“La verdad, me está resultando más difícil hablar acá que en la ONU”, dijo Macri al comenzar a dar su discurso en la cena anual de egresados del Cardenal Newman. El colegio del que egresó en 1977 y que gracias a él pudo cumplir con aquello que en 1964 había mencionado David O’Connor –unos de los Christian Brothers de la Comunidad Newman– cuando creó el escudo de la Asociación de Ex Alumnos: tener un egresado que fuera presidente de la Nación. Y Macri, que no tiene ancestros irlandeses y ni siquiera fue de los que jugaron al rugby, hizo posible ese deseo a la institución de la zona norte.
Y, como se ha reseñado desde que asumió su mandato, armó su equipo con muchos egresados del Newman de distintas camadas.
La noche del jueves, en ocasión de la citada reunión, estuvieron allí, mencionados por Macri en su discurso: “José Torello, está Jorgito Triaca (premiado esa noche), está Alfonso (Prat-Gay) que creo que hoy no venía y está; (Nicolás) ‘Toto’ Caputo que no sé si vino...Y después hay de muchas camadas como Emilio (Basavilbaso, titular del Anses)... y el más peligroso de todos, el que hay que tener cuidado porque ahora que desarrollamos el expediente electrónico es el que firma todos los decretos y ni siquiera me consulta; es el secretario legal y técnico Pablo Clusellas.”
Relajado en los casi diez minutos de discurso, Macri destacó lo que rescata como valores que le legó el colegio: “El trabajo en equipo, el compañerismo y la lealtad” los que, dijo logrando sonrisas en el auditorio, “me lo transmitieron los brothers con su método, que era la regla, la piña, la patada”. También los instó a ver Happy, un documental sobre la felicidad realizado por investigadores de Harvard y del MIT y del que ya alguna vez había hablado. “Unos dicen que la mitad de la gente es feliz de nacimiento; pero la otra mitad, la que no tiene genéticamente esa condición lo es en mayor medida no por lo económico, sino por poder desarrollarse en lo que le apasiona y tener la capacidad de compartirlo con afectos”.