La escritora argentina Gloria V. Casañas es conocida por sus textos románticos, situados en lugares y momentos históricos. Y para su última novela, En el huerto de las Mujercitas (Penguin Random House), se inspiró en un lugar mágico: la casa donde vivió y trabajó Louisa May Alcott, en Estados Unidos. Aquí recrea en exclusiva ese recorrido y revela los secretos mejor guardados de la autora del best seller, reivindicado hoy como feminista por distintas referentes de la literatura, que inspiró la película de Greta Gerwig nominada al Oscar.
"Viajar a través de los libros es hermoso, pero viajar y encontrar los lugares donde transcurrieron nuestras lecturas es un regalo inesperado. Eso fue lo que me ocurrió durante un viaje académico que hice a Massachusetts, Estados Unidos.
¡Descubrí que la casa de las “Mujercitas” existía! Orchard House emerge entre los bosques de Concord con sus tejas castañas, su chimenea humeante y su pequeño porche, llevándonos a ese umbral suspendido entre la ficción y la realidad, creando la ilusión de que caminamos entre las páginas de un libro. Y no de cualquier libro, sino del que marcó la infancia y la adolescencia de casi todas las escritoras y gran parte de los lectores de todo el mundo.
Mujercitas: Secretos de un clásico imbatible
Mujercitas sigue siendo una lectura iniciática, y la que más se recuerda por la cantidad de veces que la hemos releído. Crecimos con esa novela, pero tal vez nunca sospechamos que podíamos vivirla también, visitando Orchard House, la casa que su autora, Louisa May Alcott, habitó junto a su familia en el apacible Concord, rodeada de vecinos ilustres como Ralph Waldo Emerson, Henry David Thoreau o Nathaniel Hawthorne.
Recorrer las habitaciones, conocer el escritorio mínimo sobre el que Louisa escribió su afamada novela, espiar el parlor donde celebraban sus tertulias, o descubrir las iniciales de la madre, Abigail Sewall, en la vajilla del cristalero, supone un impacto emocional profundo. ¡Entonces era cierto! Aquí vivieron las hermanas March, es decir, las hermanas Alcott. En este sofá anticuado rieron, soñaron, y sufrieron las primeras pérdidas de sus vidas.
Yo sentí que acababa de conocer a Louisa May Alcott recién luego de esa visita, y quise dar forma a esos recuerdos. Por eso volví a Concord unos años después, con el propósito de investigar a fondo su vida. Supe que allí se forjó un pensamiento fundacional: el trascendentalismo; que una amistad íntima y sólida unía a la familia Alcott con Emerson, el principal filósofo de esa corriente; que Louisa corría como un gamo salvaje y navegaba las aguas del lago Walden, el mismo que Thoreau inmortalizó en su obra “Vida en los bosques”, hoy revalorizada por los conservacionistas.
Una revelación tras otra, fueron desatando para mí el nudo de la verdadera personalidad de esta autora extraordinaria, no sólo por haber alcanzado un éxito desusado en su época, sino por la originalidad de su pensamiento, su honestidad intelectual y el amor que profesaba a su familia.
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“Mujercitas” adquirió una profundidad inesperada a partir de entonces, y comprendí por qué es un libro que deja huella en sus lectores. La propia Louisa se filtra a través de los episodios juveniles que narra, con su independencia de carácter, su espíritu libre y su humor ácido, pero por sobre todo, con la fuerza de una mujer leal hasta la médula, que sostuvo ideas de vanguardia sin perder el sentido práctico de las cosas, y que sufrió en cuerpo y alma los avatares de su intensa vida.
Concebí entonces En el huerto de las Mujercitas como homenaje, y por eso el libro contiene un pequeño ensayo sobre Louisa May Alcott y su novela, una trama de ficción donde la propia Louisa es protagonista también, y al final, un diario de viaje que incluye secretos y fotos de Orchard House".
