Desde Rosario
Vivir más de treinta años en un lugar, todavía estaba la dictadura, y de un día para el otro tener que volver sólo veinte minutos para retirar rápidamente lo imprescindible. Y tener conciencia que no se sabe cuándo van a volver.
Esa experiencia vivió ayer en Rosario Zulma Cambiano, de 79 años, como parte del operativo para que algunos de los damnificados en la zona de la catástrofe regresen antes de continuar con sus vidas en otro lado. Cambiano vivía en Salta 2136, enfrente de la explosión, y sacó principalmente ropa y zapatos; el día de la explosión había podido sacar la escritura de la casa, pero perdió una gran cantidad de cosas que pudo ver que estaban destrozadas, como muebles y electrodomésticos.
Ella y otros vecinos fueron ayer acompañados por bomberos y personal de la municipalidad rosarina, entre ellos la propia intendenta Mónica Fein.
También Martín Benja, de 21 años, que vivía en el mismo edificio. Atinó a salir de su casa y ayudó a vecinos de enfrente a que salieran. Al revés que muchos, llegó de Buenos Aires, para estudiar Arquitectura, hace apenas seis meses. Con la explosión perdió apuntes y muchos trabajos de la carrera. En su departamento, por la onda expansiva, no quedaron puertas ni ventanas, hay mucho polvo y recién ayer recuperó la computadora, la impresora y algo de ropa. Dos amigos lo ayudan, su familia ya sabe que está bien y duerme en lo de un amigo. De día permanece en la zona de la explosión para ayudar.
Muchos de los vecinos salían con microondas, muñecos de los chicos, guitarras, bolsos con ropa y muchos con bicicletas.
Además, una señora contó que logró recuperar ahorros que guardaba en un jarrón. Otros jóvenes buscaban libretas universitarias y documentación personal. Pero el llanto y la bronca eran incontenibles, imágenes de lamentos y, pese a que todos decían que no importa lo material porque agradecían estar vivos, muchos de los presentes conocían a los fallecidos y entrar en ese lugar, donde alguien murió enfrente o al lado, los acongojaba.
Cecilia González, de la Secretaría de Promoción Social de Rosario, que coordinó todo el operativo junto a Defensa Civil, dijo que lo más importante es la contención social y psicológica de los vecinos. “Están con mucho dolor y mucha angustia. Estamos acompañando con equipos técnicos, psicólogos y trabajadores sociales. Es lo más importante. Poder registrarlos y saber quiénes son, conociéndolos, de otra manera es imposible. Los vecinos sacan lo que consideran más importante, ni muebles ni objetos grandes; lo que usan en su vida cotidiana. Los que no manifiestan ahora su afectación emocional seguramente lo harán más adelante”.
Enrique Casccio, comerciante –tiene un local de fotografía en Salta 2108–, llegó a irse antes de la explosión porque le avisaron que había una pérdida de gas. Alcanzó a cerrar el local, pero a los dos pasos lo alcanzó la explosión, que lo tumbó tanto a él como a su esposa mientras cruzaban la calle. Sintió un zumbido sobre su cabeza. Ayer pudo sacar materiales, computadoras, que son caras y no sabe si van a funcionar, y algunas otras pertenencias y materiales de trabajo. El negocio está completamente destruido, vidrios rotos, mercadería perdida y puertas destrozadas, al igual que el piso. No se imaginan cómo va a ser el “día después”, creen que hasta que logren volver a trabajar van a pasar varios meses.