La reina Isabel II de Inglaterra le dio al príncipe Harry el regalo más importante de su vida, un título que le asegura a su futura esposa a su descendencia un lugar entre la alta nobleza británica. La monarca, de 92 años, aprobó otorgar a su nieto favorito los títulos de Duque de Sussex, y los títulos 'subsidiarios' de Conde de Dumbarton y Barón Kilkeel.
La adjudicación de este título a Harry, que se casa este 19 de mayo, implica que Meghan Markle pasará a llamarse desde el momento del "sí, quiero" Duquesa de Sussex y se la trate oficialmente de "Su Alteza Real" (Her Royal Highness). En Escocia e Irlanda del Norte Meghan será conocida Condesa de Dumbarton y Baronesa Kilkeel respectivamente.
Seguramente a partir del día de su boda el nombre de Meghan Markle, una ex actriz estadounidense, ya sólo se escuchará raras veces, ya que es probable que renuncie a su apellido de soltera al igual que lo hizo la esposa del príncipe Guillermo, Catalina Middleton.
Los nuevos títulos aseguran, además, que los eventuales hijos de la pareja tengan un lugar en la nobleza inglesa (o "peerage"): de acuerdo con las normas dinásticas firmadas por el rey Jorge V en 1917, los de Harry y Meghan no serán príncipes pero tendrán el rango de hijos de "Lores" y "Ladies". El mayor de sus hijos varones, además, será Conde de Dumbarton desde el momento de su nacimiento y todos llevarán el apellido Mountbatten-Windsor.