La beatificación del papa Juan Pablo I –o el papa Luciani como también se lo conoce– fue posible por la investigación que se motorizó desde la Argentina, por un milagro sucedido en Buenos Aires en un joven que hoy tiene 22 años. Por el lado, el padre Jorge Dabusti inició todo el largo proceso que después de un extenso, burocrático –y también oneroso– hizo posible la constatación del milagro y allanó el camino para lo que sucedió finalmente en Roma hace unas semanas, con el papa Francisco liderando esa ceremonia ante veinticinco mil personas. Y Nunzia Locatelli escribió junto a Cintia Suárez ¿Qué han hecho? Juan Pablo I, libro del que incluso el Vaticano utilizó fragmentos para la gacetilla sobre la beatificación del papa Luciani. En diálogo con PERFIL, Nunzia relató cómo fue estar presente en ese acto donde un papa argentino beatifica a “un colega”.
—¿Cómo fue participar de la beatificación de un personaje que usted investigó mucho?
—Conozco tanto la historia de Albino Luciani (papa Juan Pablo I) que todo me pareció muy espiritual. Me llamó la atención volver a ver su imagen, escuchar de nuevo sus palabras. La parte más linda no fue tanto el acto de beatificación propiamente dicho, sino la vigilia de dicho acto que se hizo en San Juan de Letrán –la archibasílica más grande de Roma, y es además “la basílica” de esa ciudad–, donde el Papa es obispo. Lo emotivo fue porque fue una ceremonia íntima aunque no obstante había muchas personas invitadas de lugares donde Albino Luciani había hecho su carrera religiosa. Y se transmitieron homilías con la voz de Albino y por momentos parecía que estaba ahí hablándote. Para mí eso fue muy emocionante. Luego hubo una ceremonia de la luz, se entregaron velas y en un momento la basílica, que es imponente, “se encendió”.
—¿Y al día siguiente esa magia no estuvo?
—Al día siguiente, la ceremonia que hizo en Plaza San Pedro fue bajo una lluvia torrencial, con rayos… Nunca hubo un diluvio así en Roma. Después hubo un momento cuando salieron los obispos, de blanco, un grupo muy numeroso, luego nosotros, que éramos la delegación argentina –no diplomática, por cierto– con familiares del padre José Dabusti, que fue quien pidió la intervención para que se beatifique a Albino Luciani. Dabusti fue uno de los que llevaron las reliquias al papa Francisco. Respecto de esto, no se decidió usar lo que se llama una reliquia de “primer grado”, esto es, un hueso o una parte del cuerpo. Dicen que eso ya no se usa más en las beatificaciones de este siglo. Sino otras cosas con las que el beatificado pudo haber tenido contacto. En este caso se usó un escrito de Luciani sobre sus consideraciones sobre la esperanza, la fe y la caridad. Son parte de los documentos que pertenecen a Juan Pablo I y que están en custodia de la Fundación Vaticana.
"Le dije al Papa que él era muy parecido a Luciani y dijo: 'No, yo no soy un santo, él sí'"
—¿Y cómo vio a Francisco durante esa ceremonia?
—Él ofició toda la ceremonia; lo vi bastante cansado pero muy presente. Fue muy lindo verlo beatificar a un colega.
—¿Hubo algún otro detalle que le llamó la atención?
—Sí, fue que eligieran a un artista chino para representar el retrato de Juan Pablo I (papa Luciani), que luego fue expuesto en la logia central de la basílica de San Pedro. No sé el motivo pero la Iglesia claramente tiene un proyecto de sumar fieles, y China es inmensa. Quizá ese fue un gesto de la cercanía del Vaticano con esa nación.
—Habiendo investigado para el libro, ¿cree que en un punto esto es una reparación a la figura del papa Luciani?
—Era un hecho que se le debía beatificar. Es el último que quedaba sin estarlo de los papas que eran del 1900; y también para alejar esas tesis conspirativas respecto de su muerte, que todavía siguen en pie. Si bien para la Fundación Vaticana y el Vaticano está resuelta, en la conferencia de prensa que se hizo por la beatificación no faltaron las preguntas sobre por qué no se le practicó autopsia.
—¿Hubo parientes del papa Luciani en Roma?
—Sí, estaba su sobrina Lina Petri; muy presente pero discreta en la ceremonia. Ella es la sobrina médica que pudo ver el cadáver de su tío porque en ese momento estaba en Roma. Ella también tuvo dudas de la causa de su muerte. Para ella, sí pudo haber sido una muerte natural pero no por infarto del miocardio.
El Vaticano eligió a un artista chino para representar el retrato del Papa Juan Pablo I
—¿Qué sensaciones tuvo respecto de que el papa Francisco esté tan involucrado en esto?
—Me parece bien. Francisco es una persona muy parecida a él; yo se lo dije en Santa Marta, en junio. Le dije que Albino Luciani era su precursor, y él me dijo: “No, yo no soy santo, él sí”.
—En un punto siente que con el libro aportaron (con Cintia Suárez) algo para que esto sucediera?
—Tenemos una parte, la difusión del tema. Si no hubiera sido investigado y escrito su milagro, seguramente de ese hecho no se hablaría. También le sirvió al Vaticano para escribir su gacetilla utilizando fragmentos del libro, con nuestra historia más completa, humana y menos protocolar.
—Usted es italiana, y un poco argentina. ¿Qué le genera que haya sido un papa argentino quien haya beatificado a Luciani?
—Fantástico y como dije, ambos son muy parecidos. Entrevisté a un nuevo cardenal –de Brasilia–, que me dijo que Luciani hubiera sido un gran papa, seguramente muy parecido a lo que hoy es Francisco, salvando las diferencias de estilo y carácter. Papa Francisco vino a hacer una revolución, está rompiendo el molde, paradigmas..., guste o no a algunos argentinos, a algunos en el mundo. A mí me gusta mucho, haciendo un gran trabajo.