El 13 de junio, miles de mujeres fueron hasta el Congreso a esperar los resultados de la votación que derivó en la media sanción de Diputados al proyecto para despenalizar y legalizar el aborto. Media sanción que celebraron como un triunfo propio, y entre todas ellas estuvo Belén, la joven tucumana de 29 años que pasó más de dos años presa por un aborto espontáneo, condenada por homicidio en un juicio cargado de irregularidades.
Su caso se convirtió en emblema de la lucha por la despenalización, y se lo nombró más de una vez en las exposiciones previas al debate en el recinto. A casi dos años de haber recuperado la libertad, y a un año de haber sido absuelta por la Corte Suprema de su provincia, Belén –nombre de fantasía que se usa para preservar su identidad– dice a PERFIL que la media sanción le dio “tranquilidad”, porque significa que se está más cerca de una ley que, de haber existido antes, le hubiera evitado la cárcel.
“La ley tiene que salir para que no haya más casos Belén, porque si tenés un aborto espontáneo, como me pasó a mí, podés ir presa. Para que no haya más muertas ni presas por aborto”, dice, y destaca la importancia del movimiento de mujeres, el mismo que le hizo el aguante e impulsó –junto a su abogada, Soledad Deza– su libertad.
“Al debate lo venía viviendo con muchos nervios, ansiedad y sentimientos encontrados. Se nombró mucho mi caso, y es como revivir todo. Así que mi sensación, cuando salió la media sanción, fue de tranquilidad, porque estamos a un paso de que salga la ley por la que luchamos tanto. Como siempre el movimiento de mujeres está ahí, al pie del cañón”, agrega.
Belén estuvo presa dos años, cuatro meses y 23 días en la Unidad Penal Femenina Nº 4 de Tucumán. De la guardia del Hospital Avellaneda, a la que llegó el 21 de marzo de 2014 con dolores abdominales, se fue detenida, acusada en un primer momento de haberse provocado un aborto y deshecho del feto en el baño. Ella siempre insistió en que no sabía que estaba embarazada, y que el médico que la atendió en la guardia ginecológica por el sangrado que tenía le dijo que había sufrido un aborto espontáneo de un embarazo de pocas semanas.
Pese a que nunca hicieron un ADN para determinar si el feto de más de veinte semanas que los médicos encontraron en el baño y señalaron como su hijo (y que después desapareció) era de ella, los jueces la condenaron por homicidio agravado por el vínculo a ocho años de prisión en 2016. Al juicio llegó privada de su libertad.
“A los que dicen que no hubo presas por aborto les digo que busquen el caso Belén de Tucumán”, dice, ya que durante el debate se escuchó a más de un legislador asegurar estar en contra de penalizar a las mujeres, pero también sostener su postura contraria al proyecto porque, dicen, las presas por aborto en Argentina no existen. “Nunca pasa. No hay ningún caso de una mujer presa por eso”, escribió hace pocas semanas el senador de Cambiemos Federico Pinedo, en una columna de opinión en La Nación.
“Quisiera que entre a internet y busque el caso Belén de Tucumán, y vea si hubo o no una presa por aborto”, responde la joven.
Absuelta. Por la repercusión internacional que tuvo –varias organizaciones, como Amnistía Internacional y Naciones Unidas, pidieron por su liberación–, su caso fue nombrado en más de una ocasión en las exposiciones durante las audiencias ante los legisladores previas al #13J. Su abogada, Soledad Deza, de la ONG Católicas por el Derecho a Decidir, también estuvo.
Fue ella quien se puso el caso al hombro y logró que la Corte provincial la liberara tras el cuestionado fallo del tribunal que la condenó en 2016, por las incongruencias que presentaba, pero sobre todo porque no había prueba que la condenara.
Le adjudicaron haber asesinado a un bebé que los médicos dijeron que había parido sola en el baño, pero nunca le hicieron un ADN para establecer la filiación, y el feto se perdió. Hubo versiones distintas acerca de cuántas semanas de gestación tenía. Existieron, también, maltrato y violación del secreto profesional por parte de quienes la atendieron, como establece, por ejemplo, el fallo Natividad Frías de 1966.
Por todo esto, el año pasado la Corte Suprema de Tucumán terminó absolviéndola.
“Los profesionales de la salud están para cuidar, apoyar y estar con el paciente, no para señalarlo con el dedo, como me hicieron a mí, que de una guardia de un hospital me llevaron a un penal”. Y dice sentir bronca e indignación ante los argumentos de quienes se muestran contrarios a la ley y las publicaciones de quienes amenazan con maltratar a las mujeres que vayan a abortar si se aprueba la ley. “Está mal. Hacen de esto un circo amenazante. Qué mujer va a ir al hospital corriendo el riesgo de ser torturada, ir presa o morir. Ninguna”.
Un juicio polémico que sumó reclamos internacionales
◆ El 21 de marzo de 2014, Belén (no es su nombre real), de 25 años, llegó con su mamá a la guardia del Hospital Avellaneda de la capital tucumana con dolores abdominales. La atendieron por un aborto espontáneo y ese día quedó detenida.
◆ Belén dijo que no sabía que estaba embarazada. Hay varias versiones de cuán avanzado estaba el embarazo. En el fallo se tomó la palabra de los médicos que la denunciaron, que dijeron que tuvo un bebé de más de veinte semanas en el baño y lo mató. Pero nunca se hizo un ADN del feto ni de ella para corroborar el vínculo. Después, el feto se perdió.
◆ En abril de 2016 la condenaron a ocho años de prisión por homicidio agravado por el vínculo. Al juicio llegó presa. Hubo marchas y pedidos de ONGs internacionales por su liberación.
◆ Dadas las irregularidades y la falta de pruebas del fallo, su abogada, Soledad Deza, logró que la Corte provincial la liberara en agosto de 2016. En marzo del año pasado la absolvieron.