Hay una palabra que sale seguido de su boca: “descontracturado”. La camisa, el jean y los rulos al viento comprueban esa imagen que Martín Lousteau verbaliza repetidas veces a la hora de hablar de él como político, otra palabra algo difícil de pronunciar para este babe face de la economía que supo ser alguna vez el ministro más joven de esa cartera que tuvo el país.
Martín se ríe casi de todo, destila un buen humor que contagia hasta a la guardiaparque del Jardín Botánico cuando viene a retarlo porque –parece– “no se pueden hacer fotos sin autorización”, según dice. Es viernes, la ola polar se siente, y él acaba de bajarse de un avión que lo trajo de Córdoba, donde estuvo haciendo campaña; se postula como legislador de la ciudad por el frente UNEN, lista Suma +. Sonríe Lousteau y le pide a la guardiaparque que pose con él y con Gastón Rossi, su socio y amigo. “Si me pedís que lo abrace, ya no es el Día del Amigo, es el Día del Amigo con derecho a roce”, suelta Martín. Risas otra vez.
Se conocen hace diez años. Lousteau lo tomó cuando Gastón se presentó a una entrevista de trabajo para formar parte de Unidos del Sur, una fundación. “Fue algo informal, hubo preguntas del estilo ¿qué te gusta hacer? y ¿de quién sos hincha?”, cuenta Gastón, que es de Boca. Y agrega: “Hoy hay una categoría de diferencia con el equipo de Martín”. Hincha de Independiente, equipo recién descendido a la B, Lousteau acota: “A mí no me gusta el fútbol, yo miro tenis”.
Ambos son socios en una consultora económica. Pero desde aquella vez en la fundación continuaron trabajando juntos: fueron parte de un equipo en Banco Provincia donde Lousteau fue presidente durante dos años. Luego, vinieron cinco años en el “loquero”. Así sugieren con la tranquilidad que deja el transcurso del tiempo su paso por el Ministerio de Economía, donde Lousteau fue ministro y Gastón lo acompañó como secretario de Políticas Económicas. “A mí me vieron en la Plaza de Mayo cuando (Guillermo) Moreno me hizo la guillotina, pero preguntale a Gastón cómo era lidiar con él en las reuniones”, dice Martín. “Eran bizarras –cuenta Gastón–. Moreno era un tipo difícil de llevar, más que nada cuando uno está acostumbrado a cierto denominador común con el que discute. O sea, podés tener una visión contraria, pero...”. Lousteau interrumpe: “Creo que nosotros usábamos la palabra ‘loco’ livianamente en la Argentina y Moreno está desequilibrado. Vos arrancás una conversación que termina en un mundo de fantasía. Yo en un momento me había tomado el trabajo de juntarme los lunes a desayunar a las 8 de la mañana para ver qué cagada iba a hacer. Es muy loco que te digan que un ministro de Economia empieza su semana desayunando con un secretario de Estado que no está en sus cabales y tiene que tratar de contener los delirios que se le ocurren”.
Ambos aseguran que pasan mucho tiempo juntos, más ahora que están en campaña. “Martín pasa más tiempo conmigo que con Carla (Peterson)”, dice Gastón. La actriz, según Lousteau, no es de reprochar. “Soy un padre presente. Ella me recordó que cuando nos conocimos ella estaba en una tira y grababa 13 horas y al llegar a casa, ¡tenía que estudiar!”.
—¿Nunca hubo guerra de egos siendo Martín famoso?
LOUSTEAU: Eso es tan relativo, ser conocido tiene sus ventajas y desventajas: cuando salen bien las cosas, el mérito, que es siempre grupal, se lo lleva el de arriba; cuando salen mal, lo mismo.
—Antes de estar en pareja y tener hijos, imagino charlas sobre mujeres...
ROSSI: Fue hace tanto (risas).
L: Hemos ido a un par de fiestas, somos tipos descontracturados... (Risas.)
—¿Y el humor de dónde lo sacan?
L: La realidad argentina también se transforma en una parodia, y nos gusta hacer chistes con eso. Además, hemos estado en lugares bastante patológicos o bizarros (risas).
—Gastón, fuiste asesor de Martín: ¿alguna vez le sugeriste que ya estaba un poco grande para usar el pelo así de largo?
R: Para nada. Tal vez a la mañana lo tiene demasiado bajo, parece otra persona cuando se peina (risas).
—¿No te llamó la atención que salga con famosas?
R: No, somos gente grande, es la intimidad de cada uno.
—Y vos, Martín, ¿sentís que te trajeron problemas las relaciones que tuviste antes?
—Es la vida privada (se pone serio por primera vez). Una vez estaba en un bar tomando algo con la que era mi novia y al otro día una mina que estuvo sentada en la mesa de al lado y que escuchó la charla contó todo en una radio. Una cagada.