SALUD
Bienestar en la tercera edad

Envejecimiento saludable: cómo vivir con plenitud la vejez y mejorar la calidad de vida

Promover entornos amigables, hábitos saludables y vínculos afectivos son pilares esenciales para alcanzar un envejecimiento activo, digno y con calidad de vida.

El envejecimiento saludable 20250625
El envejecimiento saludable. | CEDOC Perfil

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define el envejecimiento saludable como el proceso de fomentar y mantener la capacidad funcional que permite el bienestar en la vejez. En ese sentido, especialistas argentinos coinciden en que mantener la motivación por la vida y una integración social activa son claves para una vejez lúcida, vital y plena.

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Liliana Lombisani, jefa de servicio de geriatria del hospital B. Houssay de Vicente Lopez, docente UAI-UCES en pregrado de la materia geriatria y Directora Médica de Edificio Manantial -residencia de larga estadía- destaca que “el envejecimiento saludable no depende solo del cuerpo o la mente, sino también del entorno físico y social en el que la persona envejece”. Por eso, señala la necesidad de generar políticas públicas que favorezcan entornos amigables: desde la accesibilidad en la vía pública hasta el fomento de la inclusión y la participación comunitaria. “También es fundamental erradicar el maltrato y la discriminación por edad”, enfatiza.

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Deisy Krzemien, doctora en Psicología, investigadora del CONICET y docente universitaria, señala que el envejecimiento saludable está profundamente relacionado con el contexto socioeconómico, el género y los vínculos sociales. “No es solo biológico. Es cómo una persona define y percibe su propia vejez”, remarca.

Ambas expertas coinciden en que el cerebro humano conserva una plasticidad que permite, incluso en edades avanzadas o en presencia de enfermedades neurodegenerativas, mantener cierta funcionalidad gracias a experiencias pasadas y a un estilo de vida activo.

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Para Lombisani, el envejecimiento activo implica un compromiso personal: adoptar hábitos saludables, mantener controles médicos, dejar conductas nocivas, participar en actividades sociales, culturales y educativas, y mantener la estimulación cognitiva. “El objetivo es optimizar las oportunidades de salud, seguridad y participación para mejorar la calidad de vida a medida que envejecemos”, explica.

Krzemien agrega que hoy se llega a la vejez con mejor salud, más educación y mayor satisfacción personal que generaciones anteriores. Esto permite sostener vínculos saludables y explorar nuevas posibilidades de desarrollo, incluso en esta etapa de la vida.


La familia cumple un rol determinante para una vejez plena. Según Lombisani, los vínculos familiares fortalecen la autonomía, contienen emocionalmente, estimulan la autoestima y previenen el aislamiento. “Un buen entorno familiar puede ser la diferencia entre una vejez solitaria y una activa y digna”, señala.

Krzemien complementa: “El acompañamiento familiar debe basarse en el respeto y la no infantilización. Reconocer el poder de decisión del adulto mayor es clave, así como evitar miradas prejuiciosas que limiten su potencial”.

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El ingreso a una residencia de larga estadía, lejos de ser una renuncia, puede representar una mejora en la calidad de vida cuando existen condiciones que la familia no puede sostener: deterioro cognitivo, necesidades de atención médica compleja o riesgo físico, entre otras.

Lombisani destaca que, si se trabaja desde un enfoque interdisciplinario y centrado en la persona, estos espacios pueden ofrecer bienestar integral. Esto implica una atención médica y emocional coordinada, actividades recreativas, estimulación cognitiva, entornos adaptados y personal capacitado para generar vínculos y evitar la soledad.

Para Krzemien, muchas residencias están adoptando un nuevo paradigma centrado en la diversidad de trayectorias vitales y en ofrecer oportunidades de desarrollo y sentido de pertenencia. “La institucionalización no debe verse como un fin, sino como un nuevo capítulo, acompañado de afecto, respeto y calidad profesional”, afirma.

Tanto en el hogar como en residencias, el desafío del envejecimiento saludable no es individual, sino social. Implica generar condiciones que permitan a las personas mayores vivir con dignidad, seguridad y bienestar. Tal como coinciden las especialistas, envejecer no es perder, sino transformarse y seguir creciendo.

LV / Gi