SOCIEDAD
Efemérides 16 de septiembre

El sangriento Tomás de Torquemada fue "un virtuoso" que quemó y aniquiló a 120.000 judíos

Se dice que el famoso inquisidor español era tan fundamentalista que arrojó un crucifijo a los pies del Rey Católico, y le dijo: “Judas vendió a Nuestro Señor por 30 monedas de plata; Su Majestad está a punto de venderlo de nuevo por 30.000”. Tenía 250 guardaespaldas y con los bienes expropiados a los judíos construyó dos conventos. Murió recluido en uno de ellos, un 16 de septiembre.

Tomás de Torquemada el inquisidor español 20220915
Tomás de Torquemada el inquisidor español. | Twitter @laventana

No se sabe exactamente dónde nació –se cree que en Valladolid- ni tampoco cómo era su nariz, ya que algunos retratistas le concedieron el perfil de Sean Penn y otros, el de Nicolino Loche. Lo único indudable es que Tomás de Torquemada fue uno de los más sanguinarios y tristemente recordados inquisidores de España

Era vegetariano, odiaba las sábanas de lino y tan avaro –austero, perdón- que prefirió meter en un convento a su propia hermana antes que pagar una dote para que se casara.

Vivía en palacios y 250 infantes y caballeros armados eran sus guardaespaldas

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Como muchos judíos conversos, no se lo conocía por el apellido familiar sino por su lugar de nacimiento.

Como sucedería con los nazis, cinco siglos más tarde, amasó una enorme fortuna expropiando los bienes de los judíos que acusó de herejía para quemarlos vivos. Aunque para muchos fue un defensor de la fe, fue también odiado en su época y no fue necesario esperar a que muriera para que alguno de sus contemporáneos soltaran la lengua. 

Para Sebastián de Olmedo, Tomás de Torquemada era “el martillo de los herejes, el relámpago de España, el protector de su país, el honor de su orden”.

El sangriento Tomás de Torquemada

En busca de explicaciones para su maldad y fundamentalismo católico, uno de sus contemporáneos, Hernando del Pulgar, hurgó por archivos y encontró un datazo: el cardenal y teólogo Juan de Torquemada, su tío, descendía de judíos conversos y, para que la posteridad no lo olvidara, lo dejó consignado en su libro Claros varones de Castilla (1486). 

Desde luego, varias voces que tenían miedo a las llamas se alzaron para desmentirlo, pero sus argumentos no fueron muy convincentes y la sospecha sigue viva.

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Tomás de Torquemada fue uno de los tres confesores de Isabel I de Castilla, la reina Católica.

Como Juan, su tío de sangre, Tomás también se recibió de fraile dominico en el Convento de San Pablo, en Valladolid.

Tomás de Torquemada había estudiado teología en la Universidad de Salamanca y en 1452, a los 32 años, su erudición le permitió ejercer su profesión de salvador de almas pecadoras en el convento de Santa Cruz la Real, en Segovia.

Bueno, su erudición y sus contactos, ya que su propio tío Juan era entonces el confesor del rey Juan II de Castilla –el padre de Isabel I, futura reina de España, quien lo elegiría en 1474 como uno de sus tres confesores para ponerle oído a sus pecados, que los tendría.

Fue la misma Isabel La Católica quien lo recomendó al Papa Sixto IV antes de que el dominico sevillano Alonso de Ojeda siguiera envenenando sus oídos cristianos con el relato de la gran cantidad de judíos y musulmanes conversos que, en realidad, no habían renunciado al credo de sus antepasados. 

Torquemada, el "virtuoso" que aniquiló a 120.000 judíos

Cerca de la mitad de los 400.000 judíos que vivían en España, en el 1400, habían abrazado la fe católica –algunos incluso se retiraron en monasterios- para escapar de la presión social de la caza de judíos.

Recelosa de esa amenaza, Isabel I de Castilla viajó ella misma a Sevilla en 1477, para verlo con sus propios ojos. Tomás de Torquemada, que era casi un cortesano y no se separaba de la esposa de Fernando II de Aragón, se tomó un año para husmear por los callejones sevillanos y redactar luego un informe lapidario. 

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La llegada de Tomás de Torquemada a la Corte de los Reyes Católicos abrió el grifo de losTribunales de Inquisición en España.

Sí, Su Alteza, era verdad, el cardenal Mendoza, arzobispo de Sevilla se lo había confirmado: los falsos conversos se multiplicaban como cucarachas en Sevilla y Córdoba; había que exterminarlos. Si era posible, con fuego.

Los Reyes Católicos, entonces, solicitaron bula papal para la creación del Tribunal de la Inquisición del Santo Oficio, como dependencia directa de la Corona española El 1 de noviembre de 1478, el Papa se las concedía.

Y tres años más tarde, el sangriento Torquemada dio cabales muestras de su mano dura. Para que las herejías no se propagaran como mecha encendida, prendió fuego a todos los libros publicados en lenguas árabe y hebrea. 

No contento aun, ordenó que se quemara vivos a seis detenidos acusados de judíos falsamente convertidos al catolicismo.
Sus hogueras fueron tan aleccionadoras, que el Papa Sixto IV le sumó un nuevo cargo, Inquisidor General de Cataluña, siempre recomendado por la Reina, muy agradecida con su confesor.

La quema de judíos en España

El misterioso asesinato de un inquisidor español (Pedro de Arbués) y la quema de una criatura (el Santo Niño de La Guardia) puso nerviosos a todos y aceleró el camino del mal.

En 1492, mientras Cristóbal Colón navegaba hacia nuevos rumbos, Tomás de Torquemada redactó el Edicto de Granada, que ordenaba exterminar a todos los criptojudíos mayores de 12 años (así se llamaba a los “marranos”, “moriscos” y “judeoconversos” que atizaban en secreto la llama de su fe original). 

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Juan, el único hijo varón de los Reyes Católicos, murió joven y fue enterrado en el Monasterio de Santo Tomás, construido por Torquemada, en Avila, con la fortuna que se confiscó a los judíos españoles.

Para el 2 de agosto de 1492, no debía quedar en pie ninguna persona de otra fe y Torquemada demostró una vez más que era inquebrantable

No sólo Aragón, Valencia y Cataluña sino sino varias ciudades castellanas (Sevilla, Ávila, Córdoba, Jaén, Medina del Campo, Segovia, Sigüenza, Toledo y Valladolid) tuvieron sus propios tribunales de la fe gracias a Torquemada.

La hoguera de Torquemada

Fuera cierta o no, corría en su época una anécdota que no hizo sino acrecentar su fama. Aunque hoy nos horrorice, Tomás de Torquemada era para muchos contemporáneos un virtuoso de la fe

El rico empresario judío Isaac Abravanel, que habría hecho vínculos y negocios con los Reyes Católicos, le ofreció al Rey Fernando de Aragón una gran bolsa con monedas de plata para que Torquemada dilatara su expulsión del reino. 

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Tomás de Torquemada habilitó hogueras, tribunales y salas de tortura por numerosas ciudades de España

Al enterarse, Tomás de Torquemada, se presentó a la corte y dejó a los pies de Fernando V de Castilla y II de Aragón un crucifijo, mientras le decía: “Judas vendió a Nuestro Señor por 30 monedas de plata; Su Majestad está a punto de venderlo de nuevo por 30.000”.

Hasta que se retiró, en 1493, al convento de Santo Tomás de Avila a “descansar”, quemó vivas a más de 10.000 personas y mutiló o aniquiló con tormentos indecibles a otras 20.000.

Esas serían las cifras más balanceadas, ya que según Juan Antonio Llorente el primero cura historiador que tuvo el Santo Oficio, en el siglo XVIII, más de 100.000 personas fueron torturadas –e incluso ultrajadas- para obligarlas a confesar. 

Tomás de Torquemada tenía raíces judías

“El antijudaísmo militante de algunos conversos se debía a su deseo de distinguirse de los falsos cristianos mediante la severa denuncia de sus errores”, escribió el historiador francés Joseph Pérez para explicar el fanatismo sin fisuras de Tomás de Torquemada. Dos de sus más estrechos colaboradores, Alonso de Espina y Alonso de Cartagena también provenían de familias tan hebreas como la de Torquemada. 

Las calles de Sevilla serán sede de una carrera internacional en juniov
En Sevilla comenzó la caza de herejes judíos y sefardíes durante el reinado de los Reyes Católicos; Tomás Torquemada los convenció.

La justicia divina también le llegó a él que falleció el 16 de diciembre de 1498

Y como todos los mortales, se fue de este mundo descalzo y sin un solo ducado (la moneda de oro en tiempos de los Reyes Católicos). La fortuna que había recaudado expropiando los bienes confiscados a los herejes, la había gastado en reformar el monasterio de Santa Cruz de Segovia y en construir otro en Avila, el de Santo Tomás de Aquino. 

El primer tribunal inquisidor lo tuvo Sicilia, en 1223. Varios países europeos los tuvieron. Fueron famosos los juicios contra Galileo Galilei, Giordano Bruno y Juana de Arco, entre otros famosos. 

Para el historiador de Myanmar Henry Kamen, que reside en Barcelona y le dedicó dos libros de investigación al tema, hasta 1530, el número de personas que perdieron la vida durante la Inquisición española fue de 2.000, una cifra que a otros estudiosos no complace.