SOCIEDAD
Efemérides

Así fue la crónica de la primera y heroica expedición argentina al Polo Sur

Desafiando las temibles grietas antárticas de kilómetros de profundidad, las tormentas polares, los equipos sepultados, los trineos rotos, el riesgo de congelarse, en 66 días de travesía, 10 argentinos pisaron el vértice del triángulo antártico por primera vez en nuestra historia. Fue en 1965.

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Operación 90 Primera expedición argentina al Polo Sur | Cedoc Perfil y Archivo Histórico de del Instituto Antártico

El 26 de Octubre de 1965 una patrulla de 17 hombres del Ejército partió desde la Base General Belgrano, la más austral del país. Querían alcanzar un hito histórico: iniciar una marcha terrestre hacia el corazón del Polo Sur, en pleno casquete polar. 
Tras 66 días de travesía contra todo tipo de dificultades, finalmente pisaron el punto más austral de Argentina y del globo, el 10 de diciembre de 1965.

Recorrieron 2980 kilòmetros en una marcha lenta, repleta de peligros, dificultades e imprevistos  soportando penurias previsibles e imprevistas a -40º C. 

"Una tierra en donde se enseñorea una naturaleza hostil –la más fría y tempestuosa del planeta- reacia a los hombres, perros y máquinas y donde las tormentas polares y las interferencias magnéticas anulan las comunicaciones y afectan los instrumentos volviéndolos inexactos e influyendo, por lo tanto, en la inteligente confianza que el hombre debe depositar en los mismos”, describía el Coronel Jorge Leal, entonces Jefe del Grupo de Asalto.

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“Un lugar donde los lubricantes se convierten en sebo y los metales se cristalizan, donde las mejores aleaciones se quiebran al desintegrarse la materia", así resume el coronel Leal los trabajos de esa patrulla en su relato del viaje”, continuaba el relato de Leal en su diario de campaña.

¿Por qué lo hicieron? Por la decisión geopolítica de que la República Argentina “Ocupe, domine y administre” hasta el último de los confines de su territorio.

En cumplimiento de ese objetivo, el Ejército había decidido alcanzar por tierra el Polo Sur, el vértice más austral de la Nación. Si todo salía bien, no sólo significaba una proeza histórica sino sobre todo geopolítica: al lograrlo, Argentina demostraba su capacidad tecnológica y militar para estar presente en todo el territorio nacional.

Y todo salió como se esperaba. Además, los expedicionarios realizaron observaciones científicas, geológicas, gravimétricas y meteorológicas, como se espera de una comisión de expertos.

 

Primera expedición argentina al Polo Sur


El rompehielos Gral. San Martín navegó desde Ushuaia hasta la Base General Belgrano, la más austral del país, en la barrera de Filchner. Ese sería la base de la Operación 90, tal como se la denominó. 

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Cada 20 kilómetros se detenían para verificar si estaban en el rumbo correcto.

 

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Llevaron 6 tractores snow cat y 20 trineos de carga.

 

Sastrugis en el Polo Sur
Los temibles sastrugis son ondas de hielo que siguen la dirección del viento; algunos son más altos que un tractor.

El personal de la base austral ya llevaba dos años estudiando desde dónde se podría ingresar al interior del continente blanco. Querían instalar una segunda base de operaciones con víveres, combustible y herramientas, alejándose aún más de la barrera de Filchner, a la altura de los 83º de latitud sur, unos 500 kilómetros más al sur de la Base Belgrano.

El Capitán Gustavo Adolfo Giró, que ya tenía experiencia en las Bases San Martín y Esperanza, planificó todo lo que se necesitarían y le dieron el cargo de segundo Jefe de la Patrulla de Asalto. 

Giró reunió cuatro mecánicos, un experto en comunicación, dos topógrafos y un patrullero y partieron en marzo de 1965 hacia los 82º de latitud sur. La Patrulla de Asalto marchó primero para patrullar, evaluar peligros, jalonar la ruta y llevar las 50 toneladas de materiales que se necesitarían.

Antes de que comenzara la larga noche polar, el 2 de abril –vaya coincidencia con la Guerra de Malvinas- ya habían montado un refugio para recibir al resto. Fue la Base de Avanzada Científica Alférez de Navío Sobral. Allí se quedarían cuatro hombres

El plan inicial es que deberían esperar al próximo verano para iniciar la travesía, pero en un radiograma, Giró dijo que todo estaba preparado para iniciar la marcha y que esperar sería perder el tiempo e incluso contraproducente: “la masa de hielo de la barrera de Filchner está en continuo movimiento y la actual ruta, reconocida y enmarcada, puede en un plazo de dos años sufrir variantes que la anulen, perdiéndose los abastecimientos ya adelantados y el esfuerzo que ello significa”, dijo a sus superiores, y los convenció.

 

Crónica de la primera expedición


El 24 de octubre, partieron los trineos y tractores con el Teniente Goetz –la patrulla 82- y el 26 de octubre, a las 10 de la mañana, los siguió el resto. 

A pesar de la posibilidad de chocar fatalmente contra los sastrugis - unos surcos a veces muy profundos que son accidente topográficos cavados por la erosión del viento glaciar-, las tormentas polares, los equipos sepultados por la nieve, los trineos que se rompían, los peligros de la Gran Grieta que atravesaron cegados por la ventisca, el riesgo de congelarse o que los traguen las grietas más profundas, los tiempos muertos de espera esperando que pasaran las tormentas letales, y el reemplazo del Sargento Primero Guido Bulacio, que se había lastimado una mano, pese a todo eso, el 4 de noviembre llegaron a la Base Sobral.

El 18 de noviembre, sin embargo, ambos grupos volverían a separarse. La patrulla 82 ya tenía el mérito de haber sido la primera que, con 6 tractores, 20 trineos de carga y una patrulla de perros, llegó a donde nunca nadie había llegado antes, los 83º 2' de latitud Sur.

 

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Parte del equipo a las órdenes del coronel Jorge Edgard Leal, Jefe del Grupo de Asalto.

A solas con Dios


El grupo de asalto emprendió el resto del viaje a solas, sin vanguardia. Cada veinte kilómetros se detenían a verificar si estaban en el rumbo correcto.

Sobre los 83º de latitud Sur, a 1.900 metros de altura sobre el nivel del mar, armaron un nuevo campamento, Desolación, en honor al paisaje y al temor por lo que los rodeaba: una lucha constante para que la nieve no los tragara mientras intentaban soldar los trineos y equipos rotos. 

Desde los 86º de latitud Sur, los sastrugis eran cada vez más altos, superaban los tractores, pero no dejaron de marchar a tientas y en condiciones climáticas inimaginables hasta lalcanzar los 88º de latitud. Faltaban solamente 200 kilómetros para llegar a la meta y los temores crecían.

"...Ahora, y a pesar de nuestra confianza en la capacidad de los dos topógrafos y navegadores, no podemos alejar de nuestra mente la posibilidad de que un error de cálculo o instrumental, siempre factible (…)  pudiera habernos llevado a lugares que no sean lo que creemos y tenemos marcados en nuestra carta", escribía Leal, transmitiendo el sentimiento de todos, lejos del menor rastro humano de la civilización.

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Jorge Edgar Leal no perdió un día y decidió emprender la marcha en octubre, para no esperar que llegara el verano y con el "calor", los deshielos.

Recién el 8 de diciembre, el día de la Virgen, la marcha se les hizo más fácil y con los snow-cats alcanzaron los 2.645 metros sobre el nivel del mar.

Al día siguiente ya estaban envalentonados y, dispuestos a llegar o llegar, recorrieron el hielo helado durante 28 horas de marcha casi ininterrumpida. Se detuvieron en donde creían que sólo mediaban 45 kilómetros para alcanzar el Polo Sur y la base Amundsen-Scott, que había instalado Estados Unidos. 

Faltaba muy poco. Un sólo esfuerzo más y el triunfo final. 

Primera expedición argentina al polo sur (1965) 20221025
La base estadounidense Amundsen-Scott sobre los 90º de latitud sud, está habitada permanentemente.

 

Primera expedición argentina al polo sur (1965) 20221025
En la Base Amundsen Scott, el pabellón argentino recuerda la proeza argentina. El lugar donde se encuentra el asta de la Operación 90 es Sitio y Monumento Histórico de la Antártida.

Primera expedición heroica

Al día siguiente, el 10 de diciembre, el Coronel Leal paró el snow-cat, bajó del vehículo y plantó con todas sus ganas el pabellón argentino, a 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar, sobre la nieve dura que cobijaba el vértice sur del triángulo antártico nacional, a 90º de latitud sur, el punto más austral del continente blanco, nunca más literal que antes.

Agotados, pero felices, se tomaron cinco días para reponerse y el 15 de diciembre emprendieron la vuelta y regresaron al punto de partida. Antes se detuvieron frente a la Base Amundsen-Scott, de Estados Unidos, para izar la bandera que les había encomendado la Asociación Antártica Argentina, que allí quedó como único testimonio de que ese suelo ya tenía algunos secretos menos para los argentinos.

El asta de esa bandera plantada por los valientes de la Operación 90 fue declarado Sitio y Monumento Histórico de la Antártida.

A pocos metros, se encuentra sepultada en la nieve la tienda de campaña de Roald Amundsen, el explorador noruego que encabezó la expedición que llegó por primera vez al Polo Sur, el 14 de diciembre de 1911.

Primera expedición argentina al polo sur (1965) 20221025
Operación 90 fue un hito indiscutible en la historia de la  presencia argentina en la Antártida.

 

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El Protocolo de Madrid fue firmado en 1991 para garantizar el destino exclusivamente cientìfico de la presencia en la Antártida. Fue ratificado por Argentina.

Allí se encuentra también la señal del Polo Sur Geográfico Meridional, custodiado por las banderas de las naciones que fueron las primeras firmantes del Tratado Antártico.

El 31 de diciembre de 1965, los expedicionarios hicieron el mejor brindis de su vida en la Base Belgrano.

Cada 22 de febrero se conmemora el Día de la Antártida Argentina ya que ese día, pero del año 1904, se inauguró el Observatorio Meteorológico en la Isla Laurie, Orcadas del Sur, que luego sería la Base Orcadas.

MM/fl