Las enfermedades cardiovasculares (ECV) son la principal causa de muerte en el mundo y representan un desafío urgente para la salud pública. Cada año provocan más de 18 millones de fallecimientos a nivel global y, en Argentina, son responsables de casi 3 de cada 10 muertes, según datos oficiales del Ministerio de Salud. Un aspecto que genera preocupación es que las mujeres tienen entre un 20% y un 30% más de riesgo de mortalidad hospitalaria que los hombres tras sufrir un infarto.
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La doctora Valeria El Haj, Directora Médica Nacional de OSPEDYC, explicó que históricamente las enfermedades cardiovasculares se han asociado a la población masculina. “Durante décadas, la investigación se centró principalmente en los varones, generando brechas diagnósticas y de tratamiento que aún persisten”, afirmó.

Uno de los principales factores que alimentan estas diferencias es la forma en que se manifiestan los síntomas. “En los cuadros coronarios, las mujeres muchas veces no presentan el típico dolor en el pecho. Es frecuente que los signos incluyan falta de aire, fatiga intensa, dolor en mandíbula, cuello o espalda, mareos o náuseas”, señaló El Haj. Durante años, estas señales fueron catalogadas como “atípicas”, lo que contribuyó a diagnósticos tardíos y menor acceso a tratamientos tempranos.
Además de los infartos, existen otras condiciones cardiovasculares más frecuentes en mujeres y poco reconocidas, como la disección coronaria espontánea, la angina microvascular o los infartos de miocardio con arterias coronarias no obstruidas (MINOCA, por sus siglas en inglés). Estas patologías suelen quedar subdiagnosticadas, aumentando el riesgo de complicaciones graves.
Los especialistas advierten que la mayoría de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares son prevenibles. Entre ellos se destacan la hipertensión, el colesterol elevado, la diabetes, el tabaquismo, el sedentarismo y el exceso de peso. Se estima que más del 50% de los casos podrían evitarse con cambios en el estilo de vida y controles médicos regulares.
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Adoptar un estilo de vida cardiosaludable —con una alimentación equilibrada, actividad física constante, descanso adecuado, manejo del estrés y la eliminación del tabaco— resulta clave para disminuir la carga de enfermedad y mejorar la expectativa de vida.
La doctora Débora Vizcaíno, Directora Médica de Acudir Emergencias Médicas, destacó también la importancia de actuar con rapidez en caso de una emergencia. “Frente a un paro cardíaco, la supervivencia depende de una respuesta inmediata. La reanimación cardiopulmonar (RCP) puede duplicar o triplicar las posibilidades de sobrevida si se realiza en los primeros minutos”, explicó.
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Reconocer los síntomas, llamar al servicio de emergencias, iniciar compresiones torácicas de calidad y utilizar un desfibrilador automático cuando esté disponible son pasos fundamentales que pueden salvar vidas en cuestión de minutos.
Con motivo del Día Mundial del Corazón, especialistas remarcan que cuidar la salud cardiovascular de las mujeres implica un abordaje integral: prevención, diagnóstico oportuno y acceso a una atención médica de calidad. Informarse, adoptar hábitos saludables y capacitar a la comunidad en técnicas de RCP son herramientas efectivas para reducir la mortalidad.
“El mensaje es claro —concluyó Vizcaíno—: con educación, controles y acción rápida frente a emergencias, es posible cambiar la historia de miles de mujeres que hoy enfrentan desigualdades en la atención de su salud cardiovascular”.