Durante diez años, Erica Borda (47), trabajó como chofer de la línea 140 del ex Grupo Plaza. Mamá de cuatro hijos, hizo el mismo recorrido durante varios años, en distintos turnos. Antes de entrar a trabajar ahí había empezado medicina, pero con la maternidad no pudo seguir. Manejar le gustaba.
Pero en 2010 la echaron y desde entonces, no volvió a conseguir trabajo como chofer, pese a contar con registro y experiencia. Denunció discriminación en el rubro hacia las mujeres, y hace pocas semanas, un fallo de la Justicia Laboral porteña le dio la razón, e instó a las empresas de transporte metropolitano a revisar sus protocolos de selección de personal y revisar cómo abordan la cuestión de género.
“La idea era abrir una puerta para futuras generaciones de mujeres. Cuando me quedé sin trabajo, fui a muchas empresas a buscar trabajo, me manejé con conocidos, choferes, inspectores de varias líneas. Toqué puertas en empresas de Capital y de Provincia. Pero la respuesta siempre fue la misma: “Mujeres no tomamos. En el 99% de los lugares ni siquiera me aceptaban el curriculum”, explica.
Desde su despido del Grupo Plaza –que hasta que la echaron era la única empresa que en aquel momento empleaba mujeres– empezó a denunciar discriminación. Fue a la UTA, su sindicato, para que la ayudaran. “Ni siquiera pretendía de chofer, de maestranza, limpieza, lo que fuera”. Pero nada. Consiguió trabajo manejando un micro escolar, pero no ganaba lo mismo que como chofer urbana. Ahí fue donde decidió estudiar Enfermería –hoy trabaja en un sanatorio–, y empezar a denunciar su situación.
“Hablé con compañeras que habían sido despedidas, y en 2012 empecé a tocar puertas. En 2014, la Defensoría del Pueblo tomó mi caso e inicié dos causas, una a nivel general, para que todas las líneas incorporen mujeres; y otra para mí, para insertarme en alguna”, explica. Durante todos estos años presentó casos puntuales de cómo se sintió discriminada en un rubro que ella denomina “machista”. “Yo me presentaba en avisos donde se buscaban choferes con experiencia y registro. Pero cuando llegaba, se sorprendían. Y cuando llamaba me decían que no contrataban mujeres, o que no tenían baños ni infraestructura. Todas excusas” dice.
Antecedente. Su caso no es el único que llegó a la Justicia. En 2014, la Corte Suprema de la Nación le dio la razón a Mirtha Sisnero, una mujer salteña que denunció que en su provincia no le daban trabajo como chofer, por ser mujer. “No era una cuestión de vacantes, por eso decidí publicar una carta de lectores en el diario, donde decía que quería manejar colectivos, como pasaba en otras provincias”, recuerda. En agosto consiguió trabajo en una empresa de transporte, pero no como chofer. “Me dijeron que cuando se abra una vacante, voy a manejar un colectivo, pero ingresaron varones y a mí no me toman como chofer. Yo sigo insistiendo, y me siguen diciendo que tengo que esperar”, remarca.
UTA: “No se presentan”
Desde la Unión Tranviarios Automotor (UTA), que nuclea a los trabajadores del transporte colectivo y subterráneo de pasajeros, sostienen que el motivo por que el que no hay mujeres al volante es porque no se presentan.
“La realidad es que no hay cupo femenino ni masculino. Las empresas necesitan choferes y los que se presentan siempre son hombres”, dice Mario Calegari, secretario general de UTA, a PERFIL.
“Si saben manejar, pueden trabajar, siempre y cuando se necesite personal. Hay que preguntarles a quienes eligen el personal por qué no toman mujeres. En el subterráneo tenemos un montón de mujeres conductoras”, agrega.
Borda dice que en el proceso judicial, en el que aportó testigos y pruebas de que ella buscó insertarse, las empresas decían que el motivo por el que no contrataban mujeres era ése, que no se presentaban. “¡Pero yo sí me presenté”, insiste.