CULTURA
festival internacional de literatura de Buenos aires

La máquina Filba

Con quince ediciones ininterrumpidas, el Filba toma nuevamente la posta, desde el 27 de septiembre, para que la literatura circule de Buenos Aires al mundo. Y congrega en cinco agitados días, en varias sedes de lo más sorprendentes y por las callecitas porteñas, una selecta programación gratuita que encarrila las estrellas literarias mundiales, Jonathan Franzen y Mircea Cartarescu; los escritores a descubrir, Alia Trabucco Zerán y Nancy Huston; más los nacionales consagrados y a consagrar, en una paleta que va de Michel Nieva a Juan Mattio.

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Equipo. Amalia Sanz, Victoria Rodríguez Lacrouts y Catalina Labarca durante la presentación de esta nueva edición. | cedoc

“La construcción de un mundo de diálogo no se puede hacer simplemente exaltando el diálogo, sino tomando partido, aceptando el conflicto, no simplemente imaginando vivir en un mundo del tipo ideal, astrológico, marciano, interplanetario”, retumbaron las palabras de Gianni Vattimo en la apertura del Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires, en la noche septembrina de 2008. Y en la carpa junto al Malba, que fue “en perspectiva” complot de felicidad. Con quince ediciones ininterrumpidas, el Filba toma la posta, desde el 27 de septiembre, para que la literatura circule de Buenos Aires al mundo. Y congrega en cinco agitados días, en varias sedes de lo más sorprendentes y por las callecitas porteñas, una selecta programación gratuita que encarrila las estrellas literarias mundiales, Jonathan Franzen y Mircea Cartarescu; los escritores a descubrir,  Alia Trabucco Zerán  y Nancy Huston; más los nacionales consagrados y a consagrar, en una paleta que va de Michel Nieva a Juan Mattio. 

“Visto en perspectiva, y con humildad, creemos que entre los efectos del Filba aparecieron festivales similares en la región, autores internacionales convocados por nosotros empezaron a tener lectores locales, y, a su vez, argentinos fueron traducidos, una vez que pasaron por el festival. Hay un ruido, un foco, que mientras dura este encuentro de lectores produce la industria del libro, y que llega hasta Uruguay y Chile”, analiza la directora del Filba, Amalia Sanz. Los ahora fenómenos Anne Carson o Camila Sosa Villada, dos nombres al azar, y también con el diario del lunes, fueron escuchadas entre este ruido por primera vez.  

Para la nueva edición, Sanz, Catalina Labarca y Victoria Rodríguez Lacrouts, en colaboración con el equipo Filba, “los nombres de los festivales surgen en el seno de nuestro grupo de trabajo de la Fundación; como el caso de Huston, recomendada por Anne-Sophie Vignolles”, acota Sanz; las programadoras armaron una grilla que pone de cabezas la remachada discusión del futuro IA. “Todo el mundo está hablando de la inteligencia artificial y a nosotros se nos ocurrió por qué no hablar de la dimensión humana. Por qué no hablar de la máquina de la literatura, de “La máquina humana” –así el lema Filba23–, con todos sus desvíos y fallas. La literatura no tiene la aspiración de la máquina, no tiene la aspiración de ser eficiente. Y lo humano se vincula con procesos creativos muchas veces largos, y que pueden resultar inconducentes. A veces, la literatura fracasa con éxito”, señala Sanz. A prueba y error, el primer día en el auditorio Malba a las 19.30, Mariano Blatt, Gabriela Massuh y Rafael Spregelburd, con la dirección de Andrea Garrote, realizan una conferencia performática a tres voces. “Es la primera vez que hacemos esta apertura colectiva y eran también las ganas de reforzar lo comunitario, la necesidad del otro que tiene la escritura y la lectura, que puede parecer solitaria pero no lo es”, suma la directora, y adelanta más actividades compartidas como Filba Noche, una recorrido por una distribuidora e imprenta, caminatas por Villa Ortúzar y, el clásico de los clásicos, encuentros en salas, pasillos y bares de escritores y lectores.

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Soy tu fan. Este año, el cruce horizontal de autores y leedores presenta la gran novedad o entrevistá a “Mi escritor favorito”. Junto a Federico Jeanmaire y Betina González en el CCK, el sábado 30 desde las 16.30, Martín Kohan se prestará a que un desconocido, devoto lector, realice “las preguntas que siempre quisieron” “No será la típica entrevista de un profesional pero eso no cambia mi expectativa del intercambio con otra persona”, indica el autor del reciente ¿Hola?. Réquiem para el teléfono, y anticipa Kohan entusiasmado, “Mi expectativa es por lo estimulante del intercambio. Porque uno va con algo pensado, y en la interacción, te encontrás con otra cosa totalmente distinta. Cosas que no estaban dentro de lo planeado. La palabra del otro afecta tu propia palabra y, en el fondo, en la fuerza de estos nuevos ambientes, nos encontramos pensando cuestiones que no habíamos previsto”, puntualiza. Otra de las actividades de Filba23, que en diversas versiones busca poner en escena a la literatura, ya sea con los escritores leyendo sus libros, ya sea con expresiones multidisciplinarias, pone la mesa en Club 911 con la Jornada Fúngica, coorganizada con Caja Negra. Simón López Trujillo, Iván Moisseeff, Carolina Sueta, Colectivo Electrobiota y Labia mapearán la dimensión cultural de los hongos, seres esenciales en la sobrevida del planeta. 

Bajo el signo del relato. Entre los talleres ofrecidos, una marca de estilo en las ediciones nacionales y las actividades que ofrece durante el año la Fundación Filba, se destacan “Armar el texto como una bomba”, con Alejandra Kamiya y Jorge Consiglio, en el auditorio de la Fundación Santander el sábado 30 a las 11, y el día anterior a la mañana en Malba, “307 consejos para escribir una novela”, a cargo de Félix Bruzzone. Y habrá novedades para el cierre en el CCK en las voces de Ricardo Romero, Gabriela Cabezón Cámara, Huston y Sosa Villada, sumadas a las esperadas bitácoras del festival por Valeria Tentoni, Mariana Travacio, Daniela Tarazona, Francesca Manfredi, Claudia Masin y Thibault de Montaigu. Más puentes que anexen territorios y mentes a la galaxia del libro, que fue el objetivo primigenio de Filba, y que se mantiene, “que circulen más libros, autores y lectores. Por eso es que nos fuimos dedicando como Fundación a la tarea de formación lectora. Y apuntar también al público adulto en general, además de los escolares que alcanzamos con Filbita, y que resulta uno de los déficit que seguimos teniendo, muy abocados en el festival a la gente que lee. Pero la máquina narrativa nos llega a todos, sin distinción, e incluso quien escucha una lista de Spotify, sigue un relato”, advierte Sanz.

“A esta fiel persistencia en el deseo, a este riesgo de apostar una y otra vez a “lo que no se parece a nada”, le debe la literatura su privilegio mayor, su más alta felicidad”, cerraba María Negroni la apertura de la edición pasada. Quizá sea ese el secreto de la vigencia de Filba, que cumple el Quince, la fiel persistencia a un deseo realizado en la felicidad de los libros.