La alianza entre el presidente Trump y Elon Musk se desmoronó abruptamente en un cruce público de acusaciones y amenazas, provocando fuertes implicancias políticas y económicas en Estados Unidos. La tensión se disparó luego de que Musk criticara el proyecto de ley de política doméstica impulsado por Trump, calificándolo como una “abominación repugnante” que aumentaría dramáticamente el déficit presupuestario. En respuesta, Trump amenazó con retirar miles de millones de dólares en contratos federales y subsidios fiscales destinados a las empresas de Musk. “La manera más sencilla de ahorrar miles de millones de dólares en nuestro presupuesto es cancelar los subsidios y contratos gubernamentales de Elon”, afirmó Trump en Truth Social. “Siempre me sorprendió que Biden no lo hiciera antes”.
Esta disputa pública representa un dramático cambio respecto a la relación amistosa que ambos habían cultivado en los últimos meses. Musk, quien apoyó activamente la campaña presidencial de Trump con donaciones superiores a 250 millones de dólares, era hasta hace una semana, asesor clave en el Gabinete presidencial. Trump lo había calificado a Musk como “uno de los más grandes líderes empresariales e innovadores que el mundo ha producido”. El punto de quiebre se intensificó cuando Musk afirmó en X que, sin su apoyo, “Trump hubiera perdido, los demócratas controlarían la Cámara y los republicanos estarían en minoría en el Senado por 51-49”. Trump replicó acusando a Musk de sufrir del “síndrome de trastorno por Trump” y aseguró haber sido él quien le pidió a Musk abandonar su rol en el Gobierno: “Elon estaba agotado, le pedí que se fuera, eliminé el mandato de vehículos eléctricos que forzaba a todos a comprar autos eléctricos que nadie quería y él simplemente enloqueció”. Musk calificó esta declaración como “una mentira evidente”.
Tesla en rojo. En medio de esta disputa, Musk sugirió la posibilidad de crear un nuevo partido político que represente al “80 por ciento del medio”, aprovechando su influencia y riqueza para transformar su frustración en acción política directa. El intercambio público afectó negativamente a sus empresas de Musk. Las acciones de Tesla cayeron más del 15%, provocando una pérdida de más de US$ 100 mil millones en valor de mercado. La preocupación entre los inversores radica en que el fin de los créditos fiscales federales de US$ 7.500 por vehículo eléctrico, podría costarle a Tesla unos US$ 1.200 millones anuales, aunque algunos analistas señalan que Tesla podría adaptarse mejor que fabricantes como General Motors o Ford, quienes invirtieron fuertemente en nuevas fábricas. Además, Trump amenazó con revisar los contratos federales otorgados principalmente a SpaceX, la compañía espacial de Musk, que en el último año obtuvo aproximadamente US$ 3.000 millones en contratos federales. Esta advertencia impulsó las acciones de compañías rivales, como AST Spacemobile y EchoStar.
Deportación. Por otro lado, Musk hizo declaraciones controvertidas, sugiriendo que Trump podría estar implicado en documentos relacionados con Jeffrey Epstein, el financista que se “suicidó” antes de ser condenado por delitos sexuales y tráfico de personas. Epstein, conocido por sus vínculos con figuras internacionales e influyentes, ha sido centro de múltiples escándalos debido a sus redes de tráfico sexual. Estas afirmaciones de Musk provocaron reacciones inmediatas del Partido Demócrata exigiendo transparencia sobre dichos documentos. Stephen Bannon, exasesor presidencial de Trump, aconsejó iniciar investigaciones contra Musk por su estatus migratorio y presunto uso de drogas, pidiendo además que se suspendiera su acceso a información clasificada durante dichas investigaciones. “Debería ser deportado inmediatamente”, afirmó Bannon. Por su parte, Kanye West, conocido por su cercanía con Trump, hizo en X un llamado público para que terminen su disputa: “Hermanos, por favor noooo!”.