Una impresionante boda multicultural, como no se ha visto en la historia de la monarquía británica, selló el matrimonio del príncipe Harry con la actriz estadounidense Meghan Markle ante la mirada de la reina Isabel II y otros 600 invitados. Las calles de la pequeña aldea de Windsor se colmaron de turistas y británicos que acompañaron a la pareja en una boda real atípica.
Meghan se casó en el Castillo de Windsor con el popular príncipe nieto de la reina Isabel II e hijo de la fallecida princesa Diana, en una boda atípica en la que predominaron los invitados, las voces y los sonidos afroamericanos. El obispo afroamericano de Chicago Michael Bruce Curry pronunció un estruendoso discurso mientras un coro gospel entonó el clásico de los años ‘60 “Stand by me”, del fallecido Ben King.,
El príncipe Harry y su padrino de boda y hermano, Guillermo, llegaron unos 20 minutos antes a la iglesia, vestidos de uniforme militar de gala del cuerpo de los Blues And Royals. El novio sirvió varios años en el Ejército y desde diciembre pasado es capitán general de los Royal Marines. Horas antes, su abuela, la reina Isabel II, le “regaló” los títulos de Duque de Sussex, Conde de Dumbarton y Barón Kilkeel.
Markle llegó a la Capilla de San Jorge en un Rolls Royce Phantom IV de los años '50 acompañada por su madre, Doria Ragland. Utilizó una tiara confeccionada en 1932 para la reina María, un largo velo y un vestido clásico y sencillo de manga larga y escote barco diseñado por Clare Waight Keller, de la casa de modas Givenchy, según informó la Casa Real.
En ausencia del padre, que fue operado del corazón en Estados Unidos, la novia fue acompañada hasta el altar por su suegro, el príncipe Carlos de Inglaterra. Más de 600 personas contemplaron el camino de la novia a lo largo de esta capilla de seis siglos de historia, en la que se encuentran sepultados los restos de una docena de reyes y reinas. “Estás increíble, te extrañé”, murmuró a su prometida un príncipe Harry que se conmovió hasta las lágrimas cuando la vio.
El Reverendísimo Obispo Michael Curry, el primer obispo afroamericano y primado de la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos, pronunció un encendido discurso titulado “El poder del Amor”, durante la ceremonia de la Capilla de San Jorge.
El norteamericano abrió su sermón con las palabras del líder de los derechos civiles, Martin Luther King, quien dijo: "Debemos descubrir el poder del amor, el poder redentor del amor. Y cuando lo hagamos, podremos hacer de este mundo viejo un mundo nuevo. El amor es el único camino”.
Ante la mirada expectante de la congregación, no muy acostumbrada a su efusivo estilo, Curry agregó: “Hay poder en el amor". No lo subestimes. Ni siquiera te sientas excesivamente sentimental. Hay poder, poder en el amor”. “Hay poder en el amor”, reiteró el obispo, elegido por Meghan para participar de su boda. “El amor puede ayudar y sanar cuando nada más puede hacerlo. Hay poder en el amor para levantar y liberar cuando nada más lo hará”.
El castillo de Windsor, una fortaleza normanda de 1.000 años de antigüedad, se blindó al igual que la pequeña ciudad que lo rodea, con barreras de contención, tránsito cerrado en las calles céntricas y francotiradores de la policía en las terrazas.
Una veintena de príncipes y princesas de la familia real británica completaron una lista de invitados de lo más variada, que incluía a cantantes como James Blunt y Elton John, deportistas como David Bechkam y Serena William, actores como George Clooney, Tom Hardy e Idriss Elba, y la estrella de la televisión estadounidense Ophra Winfrey.
Se estima que unas 100.000 personas salieron a las calles de Windsor para saludar a los novios con banderas británicas, en un recorrido de media hora de duración que los condujo desde la capilla hacia el gran parque de Windsor y de regreso al ala sur del castillo.
Los británicos le dieron la bienvenida a la familia real con fiestas callejeras y picnics, mientras que la cerveza fluirá hasta muy tarde en los tradicionales pubs del reino. Una vez en el Castillo, los recién casados serán agasajados por la reina Isabel II con un espléndido almuerzo en el salón San Jorge, escenario de los más fastuosos banquetes de Estado.
