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miradas de afuera

Una nación loca, en un mundo de locos

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Elogios. No solo Elon Musk ha sido seducido por el Presidente. Muchos analistas y financistas del exterior lo alaban. | cedoc

“Se la llevaron con la pala”, afirmó Cristina Fernández de Kirchner desde el púlpito. Después, siguió la dama: “Conmigo se cansaron de ganar plata”. En esos discursos además, incluía su opinión crítica sobre los empresarios, justo al revés de un Javier Milei, quien acaba de considerarlos “héroes” de la Argentina en una visita reciente a Bariloche. Exagerando, para ella son semejantes al “petiso orejudo”, al “gordo Valor” o a “los Cantero” de Rosario. Con buenos modales, claro. Mientras el Presidente los eleva a la categoría de Mariano Moreno, Belgrano o San Martín. Una enorme diferencia conceptual entre ambos. De ahí que sorprendiera el ministro Luis Caputo al asumir una postura semejante a la de la exmandataria cuando justificó en las grandes ganancias empresarias la imposición de un bono matusalénico (y a la mitad del valor de la deuda) a las compañías dedicadas a la energía, en particular al gas y la electricidad. Más cerca esa opinión a la famosa de Bertolt Bretch sobre los banqueros, que de la filantropía cristiana que dice presidir algunas organizaciones empresarias.

Coincidió esta importante curiosidad con la semana quizás más áspera de la Administración Milei desde que asumió, por un tradicional paro de una CGT catatónica para demostrar que el sindicalismo respira adentro del féretro, la demora impuesta por la oposición para tratar y aprobar en el Senado la llamada ley Bases, una avanzada de economistas para devaluar como si representaran al agro e industria y una reserva suspensiva en los mercados para mantenerse en el bólido que subió sin parar títulos y acciones. Al mismo tiempo, hubo acechanzas manifiestas por la actuación de varios ministros, advertencias sobre modificaciones en el gabinete: la mayor ofensiva recayó sobre el jefe de Gabinete Nicolás Posse, observado por la presunta administración deficiente, al que más de uno pretende apartar. Difícil objetivo por la intimidad con Milei, aunque es probable que en el toma y daca con aliados temporales entreguen una suerte de subjefatura a un hombre sugerido por la política. Las críticas también sacuden a la hermana del Presidente, Karina, pero nadie imagina a Milei sin la cobertura de ella. Otro afectado fue el ministro Caputo: lo quieren despedir porque no consiguió plata fresca que, al parecer, iba a ser su mayor aporte para incorporarlo al Gobierno.

Raros fenómenos que ocurrieron también en los mismos siete días que el Gobierno se felicitó por haber bajado la inflación a un dígito y Milei lograba consagrarse como un modelo de racionalidad y talento luego de su entrevista con Elon Musk quien, magnetizado por el argentino, además recomendó invertir en el país. Comparable el hecho, y superior, al que en determinados momentos de su Presidencia alcanzó Carlos Menem, al que esta misma semana en la Casa Rosada habrán de homenajear reponiendo el busto que le corresponde, en un acto con escasa difusión hasta ahora. Muchos se preguntan si habrá cambios en las ubicaciones de esos recuerdos marmóreos en los salones, si cambian o no, de lugar a ciertos personajes, los esconden o acomodan en sitios poco gratos, visto por ejemplo, lo que ocurre en algunas dependencias con el “Proceda” para descolgar cuadros y nombres que antes usaba con narcisismo crónico la pareja kirchnerista que gobernó.

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A Caputo lo quieren despedir porque no consiguió plata fresca

Lo del respaldo internacional a Milei basta advertirlo en un informe del economista José Siaba Serrrate, quien recogió –además de lo del gigante Musk en la semana–, la confesión a favor de Ian Bremen de Eurasia (hasta hace dos meses pensaba al revés sobre el Gobierno, dice que se equivocó), el gran inversor y mejor financista Stan Druckenmiller (le dedicó a Milei, “único líder del libre mercado en el mundo” y “odio ver a la Argentina más capitalista que los Estados Unidos”), añadiendo observaciones del mismo tipo por parte de otros analistas europeos. Es como si afuera se ve lo que cuesta digerir en el país, siempre y cuando uno coma. Una nación loca en un mundo de locos.

Por cierto, la medida que inspiró al ministro Caputo para no pagar o diferir el pago en la Energía –fundado en la necesidad del superávit y la contención inflacionaria– obtuvo mínimos acuerdos (cinco reductores de gas, YPF por supuesto, y la compañía Albanesi, atorada por exigencias financieras) y rechazos públicos, poco habituales. Le molestó inclusive al embajador de los Estados Unidos y al propio Fondo Monetario Internacional. Una decepción para ellos. Lo más probable, sin embargo, es que ahora todos firmen, como si fuera el gobierno de Cristina, y se traguen el mal aliento de Caputo sobre lo que ganaron en pala gracias a la devaluación. Como si hubiera sido un delito obtener más pesos por los ingresos debido a la medida oficial y esto no se compensara en ocasiones con pagar más pesos por los egresos.

La mayor ofensiva la sufrió Nicolás Posse, por una presunta mala administración

Casi una tontería. Mientras se imponen estas condiciones desde el Estado, un nuevo cambio en las reglas, el mismo Gobierno presenta en el Senado un proyecto que garantiza estabilidad para las inversiones durante los próximos 30 años. Obvio: una contradicción evidente. Pero, al margen de esta extrañeza sobre la suspensión de pago y violación de contratos por la reciente deuda pasada, muchos se preguntan cómo el Gobierno ajustará los próximos meses si no puede pagar los contratos (por ejemplo, el de gas que pasa de 2,79 a 4,25).

Mientras, estos próximos siete días tal vez sean menos agobiantes, aunque seguirá el trasiego legislativo por la ley Bases bajas calorías y avance en el Senado hacia una aprobación general, mientras se traslada después a Diputados para discutir ciertos capítulos observados.

Marcha y comparsa más una propaganda oficial para convocar al acuerdo patriótico del 25 de Mayo en Córdoba, donde una mayoría suscribirá una carta de intención para alegría y esperanza de quienes observan y se benefician desde afuera. Porque desde adentro, aun los que firman suelen tentarse con no cumplir lo que prometen.