SALUD
Estudio

Mortalidad cardiovascular en mínimos históricos: el avance médico que cambió el destino del corazón

Gracias a nuevos medicamentos, técnicas quirúrgicas e intervenciones preventivas, el riesgo de morir por enfermedades cardíacas quedó reducido a niveles inéditos, según datos de Our World in Data y la Universidad de Oxford.

Enfermedades cardiovasculares
Enfermedades cardiovasculares | Agencia Shutterstock

La reducción en la mortalidad por enfermedades cardiovasculares se destaca como uno de los grandes logros en la salud moderna: el riesgo anual de muerte por infartos o accidentes cerebrovasculares en Estados Unidos hoy es apenas una cuarta parte del registrado en 1950. Este destacable descenso refleja décadas de esfuerzos que combinaron innovación médica, tecnológicas y políticas de prevención.

El contraste entre épocas anteriores y la actual queda expuesto en el caso del presidente Franklin D. Roosevelt, quien en 1945 sufrió una hemorragia cerebral provocada por hipertensión no controlada. Entonces, la ausencia de pruebas diagnósticas como tomografía, resonancia o ecocardiografía condenaba muchas condiciones cardíacas. Hoy, fármacos capaces de controlar la presión arterial hubieran podido prevenir esa muerte.

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Según Our World in Data, varios países desarrollados (como Estados Unidos, Australia, Francia, Canadá, Alemania y Brasil) experimentaron caídas notables en la tasa por cada 100.000 habitantes, que pasó de más de 500 en los años cincuenta a menos de 150 en la actualidad. Esa mejora se traduce en mayor esperanza en lo que a enfermedades respecta y en una calidad de vida mejorada para millones.

Este progreso se atribuye al desarrollo farmacéutico: desde las estatinas para reducir el colesterol LDL, hasta los inhibidores de PCSK9, los betabloqueantes, inhibidores de la ECA y ARA II, diuréticos y trombolíticos, que juntos transformaron la atención de pacientes en riesgo.

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Por otra parte, las innovaciones quirúrgicas y diagnósticas fueron decisivas: la introducción de máquinas de circulación extracorpórea, marcapasos y desfibriladores implantables, junto con técnicas de imagen como ecocardiografía, TC o resonancias, permiten detectar y tratar enfermedades antes impensadas. Procedimientos como angioplastias con balón, colocación de stents o cirugías de bypass y reemplazo valvular transcatéter se volvieron rutina en el manejo moderno del paciente cardiovascular.

El fortalecimiento de la atención en emergencias y las campañas públicas también jugaron un rol central: líneas como el 911 (en Estados Unidos) o el 999 (en Londres), desfibriladores externos automáticos, reanimación cardiopulmonar y formación ciudadana para detectar síntomas tempranos redujeron drásticamente la mortalidad en los primeros minutos de un evento complicado.

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Múltiples causas de mejora

La caída sostenida en la mortalidad cardiovascular no es fruto de un único avance, sino de la combinación de políticas públicas, investigación científica y hábitos saludables. En este sentido, la promoción del control del colesterol, la presión arterial y la reducción del tabaquismo fueron piedras angulares en la estrategia global.

Las campañas educativas y los chequeos médicos periódicos permitieron que buena parte de los factores de riesgo sean detectados y tratados antes de causar daño irreversible. En este marco, la medicina preventiva se consolidó como pilar de la salud comunitaria.

A pesar de estos logros, las enfermedades cardíacas siguen siendo la principal causa de muerte en el mundo. Por eso, los avances recientes y las tecnologías emergentes ofrecen nuevas esperanzas: desde cirugías planificadas en 3D hasta medicamentos innovadores contra la obesidad, y estrategias conjuntas entre ciencia y políticas para sostener e incluso ampliar el progreso observado.


TC/ML