SOCIEDAD

Fervor papal vuelca a miles de porteños al Vía Crucis

Una multitud siguió la procesión por Avenida de Mayo. Galería de fotos

Miles de personas atraídas por la figura del Papa Francisco participaron del Vía Crucis porteño.
| DyN.

Con motivo de la "papamanía", miles de jóvenes y familias participaron este Viernes Santo, a lo largo de la Avenida de Mayo, del Vía Crucis de la Ciudad, la evocación de la pasión y muerte de Jesucristo en la cruz, a la que el papa Francisco asistía mezclado entre los fieles.

Los peregrinos caminaron a paso lento por la tradicional arteria porteña, donde se recrearon las 14 estaciones de la vía dolorosa.

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Al llegar a la Plaza de Mayo, los asistentes escucharon un mensaje del obispo auxiliar de Buenos Aires, monseñor Eduardo García.

"Más 40.000 personas participaron de este encuentro de fe y unidad, en el recuerdo de nuestro Papa, Bergoglio, que nos acompañó durante años por estas calles porteñas", dijeron a DyN voceros de la Asociación Amigos de la Avenida de Mayo, a cargo de la organización junto con el Arzobispado de Buenos Aires.

El Vía Crucis se inició con la representación de la condena a muerte de Jesús sobre una tarima levantada en la Plaza Lorea, próxima al Congreso, después de una meditación de monseñor García.

"El Papa nos acompaña desde Roma", gritó un joven en medio de aplausos.

Al llegar a Plaza de Mayo, los fieles fueron testigos de la representación de la crucifixión de Jesús, teatralizada por un grupo de actores en un escenario a modo de Monte Calvario.

Luego se realizó la ceremonia simbólica del entierro de Jesús, cuya imagen yaciente fue llevada hasta la catedral metropolitana, donde fue recibida y depositada junto al altar mayor para su veneración.

Ayer, en el comienzo del triduo pascual, el administrador arquidiocesano de Buenos Aires, monseñor Joaquín Sucunza, leyó en la misa crismal una homilía que Bergoglio escribió antes de ser elegido Papa, en la que incluye críticas a los sacerdotes que se encierran en sí mismos y no salen al encuentro de los más necesitados.

El prelado porteño también presidió la misa de la Cena del Señor en la parroquia Virgen de los Milagros de Caacupé, en la villa 21-24, del barrio porteño de Barracas.

Allí, Sucunza realizó el lavatorio de los pies de doce madres que sufrieron las muertes de sus hijos en casos de violencia, siguiendo la tradición que Bergoglio cumplía en Buenos Aires cada Jueves Santo "junto a los olvidados", tal como los llamaba.