Riley Keough nunca tuvo una vida ordinaria. No podía, porque es nieta de Elvis Presley, el rey que revolucionó la música y la cultura. Aunque forjó una carrera como actriz, su historia personal está marcada por la familia que llevó el nombre Presley al altar del mito y al abismo del escándalo.
Ahora, Riley entrega al mundo un relato que parece un acto de exorcismo: la autobiografía que su madre, Lisa Marie Presley, dejó sin terminar antes de morir en enero de 2023. Una obra que desmenuza los traumas, las pasiones y los pecados de una de las familias más famosas —y turbulentas— de la historia.
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El origen de Priscilla y el control de Elvis
La historia comienza en 1959, cuando Priscilla Beaulieu, una adolescente de 14 años, conoció al legendario Elvis, entonces un joven de 24 años cumpliendo el servicio militar en Alemania. Priscilla, hija adoptiva de un oficial canadiense, aparentaba ser mayor, pero para Elvis era lo suficientemente joven como para moldearla a su imagen y semejanza.
Un detalle perturbador emerge: Elvis le entregó un libro cuya portada simulaba una biblia, pero en su interior contenía imágenes de contenido sexual explícito. "Una guía", decían algunos. Para otros, una muestra del control que Elvis ejercía sobre ella.
Cuando Elvis regresó a Estados Unidos, Priscilla lo siguió. La joven se instaló en Graceland, el mítico refugio del cantante, y se convirtió en parte de un universo lleno de fama, insomnio y una dependencia insidiosa de las pastillas. Priscilla no fue la excepción. "Tomaba pastillas para dormir y para adelgazar", confesaría años después.
A los 21 años, Priscilla se casó con Elvis. La llegada de su hija, Lisa Marie, en 1968, no logró reparar un matrimonio ya fracturado. En 1973, la pareja se divorció. Cuatro años después, Elvis fue hallado muerto en el baño de Graceland, víctima de una insuficiencia cardíaca vinculada al abuso de medicamentos.
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El capítulo Michael Jackson
El siguiente capítulo de esta saga se escribió en Las Vegas. Michael Jackson, de 16 años, reparó en una niña de 6 años en la primera fila de un concierto: Lisa Marie Presley. Aunque pasarían años antes de que sus caminos se cruzaran de nuevo, las vidas de ambos compartirían un extraño destino.
Lisa Marie, arrastrada por la sombra de su apellido, luchó con su propia oscuridad. Abandonó la secundaria debido a su adicción a las drogas y buscó consuelo en la cienciología, donde conoció a su primer esposo, Danny Keough. Con él tuvo dos hijos: Riley y Benjamin. El suicidio de Benjamin en 2020 dejó una herida que nunca sanó.
El matrimonio con Keough terminó, y en 1994, Lisa Marie contrajo nupcias con Michael Jackson. La unión, una de las más extrañas en la historia del pop, duró apenas dos años. Más tarde, llegó un breve matrimonio con Nicolas Cage y, finalmente, su unión con el músico Michael Lockwood, con quien tuvo gemelas antes de divorciarse en 2016.
En enero de 2023, Lisa Marie fue hallada inconsciente en su casa y murió poco después. La causa oficial fue una obstrucción intestinal derivada de una cirugía para bajar de peso.
Tras la muerte de Lisa Marie, se desató una batalla legal por Graceland, el símbolo del imperio Presley. Un prestamista intentó subastarla, alegando que Lisa Marie la había puesto como garantía de una deuda. Riley Keough, ahora dueña del legado, demostró que el contrato era falso y ganó el caso.
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Pero el patrimonio incluía algo más: las memorias inconclusas de Lisa Marie. Riley asumió la tarea de completarlas, dando forma a un libro que es, al mismo tiempo, el testimonio de su madre y el suyo propio.
El resultado es una obra que, según The New York Times, desafía la categorización: "¿Es un libro para adictos? ¿Para fans de Elvis? ¿Para familias disfuncionales?". Riley prefiere llamarlo "un relato humano".
En sus páginas, se mezclan episodios extraordinarios —como el tiempo en que Lisa Marie mantuvo el cuerpo de su hijo en hielo seco durante dos meses— y momentos de sorprendente normalidad. En la conversación con El País, Riley reflexiona: "Es un espejo donde cualquiera puede encontrarse".
Así, la autobiografía no sólo reconstruye el mapa de una familia atrapada entre el brillo de los reflectores y las sombras del dolor, sino que también traza el retrato de una mujer que buscó ser mucho más que el apellido que heredó.
Riley Keough: entre el duelo y la herencia de los Presley
Hablar de su madre, Lisa Marie Presley, la única hija de Elvis, no es fácil. "Completar su historia fue una curación", dijo Riley en entrevista con El País. "Terminar algo por ella me hizo sentir bien, pero el proceso fue muy duro. No era algo que había planeado".
La muerte, esa presencia constante en la dinastía Presley, volvió a golpear en enero pasado cuando Lisa Marie falleció inesperadamente. Para Riley, el duelo no es un proceso lineal. "Intento procesarlo, pero me di cuenta de que el duelo es para siempre. Cuando perdí a mi hermano Benjamin, intenté superarlo rápidamente, haciendo todo lo 'correcto'. Luego entendí que esas pérdidas no se superan, se cargan."
La conversación giró hacia la última vez que vio a su madre. Sus palabras se tornaron pausadas. "Fue en una cena", recordó. "Me dijo que estaba cansada y quería irse a casa. Eso fue todo. Después nos mandamos mensajes, yo estaba rodando en Canadá. Eran mensajes normales, nada memorable."
Hablar del apellido Presley es hablar de excesos y tragedias. Riley lo sabe bien. "Siempre tuve miedo de caer en una adicción, aunque nunca tuve una. Mi madre empezó tarde con los opioides, pero era consciente de su vulnerabilidad. Siempre nos decía: 'Si pruebo las drogas, me van a llevar por delante'. Esa idea me marcó."
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La herencia de las adicciones también la conecta con historias difíciles de su familia. Lisa Marie hablaba abiertamente de los abusos que sufrió en su infancia. "Era una historia que todos sabíamos", confesó Riley. "Mi madre era muy abierta. Si estabas cerca de ella, conocías su pasado."
La compleja red familiar
La relación de Lisa Marie con Priscilla Presley, su madre, fue complicada, pero Riley mantiene un vínculo diferente con su abuela. "Siempre fue buena. La relación entre abuelos y nietos no tiene los mismos conflictos que la de padres e hijos. Nunca discutimos." Sin embargo, no está segura de si Priscilla ha leído su libro: "Es una historia muy personal. Creo que no lo necesita, ya vivió todo lo que cuento. Yo misma no lo leería si no fuera mío."
Hablar de Elvis sigue siendo un tema delicado. La música de su abuelo está teñida de melancolía. "Ahora siento tristeza cuando lo escucho. Mi hermano Benjamin se parecía mucho a él. Sus canciones representan para mí muchas pérdidas."
La vida de Riley estuvo marcada por figuras monumentales. Michael Jackson, quien fue esposo de Lisa Marie, también dejó huella. "Tenía seis o siete años. Lo recuerdo como algo divertido. Michael y mi madre nos llevaban a Disneyland o a comprar. Mi vida siempre fue así, extraordinaria y caótica."
Sobre su relación, Riley fue tajante: "Se amaban. Lo sentías si estabas cerca. Era real. Entiendo que desde fuera pareciera raro, pero la gente no conoció realmente a Michael. En privado, él y mi madre tenían un vínculo auténtico y cercano." La muerte de Jackson fue un golpe inesperado. "Fue mi primera experiencia con la pérdida. Me impactó mucho. Mi madre quedó devastada, se arrepintió de haberlo apartado de su vida y de no haber estado para él cuando más lo necesitaba."
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Cargar el apellido Presley
Riley reconoce que no llevar el apellido Presley la liberó de muchas presiones. "Me ahorró muchas cosas. Si usara ese apellido, cambiaría la dinámica en cada interacción." Sin embargo, crecer en esa familia no la libró de los cuestionamientos. "Desde niña sentía que la gente se acercaba a mí por interés. Mi madre siempre tuvo esa carga, pero yo tuve amigos genuinos desde pequeña, algo que ella nunca tuvo."
Lisa Marie, cantante y compositora, luchó toda su vida con la sombra de Elvis. "La prensa fue injusta con ella. Siempre la vinculaban a mi abuelo de forma negativa. 'La hija de Elvis engorda igual que Elvis', decían. Creo que eso marcó mucho su vida. No podía escapar de esa narrativa."
Riley reflexiona sobre la llamada "maldición de los Presley". "La adicción no es una maldición, es un problema común. Llamarlo 'maldición' parece reducir a mi familia a una tragedia. Yo soy la única que no tiene una adicción, pero no sé por qué. Me siento con suerte", concluyó Keough.
NG / Gi