La crisis económica y social de nuestro país es sumamente grave. El PBI (Producto Bruto Interno) cayó en el segundo trimestre, el 19,1%, lo hizo a partir de niveles sumamente bajos, resultado de diez años de estancamiento y recesión.
El economista Martín Repetí observó que a fines de este año el Producto Bruto por habitante será igual al de 1975, aunque, claro, con unos niveles de desigualdad y de pobreza infinitamente mayores. El 40 por ciento de la población argentina está bajo la línea de pobreza. Eso a pesar de las ayudas gubernamentales. A fines de este año, dos de cada tres chicos argentinos, el 63,9% serán pobres. Uno de cada cinco vivirá en la indigencia. Es decir, la cantidad de alimentos que consuma no serán suficientes para compensar el gasto energético que su cuerpo realiza.
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En este escenario social y económico, las escuelas siguen cerradas. Ello no sólo incrementa la desigualdad. Desigualdad entre aquellos chicos cuyas familias pueden sostenerlos y que tienen además recursos tecnológicos para mantenerse relativamente vinculados con el proceso educativo y los que carecen de ambos recursos. El cierre de las escuelas afecta a todos por igual, al privarlos del contacto con sus pares y el contacto con sus maestras y maestros. La situación de la infancia argentina es muy preocupante y el ministro de Educación no parece darse por enterado.
Hay todavía una ventana de oportunidad para estabilizar la economía y propiciar una senda de crecimiento a partir del año próximo que permita, al menos mitigar parte del dolor social que esta situación está provocando. Pero eso exige, tanto del Gobierno como de la oposición, una actitud colaborativa, una voluntad de cooperación que no se está viendo. La calidad de la discusión pública argentina es sumamente baja. La agenda a la que se dedican gobierno y oposición no es la agenda que necesita la sociedad.
Es imperioso llamar la atención sobre la urgencia de concentrar los esfuerzos a favor de los intereses y las necesidades de la sociedad. No hacerlo provocará todavía más daños y creará una situación cada vez más insostenible de la que será sumamente difícil regresar.