SOCIEDAD
segun la fundacion foundchild

Hay hasta diez consultas por mes de padres por la restitución de sus hijos

Esta semana, Elizabeth Avalos encontró a su hija Alum en Indonesia, ocho meses después de que su papá se la llevara. Cómo son los procesos para lograr una revinculación exitosa.

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Elizabeth y Alum. Tras 8 meses, se reencontraron en Indonesia. Esta semana vuelven al país. | facebook

La próxima semana, Elizabeth Avalos volverá al país con su hija Alum, a quien buscó durante ocho meses, luego de que su papá se la llevara del jardín de infantes, en Flores, y luego de atravesar varias fronteras, llegara finalmente a Indonesia, país donde la encontraron y restituyeron con su mamá esta semana. Ahora ambas se encuentran en Malasia, esperando volver al país.

El caso de Alum, a quien su papá se llevó del país con un permiso de la madre que ya no tenía validez, luego de que le dieran la tenencia a ella, se enmarca dentro de lo que se conoce como sustracción de menores o traslado ilegal. Luego de cruzar a Bolivia, logró ir a Malasia e Indonesia, países donde, al no haber adherido al Tratado de La Haya, la restitución al padre que lo demanda no es una obligación. En este caso, por la actuación conjunta de Cancillería, Interpol, la Justicia y las autoridades de Indonesia, el reencuentro de Alum con su mamá pudo darse casi de inmediato. Pero no siempre suele ser así, ya que en algunos casos las batallas judiciales pueden llevar años (ver aparte).

Y si bien en el país no existe registro de cuántos casos de secuestro parental o sustracción de menroes se dan –el único registro que existe es el de la Convención de La Haya, que se ocupa de estos casos–, desde FoundChild, la fundación de Gabriela Arias Uriburu, quien hace veinte años pasó una situación similar con sus tres hijos, Karim, Zahira y Sharif, que finalmente quedaron viviendo con su padre en Jordania, y hoy es referente en el tema, reciben un promedio de diez consultas mensuales sobre cómo manejarse en casos de restitución. Allí, cuentan con profesionales en derecho internacional, que los asesoran en cómo proceder.

Suelen darse tres casos principalmente: los traslados ilícitos, que es lo que más pasa; los secuestros parentales, que suceden menos, y cuando las mamás o los papás deciden volver al origen y no regresan donde vivían, que es lo que más se ha visto, según cuenta Arias Uriburu. “Nosotros a veces recibimos hasta tres o cuatro consultas por semana. No hay una cuestión de género, sucede con padre o madre”, agrega.

Para ella, sería importante incorporar un protocolo de acción ante casos como el de Alum y el de tantos chicos, que en medio de enfrentamientos entre sus padres quedan rehenes de la situación. “Es importante que exista un protocolo de acción que favorezca a los chicos. Y también que se capacite a las escuelas. Y que siempre los padres, ante una situación así, tengan un abogado especializado en mediación. Porque la tragedia más grande para el chico es judicializar el caso”, aporta. Las vacaciones y las fiestas de fin de año es cuando más suelen darse estos casos, y entre los países que más aparecen –según la Fundación– están España y Estados Unidos.

Dado que los procesos judiciales internacionales podrían llevar años, los Estados unificaron criterios para que todos puedan actuar del mismo modo, mediante el Tratado de La Haya. Sin embargo, no todos los países lo firmaron, como en el caso de Indonesia.

“Lo importante es crear procedimiento que logre la restitución en los plazos que sean lo más breves posible”, aporta Virginia Mathieu Renom, abogada de la fundación, especializada en Derecho Internacional. Y explica que “lo ideal sería que siempre haya mediación, pero no es el camino más fácil. El único que puede hacer el pedido de restitución es quien tiene la custodia. Se pide ante la autoridad central argentina o del país donde los chicos estén. Se puede hacer vía judicial también, pero la ley modelo sugiere que intervenga autoridad central –como sucedió en el caso de Alum–. No es lo común la demanda y no siempre el padre que pide restitución pide detención”, explica.

Las resoluciones son largas, y pueden durar años. Y hay casos en que el padre o madre que logra la restitución termina cediendo para que sus hijos no tengan que irse a vivir, otra vez, a otro país. “Eso es poner el interés superior del niño, como corresponde, que está antes que el interés de los padres”, culmina la abogada.


Peteco Carabajal y su hijo, juntos tras 32 años

“Dónde estará la estrella azul, ya no podré con mi dolor, en otros cielos brillará esa estrellita del amor”, escribió Peteco Carabal a su primer hijo, Juan Antonio, con quien se reencontró después de 32 años, en Viena. “He podido comenzar un nuevo círculo de la vida. Yo durante 32 años estuve ligado a esta historia, siempre en silencio”, contó al diario Clarín, tras el reencuentro con su hijo, que trabaja en la ONU y vive en Austria, y a quien ya invitó a conocer “su” Santiago del Estero y a reconstruir su relación de a poco. Carabajal perdió contacto con su hijo apenas nació, cuando su madre, entonces empleada de la embajada austríaca en Argentina, se lo llevó y diluyó el vínculo con el músico.

Silvia Chaparro “Fue duro, pero elegí un camino pensando en ellas”

Silvia Chaparro vive en Asturias. Llegó a España hace más de quince años, escapando de la crisis argentina, con su entonces pareja –ambos argentinos– y sus dos hijas. Allá tuvieron a la tercera. En 2009, siete años después de haber llegado, se divorciaron, y la custodia de las nenas fue para Silvia. “Al principio estuvo todo muy bien. Pero mi ex marido empezó a tener dificultades económicas y acá empezó la crisis también. Y en 2010 se fue con mis hijas a Argentina sin pedirme permiso ni decirme nada”, cuenta. Entonces las chicas tenían 13, 9 y 6 años.

“Hice todo lo que marca el Convenio de La Haya, siguiendo todos los pasos que marca el convenio de sustracción de menores, pero no hubo manera de que ellas volvieran. Por mis problemas económicos, recién en diciembre de 2015 pude viajar a Argentina”, cuenta. Durante esos años, el vínculo que mantuvo con las chicas fue a través de su familia, muy esporádico. Por eso, una vez que logró venir al país, cuando la Justicia finalmente le dio la razón y se ordenó la restitución de las nenas con la madre, tuvo que generar un acercamiento con las hijas que no fue fácil. “Eramos unas extrañas”, cuenta. Con la intervención de Arias Uriburu en la mediación, lograron acordar que las chicas quedaran viviendo en Argentina, ya que no querían volverse a España. “Fue muy duro, pero es un camino que se toma pensando en el bienestar de ellas, que ya habían crecido allí. Ahora tenemos contacto”, cuenta.

Anta Liboreiro “Fueron meses interminables”

En 2011, Anta Liboreiro se fue a vivir con su pareja a Australia, donde se enteraron de que serían padres de Vairea. La nena nació en Chile, país de origen de él; y cuando cumplió un año se instalaron en Melbourne. Pero en 2014 se separaron, y todo cambió. Si bien al principio tenían un régimen de visitas acordado de palabra, donde la nena, de tres años, pasaba tres días con su papá y cuatro con su mamá; a fines de ese año, cuando Anta empezó una nueva relación, el padre se llevó a Vairea a Chile.

Seis meses tardó en volver a reencontrarse con su hija, en medio de un camino difícil. “Por la edad de ella, fue traumático. Tuve que golpear muchas puertas”, cuenta. Tras pasar por instancias judiciales, abogados, que el padre incumpliera visitas y se mudara con la nena sin avisarle –pasó hasta cuarenta días más sin verla–, logró la tenencia y la restitución a Australia.

Ahí empezó otro proceso, porque la familia de él le puso demandas para que no saliera del país, y la visa australiana tardaba mucho, por lo que decidió que lo mejor para ambas era empezar una nueva vida en Chile. “Lo peor ya pasó, esos seis meses fueron interminables. Vai tiene 6 ahora, ya pasaron tres años de eso. El la ve cada 15 días, pero está pidiendo la tenencia en otro juicio”, cuenta.