PROTAGONISTAS
una pareja con música propia

“Yo fui su jefa antes que Alberto”, dice Yamina del Real, la cantante y esposa de Matías Kulfas

Esta artista performática mexicana vive desde hace una década en Argentina, pero los focos se posaron sobre ella cuando Matías Kulfas ejerció como ministro de Producción de Alberto Fernández. Además de economista, él es guitarrista y con su mujer y con Matías Albamonte, crearon un trío con el que, a un año de su renuncia como funcionario, volvieron a subirse a un escenario porteño con Yamina del Real como “la jefa de jefes”, ironiza ella sobre sus “dos Matías”.

2023_06_17_yamina_delreal_gtzaep_g
A escena. “Este proyecto musical lo comenzamos con Matías dos años antes de que fuera ministro”, dice Yamina del Real. | gtza.e.p.

A un año de su renuncia como ministro nacional, Matías Kulfas volvió a subirse a un escenario, pero para una presentación de su reciente libro, o para leer cartas que, como se sabe, pueden ser de alto voltaje. Lo hizo como guitarrista del espectáculo que su esposa, Yamina del Real presentó con sus “dos Matías”: Kulfas y Albamonte, en el Café Berlín. 

“Yo fui su jefa antes que Alberto”, dice Del Real con ironía, pero convencida; sobre todo ahora que él está fuera de la gestión pública. “Cuando era ministro, siempre se hizo un espacio los fines de semana para ensayar.  La complicación era tener el tiempo y las condiciones para tocar; y las críticas de unos y otros, que no podían entender que una persona con su capacidad, pudiera tener y hacer bien dos actividades laborales tan diferentes. Pero ya ves cómo es la visión corta: a todos les gusta la música, pero en el fondo hay ninguneo a los artistas. 

—¿Quién tiene la decisión final sobre cómo se interpreta una canción? 

Esto no les gusta a los autoritarios
El ejercicio del periodismo profesional y crítico es un pilar fundamental de la democracia. Por eso molesta a quienes creen ser los dueños de la verdad.
Hoy más que nunca Suscribite

—Obviamente, yo. Soy la jefa de jefes. (Se ríe). Es una broma, pero es verdad que casi todo el repertorio lo sugerí yo; y es lógico porque soy la única mexicana. Yo sugiero los temas y si nos gustan a los tres, y vemos qué suma, los dejamos. Y sobre los arreglos, les digo cómo me gustaría que fuera la atmósfera, el estilo, pero recaen en él y en  Matías Albamonte, hacen magia. Y en este show hay cierta complejidad que radica en que somos una cantante mexicana y dos guitarristas argentinos, haciendo música ranchera sin la fiesta del mariachi. Es un combo muy especial, y para mí, ahí radica su encanto. 

—Leíste su último libro “Un peronismo para el siglo XXI”? 

—Sí, cuando era un borrador. De hecho, me pidió que le hiciera una devolución. Y lo hice, me lo tomé muy en serio. 

—¿Seguís la política de Argentina y de México? 

—Sí, soy muy política, soy activista. Estoy enterada y tengo una opinión formada. Pero, acá (en Argentina) no expreso públicamente mis opiniones porque no es mi país, aunque llevo casi diez años viviendo acá. La mía fue y sigue siendo una situación delicada, por obvias razones. Y con México me pasa algo parecido: no estoy allá y siento que para hablar de la política de un país, debes ser seria y comprometida. El panelismo no es lo mío. 

—¿Cómo es eso?

—Viste que de repente hay gente –sin importar su formación, sea mucha o poca– que habla de todo con una liviandad que asusta. Hay que analizar profundamente las cosas. Qué, cómo, cuándo y para qué hacer o decir ciertas cosas, aportar desde otros lugares. Y también es cierto que no quiero ser centro de ataques o defenestraciones gratuitas. 

—Imagino que las redes son todo un tema... 

—Hace unos años bajé muchísimo mi participación en redes, porque necesitaba conectar desde otro lugar. Es decir, desarrollar ideas, crear, y hacer cosas tangibles y reales. No escondo quién soy, ni lo que pienso. Siempre he sido una persona tímida, lucho contra eso. Por eso prefiero que sea mi trabajo,  lo que hable por mí. Pienso que el activismo, el feminismo y sobre todo la creación, la fotografía,  la música, y la gastronomía, son mis trincheras. 

—¿Escuchaste lo que hizo Bizarrap con el mexicano Peso Pluma? 

—No lo escuché y no conozco a Peso Pluma, lo voy a escuchar. Siempre es bueno que la gente, y sobre todo los jóvenes puedan conocer lo que se hace en otros lados. México es un país muy diverso culturalmente: somos rancheras, sones jarochos, música de banda, corridos, música urbana, rock...

—¿Cómo ves lo que están generando estos jóvenes en la música iberoamericana? 

—Me parece genial que haya más plataformas, más opciones y más libertad a la hora de promover tu trabajo. No digo que estemos en el mundo ideal, lejos estamos de liberarnos de las exigencias y las modas del mercado. Pero sí hay más atajos para que los artistas en general, no sólo los emergentes, puedan expresar lo que quieren... Hay más espacios para lo disruptivo, lo nuevo. Sin importar si el mercado se lo come y lo escupe después. 

—¿Qué otras artistas de México se puede sumar a, por ejemplo,  Natalia Lafourcade, Lila Downs, Carla Morrison…? 

—¡Hay tantas! Silvana Estrada, Ely Guerra, Eugenia León, Jenny Pacheco, Sara Valenzuela, Ruido Rosa, Jessy Bulbo, o Cecilia Toussaint, una de las pocas cantantes de rock que había en la escena mexicana de los ‘80, se tuvo que ganar el derecho de piso y abrió el camino para muchas. Te preguntarás porqué solo nombro mujeres, y es que los hombres no necesitan más difusión. 

—¿Qué artistas estuviste escuchando? 

—Cazzu, Penny Pacheco, Vondré, Nina Suárez, Francisca Valenzuela, Billie Ellish y Rosalía, de quienes algunas cosas me gustan; otras, no tanto. Y descubrí a Eruca Sativa; no las conocía.