Entrando por la avenida Alvear en la biblioteca del Palacio Duhau, Marcelo Tinelli termina de comer y pide un café en este 25 de mayo lluvioso. Vestido con pantalón y camisa negra, el pelo corto y la cara descansada, comienza su ronda de entrevistas por la salida de ShowMatch en su 28a temporada. Lo hará desde el nuevo estudio en La Corte del Grupo Indalo, tras venderles el edificio de la calle Olleros, construido en un terreno en que había una fábrica de paraguas y que le costó 12 millones de dólares. “Hace tres años había visto La Corte y me había encantado. Estoy feliz, es un up grade, la verdad pegamos para arriba. En el estudio ganamos 15 metros para adelante, 3 metros para arriba y desde donde nosotros arrancamos de atrás hasta la cámara tenemos 8 metros. Ampliamos la pantalla en el piso mucho más; visualmente va a ser un show tipo la RAI. No creo que eso lleve al rating pero la inversión ha sido mucho más grande. El camarín que me hicieron es espectacular, mucho mejor que el que tenía”.
—O sea que el Grupo Indalo puso el dinero.
—Sí, sí... El presupuesto del programa está puesto muy fuerte para hacer un buen programa. Y el estudio ahora siento como si hubiera sido mío siempre. De hecho grabé la promoción con Lolo el otro día.
—No parece muy lógico que con esa inversión y tres días antes de salir por El Trece, Indalo haga los despidos...
—No sé. Yo vendí el año pasado en el mes de abril y desconozco cómo son los manejos hoy de la gente. Me sorprendió a mí. Nosotros teníamos una prueba mañana (por el viernes) de ensayo y la tuvimos que pasar para el sábado porque había un paro. No sé cómo ha sido el sistema, no estuve al tanto. Lo único que yo pedí es el programa con estas características y con esta gente. Y es lo que tenemos.
—¿Cómo estás físicamente para hacer cuatro programas semanales?
—Bien, haciendo esto, bien. Si hubiera seguido con todas las cosas que tenía, no hubiese podido. Estaba excedido y por eso tuve un tema de estrés. Casi me desmayé en una reunión, fui al médico y me dieron unos índices que no estaban bien. Cosas de salud en algunas cuestiones que ya se pudieron solucionar, nada grave. Cuando hablé con mi analista, me dijo: “Tenés que largar algo porque no podés hacer todo esto, flaco”. Presidente de la Super Liga, tres reuniones semanales, San Lorenzo, manejar el fútbol profesional, el básquet; Ideas del Sur, el programa todos los días… Ya tenía firmado el contrato con Ideas y entendí que lo mejor era dejar el fútbol.
—¿Cómo aceptás y asumís algo que no te salió bien?
—Como acepto una derrota de cualquier índole. Mil veces a mí me cuentan todas las que gano y yo les digo, bueno, contame todas las que perdí porque si no, me estás poniendo en un lugar que no está bueno. Yo fui a la AFA, no perdí, empaté una elección. Intenté hacer un cambio, no se pudo. Hubo otra elección con una lista donde no me tuvieron en cuenta. Ganó Tapia, me parece perfecto, ésa es la elección de los dirigentes del fútbol argentino. Después me invitaron a participar. Trabajé, no se pudo, bueno, ya está. Me quedo con mucho agradecimiento por las personas, y todo lo que aprendí. Hoy estoy bien así, dándole tiempo y ganas al programa. La apertura me llevó diez días de grabación, la fílmica, y a los famosos llamando yo, conectando, no lo hubiera podido hacer.
—Cuando le preguntaron a Guillermina (Valdes) si te veía como presidente, contestó que si te lo proponías, podrías llegar.
—Le agradezco a Guille, y te digo, yo ante la pregunta contesté que no lo descarto. Y a partir de haber dicho eso, me llamaron un montón de personas, intendentes, gobernadores, todos preguntando “¿qué vas a hacer?, ¿qué querés hacer?”, pensarán “éste va a ser contra”. Y yo no estoy para jugar en este momento en política y, de hecho, si algún día lo hiciera, me gustaría capacitarme, prepararme. No me gustaría ser un advenedizo que llega de un día para el otro, sino estudiar un montón de cosas…
—¿Ser popular dificulta el vínculo con los poderosos económicos o políticos? Lo pregunto porque siempre hay roces: con el menemismo, la Alianza, el kirchnerismo y con el macrismo.
—Yo conduzco un programa popular y soy una persona cercana a la gente y creen que estar cerca de mí habilita a pensar que yo tendría que ser de determinada manera. De repente hago otra cosa. El programa tiene 28 años y ha trascendido más allá de los gobiernos pero no es que yo, el programa y por la política, nos ponemos a ver cómo atacamos a tal tipo. No. Cero. Hacemos humor.
—A propósito, ¿andás bien con el presidente Macri?
—Sí, perfecto, nunca tuve problemas yo. No sé él. Yo anduve siempre bien.
—La televisión abierta cambió, hay menos gente frente a la pantalla. Suar dijo, autocrítico, que no estaban pegándole en el gusto de la gente. ¿Qué decís vos?
—Una parte tiene razón y otra tenés que agregarle las nuevas plataformas. La tele compite contra el móvil como antes no competía. Nosotros éramos el programa de las 10 de la noche que veía toda la familia frente al televisor y hoy es un electrodoméstico porque todos los hijos de esa familia están con un teléfono en la mano con sistemas metiéndose en diferentes aplicaciones. Como productores tratamos de invertir en mejores cosas, mejores productos, mejores actores, en el caso mío, mejores escenografías, luces, estudios, participantes. Pero hay una tendencia que le ha sacado rating a la tele, que es el número crudo, frío, donde la gente que queda en la tele es aún más grande de la que veía antes. Se han perdido jóvenes. A esa hora, la composición es mayores de 40 años, 35 para arriba, 62% femenino, 38% masculino. Esa es la gente que nos va a ver a nosotros. La composición de ShowMatch siempre va a tener mayor composición femenina, un 57% y muy buena clase alta. Entonces, cuando a mí me dice qué número te parece a vos que harías, hago el análisis, el año pasado el programa número uno de la tele fue Moisés, con 17. Y atrás nosotros con 16.90 y pico, casi empate técnico, vamos a poner todo eso en 17. Si hoy los programas número uno hacen 13 o 14…
—Pero calculo que “El sultán” no es “Moisés”. Esta vez le vas a tener que ganar.
—No sé, salvo que nosotros llevemos gente a la tele, que ojalá pase. Para el primer programa, es como un partido de fútbol, un evento, me conformo con 25. Si yo tuviera un programa semanal, podría ser otro tipo de producción y tener otro promedio, pero no tendría el dinero por ahí para invertir. Tengo que hacer que me rinda ese dinero y eso son cuatro programas. Entre 13 y 14 puntos ese número está bien. Ojalá tengamos 15, 16, 17, pero pienso que así como la otra vez habíamos hecho 19 y bajamos a 17, hoy bajando 3 puntos en la tele, competimos por el primer lugar.
—¿Y cómo sentís reconvertirte si analizás que la tele abierta está así?
—Tratando de hacer dentro de un formato que hasta acá es exitoso, cambiándole algunas cosas. Al certamen de baile, nosotros tratamos de agregarle algunas parejas diferentes. Tengo mucha expectativa en las parejas no famosas. Porque siento que los conocidos, con el mayor respeto, ya están más o menos vistos.
—Salvo la Tigresa de Oriente.
—Sí, pero no sé si la gente que ve tele a la noche entiende su humor. La gente común le puede dar al programa. Lo tomé de la salsa de tres, cuando vino Momi, la mucama de Sabrina Rojas y Luciano Castro. Fue antológica, una mina común que viaja en bondi, que va al boliche y cuenta el levante que tuvo. Ahora hicimos un casting, se presentaron casi 7 mil personas, muchísimas más mujeres y hubo una selección linda. Hay una que la va a romper. Y vamos a hacer una cosita de ficción semanal conmigo de siete minutos todos los lunes.
Acerca del presupuesto en el “Bailando” para armar el elenco, ya no tiene figuras que cobraban cachets fenomenales, como Pamela Anderson o Tyson. “Es imposible pagar eso. Y además no sé si rendían; por ahí rinde para la foto previa pero en lo que es el transcurso del programa termina siendo, con todo respeto, más figura el cantante de Rombai. Por otra parte, no cumplen. Con Marta Sánchez: por ejemplo, te decía ‘No, justo, me salió un show en Andalucía’. Es cierto, no se puede pagar ese dinero, pero también necesitás que se comprometan”.
—Entre los participantes está Naia Awada, hija de Alejandro y sobrina de Juliana Awada, ¿qué pensas de la chica?
—Me parece interesante, es como muy explosiva en todas sus declaraciones, va, viene, tiene enfrentamientos, se amiga. No sé hasta dónde llega su personaje y su persona.
—¿Lo conocés al padre?
—Sí, sí, a Alejandro no lo conozco mucho, pero como actor es un genio total. Y creo que mi mujer vio una obra en el Cervantes de él y Alejandra Darín. Me contaron que está ensayando algo también con Melina Petriella. Estoy contento de que va a estar la hija de un amigo.
Este es el último año que Marcelo Tinelli tiene contrato con el Grupo Indalo. A fin de 2017, “se resolvería de cara a cómo terminamos. Y tengo el contrato que seguiría hasta 2022 de gerente artístico de la compañía. Como conductor finaliza en diciembre, termino y hay que discutir otra vez con ellos”. No se adelanta a predecir 2018, si seguirá o no, pero sí que lo va a contemplar. En rigor, habla con Fabián de Souza “y después negocia directamente mi abogado y Fabián Escoltore, con los dueños de Ideas. Yo a él (López) no lo veo”.
La tiene muy clara. Los problemas legales de Indalo no le incumben ni le afectan. Asegura: “Estoy muy tranquilo con todo lo que he trabajado. Yo vendí la empresa el año pasado, el 1° de abril del año pasado, el día de mi cumpleaños, y la empresa no es más mía. Son ellos los que manejan la productora y yo, un empleado contratado que tengo un contrato hasta fin de año para conducir un programa”.
Producciòn : Analía Melgar