SOCIEDAD

Habla la mujer del gasista: "No se escapó, salió a pedir ayuda"

Dice que él le dijo al portero que avisara a los vecinos. Y que Litoral Gas “se lava las manos”.

Bomberos. Tras la explosión y el derrumbe, sobrevino un incendio en la torre que da al frente. Rosario no olvidará nunca este martes 6 de agosto.
| Cedoc

Desde Rosario

El rostro de Estela González está marcado de tanto llorar. Se la ve aturdida, mal. Hace cuarenta años que está casada con Carlos Osvaldo García (62), el gasista que el martes pasado estaba trabajando en el edificio rosarino de Salta y Oroño, donde se produjo la explosión por un escape de gas, que hasta el momento dejó trece personas fallecidas. Nacieron en Rosario y tienen cuatro hijos.
En diálogo con PERFIL, Estela definió a su marido como una “buena persona”, que “siempre la peleó desde abajo”. Además, dice que después de veinte años de trabajo estaba por retirarse y que dudó a la hora de aceptar el trabajo de la calle Salta. Desde el martes, García se encuentra detenido –también lo estuvo hasta ayer su ayudante, Pablo Miño– por estrago culposo.

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—¿Qué cree que pasó?

—Esto no es algo que el gasista fue a abrir y nada más; lleva un proceso en el que el gasista tiene que ir a Litoral Gas, llevar los papeles, la empresa tiene que mandar un inspector para ver si puede hacer el trabajo, y recién ahí la empresa da el ok. Si él fue a hacer el trabajo, fue porque primero dio el ok Litoral Gas. Qué pasó después en el área de trabajo no te lo puedo decir porque yo no estaba.

—¿Él le comentó algo de la situación del edificio?

—Me dijo que antes de que él fuera a hacer este trabajo había denuncias de tres años. El dudaba en agarrar el trabajo, que lo tenía que hacer una persona muy responsable. Por eso fue varias veces a pedir la aprobación de Litoral Gas, porque si la empresa no lo hace, el gasista matriculado no puede tocar nada.

—¿Sabe si alguien más había trabajado en el lugar?

—Antes de que él aceptara había ido otro gasista. No sé qué pasó, yo lo único que digo es que es un hombre muy responsable y no es que él fue y se metió, sino que Litoral Gas, que hoy se lava las manos, dio el ok.

—¿Qué hizo su marido en el momento de la explosión?

—Por lo que tengo entendido y dicen algunos testigos, él llama a Litoral Gas y no lo atienden. Entonces encuentra un patrullero y pide ayuda. Algunas personas señalan que ahí él se sube a la chata, cuando en realidad pedía ayuda. Y el muchacho que cuida las herramientas detiene el tránsito.

—¿Litoral Gas nunca respondió a sus llamados?

—El tiene todas las grabaciones de pedidos de ayuda grabadas en su celular y las presentó el abogado. Está registrado el auxilio que alcanzó a pedir. Obviamente que la presión de gas era grande. El tuvo un preinfarto por la expulsión que sufrió y golpeó contra algo. Cuando se levantó del piso le pidió al portero que interviniera. Porque Carlos antes de hacer el trabajo le dijo al portero que previniera a los vecinos, que vaya departamento por departamento, que cerraran la llave de gas y apagaran lo que tenían encendido.

—Entonces no cree que se escapó.

—El no corrió, no es que se iba, no es que se subió para escapar, sino que salió por ayuda, fueron minutos, segundos. Estoy dolida por la gente, por los medios, por mi familia, porque no se lo merecía. El no se lo merecía.

—¿Lo pudo ver detenido?

—Lo pude ver unos minutos y está muy desconsolado, muy acongojado.

—¿Conoce al ayudante, Pablo Miño?

—No lo conozco, porque mi esposo es muy reservado con su trabajo. Siempre me dice que los problemas del trabajo no se llevan a la casa, pero lo conocía y como necesitaba una changa lo ayudó dándole el empleo. Es un muchacho de trabajo que lo ayudaba a Carlos, nada más.

—¿Cómo trabajaba su esposo?

—El estaba haciendo su trabajo muy responsablemente, es un profesional; además recorré el barrio y todos te van a decir que toda la instalación de gas la hizo él. Podés ir a Funes y averiguar los antecedentes de mi esposo, no tiene una entrada policial, jamás estuvo en una comisaría.

—¿Hace cuánto que es gasista?

—Tiene más de veinte años de experiencia y es uno de los mejores gasistas de Rosario. Por eso se le dio este trabajo. Yo le dije que no lo hiciera, porque a veces es como una intuición que una como esposa tiene. El me comentó que éste iba a ser su último año en gas. Había decidido un tiempo de paz.