Un día después del fatal accidente del avión que se estrelló la noche del jueves a pocos kilómetros de Laguna del Sauce, en Uruguay, los cuerpos de las diez víctimas fatales fueron recuperados y en poco tiempo serán entregados a los familiares. Pero detrás de cada uno de ellos hay una historia, anécdotas y fotos que sus seres queridos y amigos comparten con PERFIL para recordarlos.
Alfredo Dietrich tenía 51 años, era jefe general del sector de Electricidad de La Rural, y se encargaba de evaluar los proyectos de la empresa. Fredy, como lo recuerdan en las redes sociales, estaba casado y tenía un hijo de 20 años. “Amigazo franco, de mirada siempre cristalina, se te va a extrañar mucho”, decían los mensajes en su muro de Facebook. PERFIL dialogó con su compañero de trabajo, Fernando Almeyda, que aún está en shock. “Escuchar todos los nombres y saber que se murieron es algo que no lo creo. Era excepcional, enfermo de Boca y laburador de toda la vida”, dice y cuenta que hace cuatro años se había realizado la operación del cinturón gástrico y su vida había cambiado. “Estaba feliz, era otra persona. Vivía pensando en el bien de su familia y siempre era divertido con todos”, suma. Dietrich vivía en Banfield, en una casa que construyó a una cuadra de la de sus padres, quienes fueron asistidos por un equipo médico para evitar que sufrieran una descompensación al enterarse de la noticia.
Luis Gustavo Pivida (59) vivía su profesión con pasión. “Era un gran piloto”, concuerdan quienes lo conocieron. Había trabajado como gerente de operaciones y comandante de Aerovida y también fue piloto del jet que utilizaba el gobernador tucumano José Alperovich. “En una reestructuración se había quedado sin trabajo y ahora estaba contento porque le habían ofrecido realizar este viaje a Punta del Este”, contó su amigo Marcelo a la prensa. El vuelo de la tragedia fue el primero que Pivida realizó con ese avión. “Fue el primer día de trabajo que tenía con ese avión, lo que no quiere decir que no tuviera experiencia con ese tipo de aeronave”, aclaró su hermano Marcelo y agregó: “Vivió gran parte de su vida volando. Empezó a los 20 años y luchó mucho para llegar”. Poncho, como lo llamaban sus allegados, tenía dos hijos de 12 y 8 años.
El otro piloto que perdió la vida fue Diego Chiaradia (46). “Fue un pibe que la remó toda la vida para juntar sus horas de vuelo”, dijo a PERFIL su colega y presidente de la Asociación de Pilotos de Líneas Aéreas, Pablo Biró. “Trabajó en la empresa Andes Líneas Aéreas hasta el año pasado, cuando por una reducción de pilotos se quedó sin trabajo”, recuerda. Entonces decidió probar suerte en África, Asia, Indonesia, pero no pudo resistir mucho tiempo lejos de sus dos hijos y volvió . “Volar con él fue un lujo. Compartimos la misma pasión. Ahora Diego está volando más alto”, se limitó a decir María, una ex compañera suya, a este diario.
Sin respuesta. Marta Vieira Pires era portuguesa, tenía 41 años y vivía en Buenos Aires desde 2002, donde trabajaba como agregada cultural de su país. Se dedicó a la organización de eventos, exposiciones y espectáculos artísticos, además de dirigir la agrupación Nuova Harmonia. En su cuenta de Facebook contó que estaba por volar. Su madre, desde Portugal, le posteó “¿Vas a viajar?” Ese fue el último mensaje que recibió.
Compañero, colaborador, creativo, así definen a Carlos de Elías, CEO de la empresa Congress Rental SA y presidente el Buenos Aires Convention & Visitors Bureau. “Desde que presidió el Bureau le dio relevancia a la organización y buscó posicionar a Buenos Aires como destino de eventos a nivel internacional. Era un ser excepcional y un profesional increíble”, destaca a este diario Jorge Lukowski, director de Relaciones Institucionales en Aeropuertos Argentina 2000. De Elías tenía seis hijos y en sus cuentas en las redes sociales son interminables los mensajes de sus allegados que lamentan su muerte.