"Cuando los hombres dicen 'malco' están reconociendo que no lo saben hacer"

Minutos antes de que comience la función de Algo sobre mi madre; todo sería demasiado , la actriz y humorista uruguaya recibe a Perfil.com en su camarín de la Casona del Teatro. Haciendo gala de su facilidad para identificar y desgarrar mitos machistas, Gabriela Acher escucha divertida las preguntas y responde de manera ágil, convincente y polémica.

-¿Cuáles creés que son las alteraciones de carácter, conducta o personalidad que suele acarrear la falta prolongada de sexo?
-Escuché a un especialista decir que puede afectar mucho a la memoria, pero no me acuerdo quien era.

-¿Considerás que la abstinencia produce lo mismos efectos en hombres que en  mujeres?
-Supongo que para ellos debe ser peor, porque si no, los hombres no serían capaces de casi cualquier cosa para tener sexo, y de tener sexo con casi cualquier cosa. 

-¿Por qué considerás que existe el mito de la "malco" y no hay término que defina al hombre que tiene mal sexo o directamente no tiene?
-Porque ese mito lo inventaron los hombres, sin darse cuenta de que- al afirmar que una mujer es "malco", para disminuirla- en realidad lo que están afirmando es que ellos no lo saben hacer. Si no, le tendrían que haber puesto "sinco". Además, si creemos en las palabras de Woody Allen, podemos inferir que los hombres prácticamente nunca tienen "mal sexo" porque en un diálogo de la película Manhattan su personaje decía: "Sólo las mujeres pueden tener orgasmos buenos y malos, pero el peor que yo tuve fue
perfecto." 

-Algunos especialistas nos aseguran que lo determinante no es la falta de sexo sino la ausencia prolongada de una relación. ¿Considerás que la falta de sexo es tan inocua?
-Que sea más o menos inocua depende mucho de tu nivel hormonal. 

- ¿Creés que es tan fácil para la mujer como para el hombre acceder a tener  sexo sin compromiso? ¿Afronta los mismos prejuicios?
-Por supuesto que no. Ella no sólo afronta más prejuicios, sino más riesgos. Además, al hombre no le importa pagar por sexo, por ejemplo, porque él está identificado con su dinero, no siente que lo disminuya. Eso le permite tener sexo cuándo quiere y cómo quiere. Esto es completamente distinto para la mujer, ya que ella, si tuviera que pagar por sexo, sentiría que no sólo la disminuye a ella sino que lo disminuye a él, y por lo tanto la distancia de aquello que indica que la sexualidad femenina necesita del hombre para florecer.

*Redactores de Perfil.com.