Las tecnologías de la información permiten acortar las brechas digitales. Durante la pandemia, acceder a la conectividad fue clave: posibilitó que las chicas y los chicos pudieran continuar con sus trayectorias escolares y que compartieran momentos con sus pares, aunque sea a la distancia.
Sin embargo, otros fenómenos se dieron en paralelo. Según la quinta encuesta de Unicef Argentina sobre el impacto de la pandemia en hogares con chicas y chicos, el aumento del tiempo frente a las pantallas expuso, sobre todo a las y los adolescentes, a situaciones de discriminación o maltrato, ciberacoso, violencia o pornografía. En la misma línea, una consulta en la plataforma online U-Report de 2021 alerta que nueve de cada diez jóvenes declararon haber visto ataques de haters en internet y redes sociales: tres de cada diez personas encuestadas se identificaron como autoras del hateo, en tanto el 40% dijo que fue víctima del mismo. Además, uno de cada dos adolescentes expresó que percibe que la comunidad LGBT+ es el colectivo más atacado.
Pero ¿quiénes son los haters? Son personas que utilizan internet y las redes sociales para atacar o burlarse de otra persona o de un colectivo. Lo hacen a través de comentarios hirientes y negativos, conocidos como discursos de odio, con el único fin de generar un clima de intolerancia que promueve la discriminación, la hostilidad y la violencia. Mayormente eligen el anonimato, pero también hay casos de personalidades reconocidas, líderes de opinión con influencia social y política.
¿Y qué pasa con las audiencias? Una de las aristas más complejas de esta problemática es que no solo involucra a quienes difunden los discursos de odio y en quienes impacta en forma directa: entre unos y otras hay miles de espectadoras y espectadores pasivos que, muchas veces, se vuelven cómplices involuntarios. No accionar frente a un discurso de odio puede reforzar la situación de subordinación de la minoría atacada, haciéndola aún más vulnerable al ataque.
Es por eso que Unicef lanzará esta semana la campaña #AlHaterNiCabida para sensibilizar sobre las consecuencias de los discursos de odio y brindar herramientas para detectar estos contenidos, prevenirlos, evitarlos y denunciarlos.
Para concientizar sobre este fenómeno es importante sumar las voces de quienes sufren las consecuencias de los discursos de odio. Unicef invitó a jóvenes activistas de diversas organizaciones para que contaran sus historias en primera persona, cómo manejaron las situaciones de acoso, en quiénes buscaron ayuda. El objetivo es brindar soluciones en la detección y prevención, herramientas que empoderen a quienes puedan estar pasando por situaciones similares. De esta manera, podemos desestimar el odio y romper las barreras que no permiten a las personas mostrarse como realmente son.
Dejar de seguir, silenciar, eliminar, denunciar y/o bloquear en las redes a las personas que hacen comentarios abusivos son algunas de las formas que tiene la víctima para desestimar los discursos de odio. Proteger la privacidad de sus perfiles es otra. Y quienes no los sufren también pueden accionar para frenar estas prácticas: pensar el impacto que puede tener un contenido antes de publicar, dar un “me gusta” o comentar; no ser indiferente ante quien es acosado.
Es importante recordar que involucrarse es la única manera de frenar el odio. Las infancias y las adolescencias deben ser protegidas siempre, también en el mundo online. Los adultos debemos garantizar su derecho a una vida libre de violencia, acoso y abuso y promover una ciudadanía digital responsable.
*Especialista en comunicación de Unicef Argentina.