PROTAGONISTAS
Entrevista

Francesca Manfredi es una de las escritoras invitadas al FILBA 2023

Es italiana, tiene 35 años, y es una de las elegidas como figura internacional del Filba 2023, donde presentó una novela.

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Francesca Manfredi, escritora italiana invitada al FILBA 2023. | JOSE TOLOMEI

El Festival Internacional de Buenos Aires (Filba) que hoy termina celebró su quinceava edición. El programa ofreció una serie de actividades que exploraron las funciones más misteriosas de la literatura puestas en relación con la cultura más enfocada en la perfección de máquinas y los algoritmos. Este un tema transversal a casi todas las disciplinas humanas y que, inevitablemente, marca agenda. También hubo un foco puesto en la literatura internacional, y en cómo esa literatura dialoga con la industria local. El Filba 2023 contó con la participación del best seller Jonathan Franzen, Mircea Cartarescu –uno de los actuales candidatos a ganar el  Nobel de Literatura que se anunciara en estos días–, la filósofa eslovena Renata Salecl, y Francesa Manfredi.

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Francesca Manfredi es italiana y en el FILBA presentó su novela Un imperio de polvo.


Ésta última es una joven escritora italiana que este año publicó  la editorial Fiordo, con traducción de Eleonora González Capria. Manfredi nació 1988 en Reggio Emilia, Italia,y publicó el compendio de cuentos Un buon posto dove stare, e inmediatamente después se puso a escribir la novela que la trajo a la Argentina, Un imperio de polvo. En el marco de un verano en un incierto pueblo italiano, con algunas notas góticas y desde la óptica de Valentina, una chica en el tránsito hacia la adolescencia, la novela es la historia de una generación de señoras que conviven con el infortunio. En diálogo con PERFIL,  Manfredi habló, entre otras cosas, de sus obsesiones y de su relación con la escritura.
—¿Cómo empezó tu relación con la literatura?
—Empecé a escribir desde muy chiquita. La literatura era para mi un refugio. Al principio no sabía cómo manejarlo, pero pronto empecé a estudiar cine. Allí en la escuela creí que escribiría guiones. Pero después entré a La Holden , la escuela de escritura fundada por Alessandro Baricco (N. de la R.: escritor y dramaturgo italiano). Ahí empecé a escribir cuentos cortos, y de esa experiencia surgió mi primer libro, Un buon posto dove stare, que es una colección de cuentos.
—¿Cuáles son tus principales referentes literarios?
—Tengo altares en mi casa que le hago a mis escritores favoritos. Conservo ediciones especiales de Raymond Carver, que me hizo enamorarme de la forma breve, y también de Philip Roth y de William Faulkner. Cuando escribo novelas, leo muchos cuentos porque eso me ayuda a pensar en la estructura de los capítulos. De hecho, los capítulos de  El imperio del polvo están estructurados como cuentos. También, una autora contemporánea que me gusta mucho es la norteamericana Ottessa Moshfegh.
—La cuestión del espacio doméstico es importante en El imperio del polvo. ¿Podrías contarnos cómo funciona ese elemento en la novela?
—Es una obsesión. La cuestión del espacio es la que habilita muchos juegos internos. En espacios restringidos se pueden trabajar los pequeños movimientos. En los once relatos de mi libro de cuentos está muy presente la cuestión del lugar doméstico, la casa. Y la novela la escribí inmediatamente después de los cuentos y es casi como si fuera un doceavo cuento. Primero pensé en la casa y después surgió la historia.
—¿Qué significa escribir hoy en día para vos?
—Una obsesión, también. Escribir me hace estar bien y mal al mismo tiempo. Yo creo que escribo para alcanzar la sensación que se tiene al terminar de escribir. Pero la primera satisfacción al escribir es cuando lográs plasmar en un texto eso que tenés en la cabeza.
—¿Qué viene primero: las ganas de escribir o el proyecto?
—Las ideas están todo el tiempo. No se trata tanto de un momento en el que te sentás a escribir, sino que son impulsos que se van dando todo el tiempo y yo voy tomando nota.
—¿Cuál fue el primer texto que te hizo enamorarte de la literatura?
—Seguramente algún cuento de terror. Mi mamá es muy fanática de ese género. Mi imaginación suele ir por ese lado: el gótico, el horror…Y si no, el primer cuento que más allá de esos amé fue El collar de perlas, de Guy de Maupassant. Luego vinieron Italo Calvino y Ray Bradbury.
—¿Y de literatura argentina quiénes podrías mencionar ?
—(Julio) Cortázar es un maestro para mí. El otro día hicimos un taller de traducción sobre Carta a una señorita en París (N. de la R: cuento publicado en el libro Bestiario). Es un escritor que para mí siempre está presente.
—Noto que lo fantástico está muy presente.
—Si, es una constante fuente a la cual voy a buscar inspiración.