Fue en octubre del año pasado cuando entró al Facebook de la Presidenta para escribir en su muro: “Hola Cristina, mi nombre es Pablo Renauld, soy artista plástico y quiero hacerle un regalo”. Lo hizo una vez, repitiendo luego el mensaje ante el tráfico lógico y grandilocuente de posts que recibe la red social de la mandataria. “Yo no tengo contactos. Por eso creo que le escribí como veinte veces”, dice a PERFIL Pablo Renauld, el autor del cuadro de Néstor Kirchner que esta semana Cristina Kirchner colgó en el salón de los Patriotas de la Casa Rosada al cumplirse cinco años de la asunción del ex presidente como primer secretario general de la Unasur.
Asombrado aún por las repercusiones, Pablo recibe a PERFIL en el Teatro del Cubo, en el barrio del Abasto, donde este artista de 41 años exhibe parte de su obra. Dice que lo suyo no fue más que darle un obsequio a la Presidenta. “Lo que no sabía era que lo iban a colgar en Casa de Gobierno”, confiesa.
Pablo nació en Buenos Aires, en el seno de una familia de artistas: su padre es artista plástico y su madre, pianista. Estudió en la Escuela Nacional de Bellas Artes Lola Mora, y luego hizo en el Teatro Colón la carrera de caracterización, es decir, maquillaje teatral. Tenía 21 años y comenzó a anotarse en varios concursos de arte. Sin embargo, no tuvo el éxito que esperaba y no quedó en ninguno. La historia es curiosa: en los siguientes veinte años, Pablo abandonó el arte –“me enojé con él”, dirá– , y se dedicó al diseño grafico y la fotografía. Ante la insistencia de amigos y familiares retomó y siguió explorando eso que tanto le apasiona: la figura humana y el arte figurativo.
Pablo es claroscurista, trabaja en óleo sobre tela y la paleta de colores que más lo representa hoy, no sale de colores como el ocre, el rojo, el amarillo y el naranja. “Trato de trabajar siempre con la parte sentimental del ser humano, por medio de expresiones, ya sea con la mirada, las manos o la posición de la cabeza”, cuenta este artista perseverante, quien a fin de año pasado, recibió finalmente un llamado de Presidencia, donde le daban el visto bueno para que avance con su pintura. “No me preguntaron nada más, sólo que fuera para adelante”, cuenta.
—¿Por qué querías hacerle ese regalo a la Presidenta? ¿Tenés algún tipo de militancia en La Cámpora?
—No. Simplemente estoy de acuerdo con muchas cosas de este gobierno y sentí ganas de hacerlo.
—¿Sabías que lo guardarían para colgar en la Rosada?
—¡No! Lo hice a modo personal. De hecho una vez que lo entregué no supe más nada. La semana pasada me llamaron y me dijeron: “Venite el lunes a Casa de Gobierno”. Yo pensaba que estaba en su casa, pero me di cuenta de todo cuando llegué y había mucha gente afuera. Entré y me dijeron: “Cristina te va a atender, te quiere saludar”. Y bueno fui y estaba ahí. Me felicitó, yo la felicité y le agradecí.
—¿Qué te dijo sobre la obra?
—Que le gustó mucho. Luego me llevaron al salón, salió Cristina, levantaron la tela que cubría la pintura y ahí estaba mi cuadro.
—Se dijo que la pintura de Hugo Chávez que presentaron ese día, también es tuya...
—(interrumpe) ¡Nooo!, eso lo quiero aclarar, no es mía.
—¿En qué te inspiraste para hacer el cuadro?
—En una foto.
—¿Hubo alguna otra cosa de Néstor que también te llevó a hacer la obra?
—Sí, su sonrisa. Hay una imagen, la de él cerrando un ojo por la luz, y que es muy simpática. Quise que la obra fuera seria, pero sin dejar de transmitir su carisma.
—¿Pintarías a Cristina?
—¡Sí, claro!
Indiferente a las críticas
Pablo Renauld lo recalca: su obra fue un regalo para Cristina Kirchner. Y como tal, este trabajo que le llevó entre 15 y 20 días. Lo hizo relajado, sin expectativas de nada y sin pensar en el modelo clásico de retratos, tal como se lo entendía antes. “Ni imaginé que iba a terminar colgado en Casa de Gobierno”, insiste. Por estos días, el mencionado cuadro-retrato le valió al artista algunas críticas a las que decidió finalmente hacer oídos sordos. “La gente siempre va a hablar. Un retrato, según lo que se conoce dentro de los protocolos antiguos y clásicos, tiene que tener más busto, o sea, tiene que verse del ombligo hacia arriba. Se le tienen que ver las manos, y tiene que tener una figura de fondo, una historia, como la tiene por ejemplo, el retrato de San Martín, donde se ve una batalla atrás”, explica el artista, quien así y todo, supo llamar la atención de la Presidenta.