, posiblemente tenía en mente que las cosas recién empezaban. Es que en esa canción, devenida en himno inaplazable de su repertorio, el rapero argentino aseveraba: “Si tengo más fe que todo el Vaticano”. Ahora, su consolidación en España y el reciente anuncio de su primera gira por Estados Unidos lo ponen en el lugar que viene reclamando desde hace un tiempo, por lo menos desde que vendió 180 mil entradas en los cuatro estadios Vélez que brindó en noviembre de 2022. Luego de los sold out del 24 y 25 de febrero en el WiZink Center, en Madrid, y ante un total de 30 mil personas, llegó el turno del Palau Sant Jordi de Barcelona, en donde Duki ofreció dos recitales –el último fue anoche– frente a un total de 32 mil personas.
El cruce. Para cuando Duki desembarcó en España, su música ya había cruzado el Atlántico. Entre la comunidad argentina que se encargó de exportar sus letras cargadas de juventud, excesos, amor propio y “barras” –como se le dice en el género urbano a los versos– que contienen un flow y una métrica de patrones irregulares que golpea “como Coto”, en palabras del rapero, su música ya se asentó hace tiempo. La frutilla de ese postre transatlántico que es su éxito muscial en España fue la colaboración con Quevedo, un fenómeno musical como el del argentino pero con ADN ibérico, y que se volvió a su vez universal por Session con Bizarrap, la más escuchada a nivel global en Spotify.
Cuando Duki y Quevedo colaboraron en Si quieren frontear, junto a De La Guetto, ambos se habían consagrado en sus respectivos países pero eso significó, entre otras cosas, que Duki había llegado a la escena española para conquistarla. Quizá la afinidad entre ambos ayudó a la popularización de sus producciones, cristalizada en el verso de Quevedo: “Yo quiero una argentina con los tatuaje’ de Cazzu y la estatura de Nicki”.
El show que Duki paseó por Madrid tiene una aceptación similar a la que tuvo acá. Un espectáculo que, lejos de la linealidad de otras presentaciones del género, se apoya, por momentos, en una estructura rockera que compite en estridencia con la voz rasgada del trapero filtrada por el autotune, una marca registrada del trap. A mitad de camino entre el rock que se supo fusionar con el rap en los 90 y el trap norteamericano de los Migos, Duki entiende que no tiene por qué ser ni una cosa ni la otra. Algunas canciones se prestan a los arreglos del rock, y otras pueden plantear una musicalización más minimalista. Así, lejos de encerrarse en un tipo de propuesta predecible, Duki revisa su propia música y confunde, toma desprevenidos a sus fans y arremete con versiones renovadas de algunos de sus clásicos.
Estilo. Esta fusión encuentra sus dos casas predilectas en Argentina y España, tierras afines al rock. Y en la Península Ibérica, está claro, el rock argentino está más que bien visto. Si a eso se le suma la ponderación de Duki como el rey de la música urbana, el resultado es un artista generacionalmente transversal, capaz de poner a saltar a jóvenes que les muestran a sus padres y a sus tíos cómo es el presente de la música, con el orgullo que siempre propicia la contemporaneidad pero con el plus de que, en este caso, las máquinas se revelaron pero fueron domadas y ahora ese compresor que robotiza la voz y que tanto espantaba a los ortodoxos está puesto al servicio del rock.
El desafío. Esta fórmula es potencialmente exitosa porque cuanto más grande y transversal es el nicho que se pretende interpelar, más exportable se vuelve esta expresión artística. Al éxito de su gira por España, se suma la primera gira de Duki por Estados Unidos, territorio que en 2022 Bad Bunny conquistó con un tour histórico, que dejó pocos récords sin romper. Duki estará allí a partir de mayo con un primer show en Nueva York; seguido por actuaciones en Miami, Chicago, Los Ángeles, y un cierre –al menos por ahora– en San Diego.
El desafío de esta gira será triunfar en una tierra en la que no se comparte la lengua madre, si bien el censo 2021 de Estados Unidos arrojó la cifra de sesenta y un millones de hispanos en su población. Y de desafíos Duki sabe: del Quinto Escalón a este presente hay un camino recorrido a velocidad récord; también un cambio de paradigma respecto del trabajo colaborativo entre integrantes de una misma tribu musical. Y como Duki cantó en Madrid al comenzar su primer show: “Empezamos tocando para treinta personas y ahora llenamos estadios”.