El Papa Francisco, nuevamente se expresó con dureza sobre “La monstruosidad de la guerra”. Lo hizo en la audiencia general, donde el Papa Bergoglio volvió a denunciar las acciones salvajes y las monstruosidades en la martirizada Ucrania.
Desde la tapa de esta nueva edición del L´Osservatore Romano en lengua española se ilustra esa denuncia con una fotografía que registra la presencia del limosnero papal, el cardenal Kornrad Krajewski, en una fosa común en Izium, Ucrania.
En la mencionada tradicional audiencia general de los días miércoles, que se transcribe íntegramente con esta edición, el Papa Francisco quiso señalar “la terrible situación de la martirizada Ucrania. El cardenal Krajewski está allí por cuarta vez. Ayer me llamó por teléfono, está dedicando su tiempo allí, ayudando en la zona de Odessa, ofreciendo mucha cercanía. Me ha hablado del dolor de este pueblo, las acciones salvajes, las monstruosidades, los cadáveres torturados que encuentran. Unámonos a este pueblo tan noble y mártir”.
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En la misma catequesis semanal, el Santo Padre recordó su reciente viaje apostólico y mencionó desde la Plaza San Pedro que: “La semana pasada, desde el martes hasta el jueves, estuve en Kazajistán, amplísimo país de Asia central, con ocasión del séptimo Congreso de los Líderes de las religiones mundiales y tradicionales…Esta iniciativa la llevan adelante desde hace veinte años las autoridades del país, que se presenta al mundo como lugar de encuentro y de diálogo, en este caso a nivel religioso, y, por tanto, como protagonista en la promoción de la paz y de la fraternidad humana. Ha sido la séptima edición de este congreso: un país que tiene 30 años de independencia, ha hecho ya 7 ediciones de estos congresos, uno cada tres años. Esto significa poner las religiones en el centro del compromiso para la construcción de un mundo en el que nos escuchamos y nos respetamos en la diversidad. Y esto no es relativismo, no: es escuchar y respetar”.
«La paz es posible cuando callan las armas e inicia el diálogo». Lo reiteró el Papa Francisco al finalizar el Ángelus del domingo 18 de septiembre. Anteriormente, dirigiéndose a los numerosos fieles reunidos en la plaza de San Pedro para la oración mariana, el Pontífice había comentado el pasaje litúrgico del Evangelio de Lucas que narra la parábola del «administrador deshonesto».
En la conclusión de la oración mariana, el Papa expresó “Estoy afligido por los recientes combates entre Azerbaiyán y Armenia. Expreso mi cercanía espiritual a las familias de las víctimas, y exhortó a las partes a respetar el alto el fuego, en vista de un acuerdo de paz. No lo olvidemos: ¡la paz es posible cuando callan las armas e inicia el diálogo! Y sigamos rezando por el martirizado pueblo ucraniano y por la paz en cada tierra ensangrentada por la guerra”.
«Deseo expresar mi gratitud a los que en estos treinta años han trabajado» para la Fundación “Populorum Progressio”, «que ahora cambia de forma, pero –quiero subrayarlo- mantiene su misión y permanece una obra de la caridad del Papa» al servicio de América Latina. Lo dijo el Pontífice recibiendo en audiencia, en la mañana del viernes 16 de septiembre, en la Biblioteca privada del Palacio apostólico vaticano, a los miembros del consejo de los administradores de la Fundación, que desde hoy se convierte en Fondo.
En el discurso que se transcribe completo en este ejemplar, Francisco también expresó que: “Muchas familias en América Latina y en el Caribe sobreviven en condiciones infrahumanas. Como subraya el Documento final de Aparecida, «los excluidos no son solamente “explotados” sino “sobrantes” y “desechables» (n. 65). La Asamblea eclesial del Continente, que todavía está en desarrollo, fue una oportunidad para escuchar el grito de los pobres, y el Sínodo sobre la Amazonia nos ha acercado a la realidad de exclusión en la que viven las comunidades indígenas y afro-descendientes. Los cuatro sueños que he querido compartir con la Amazonia se extienden a todo el continente y a toda la humanidad. Es necesario que «frente a diversas y actuales formas de eliminar o de ignorar a otros, seamos capaces de reaccionar con un nuevo sueño de fraternidad y de amistad social que no se quede en las palabras» (Enc. Fratelli tutti, 6). Recorriendo el camino sinodal tenemos que crecer como Iglesia “samaritana” que consuela, se compromete y se arrodilla a tocar las llagas de la carne que sufre de Cristo en el pueblo (cfr Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24). Él ha querido identificarse con los más pobres y marginados, y nos ofrece su presencia misericordiosa en ellos (cfr Mt 25,31-46). Nuestro deseo es que estas iniciativas de solidaridad demuestren que es posible cambiar, que la realidad no está bloqueada. Si se emprenden con sabiduría y coherencia, serán un signo de esperamos pueda motivar a muchos”.
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El Papa Francisco prologó el libro del Dr. Miguel Ángel Barrios “Por Qué Patria Grande” que fue presentado recientemente por la Conferencia Episcopal Argentina. En el mismo, el Papa Bergoglio le expresa al autor: “Le agradezco la gentileza de enviarme su libro “Por qué Patria Grande” en el que busca enraizar desde la perspectiva de la sociología histórica el proceso de integración de “Nuestra América” - cómo le gustaba llamarla a José Martí-. Un proceso que no se limita a factores meramente geográficos, sino que invita a reconocer, valorar y cultivar otros aspectos esenciales para la conformación del rostro mestizo que caracteriza a nuestra querida América Latina; y que tanto bien nos hace recordar”.
En oportunidad del encuentro con una sociedad de asesores, el Papa Francisco expresó que “En los últimos quince años el mundo ha pasado a través de crisis graves y continuas. No hemos terminado de afrontar la crisis financiera del 2007 que ya hemos tenido que afrontar la del débito soberano y de las economías reales, después la pandemia, después la guerra en Ucrania con consecuencias y amenazas globales. Pero mientras tanto el Planeta ha seguido sufriendo por los efectos del cambio climático; mientras tanto guerras crueles y escondidas se seguían combatiendo en diferentes regiones; mientras tanto decenas de millones de personas seguían siendo forzadas a emigrar de las propias tierras. Mientras una parte de hombres y mujeres mejoraban su propia vida cotidiana, otra parte sufría las elecciones sin escrúpulos convirtiéndose en las principales víctimas de una especie de contra-desarrollo”.
JD / MCP