“Los papás tienen que poder tener los pantalones largos puestos y las polleras puestas para decirles a los chicos que no”. Así, la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, se refería esta semana al conflicto que se vive en las escuelas tomadas de la Ciudad de Buenos Aires, vinculadas con la reforma educativa del año que viene, e involucraba directamente a los padres de los chicos que llevan adelante la protesta.
Fue luego de la reunión que mantuvo el miércoles pasado con los representantes de los centros de estudiantes de las escuelas en conflicto, reunión a la que también se acercaron padres y docentes que están a favor de la medida, pero a quienes no se les permitió participar.
Así, a tres semanas de iniciadas las tomas que rechazan con más fuerza la intención de sumar prácticas de profesionalización en el último año, en cada escuela hay cada vez más diferencias entre las posturas de padres y directivos, ya que algunos abiertamente apoyan las decisiones de los chicos y otros las rechazan.
En el colegio técnico Raggio, por ejemplo, la toma se levantó el lunes pasado, luego de que el fin de semana se vivieran situaciones complicadas entre alumnos, padres y docentes a favor y en contra de la medida. “Eso generó una situación de tensión, y si bien hicieron una toma pacífica y tranquila, la levantaron para continuar la lucha a través de otros medios alternativos”, cuenta Alberto Olveira, papá de un estudiante de ese colegio, donde los padres que acompañan el reclamo de los chicos conformaron un grupo para hacer un seguimiento de lo que pasa. Y de otro que asiste al colegio Juan Pedro Esnaola, donde la toma continúa. “En el Esnaola la situación es distinta, hay un acompañamiento mayor por parte de la comunidad educativa y de los padres. Creo que lo principal acá es respetar la voluntad democrática de los centros de estudiantes y las decisiones que toman los chicos en asambleas, porque son ellos los beneficiarios de la educación y el reclamo que hacen es justo. Nuestra posición como padres es acompañar el reclamo y poner lo nuestro como adultos para evitar que se den situaciones que nadie desea”, agrega.
“Yo no me opongo al reclamo de los chicos de más información sobre la reforma que se va a hacer, pero sí estoy en contra de la toma porque me parece una locura que se deje a la mitad del alumnado que quiere ir a clases sin ir”, dice por su parte Liliana Ansaudo, cuya hija es alumna de la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano, el primer colegio donde se implementó la medida el pasado 29 de agosto. “No es verdad esto de que no hay canales de diálogo y que en el ministerio no los atienden, o que los van a precarizar laboralmente. Mi hija tiene el derecho de ir a la escuela”, aporta Liliana Quiroga, mamá del mismo colegio.
Marcha. Con 25 escuelas que continúan tomadas, ayer, miles de estudiantes, padres y docentes volvieron a salir a la calle para protestar contra la reforma educativa de la “Secundaria del Futuro” porteña.
La movilización fue para reclamar a la ministra Acuña una respuesta al pedido de prórroga a la reforma que los estudiantes plantearon el miércoles en la reunión.
“Nos encontramos con una conferencia de prensa, no respondieron a ninguna de nuestras preguntas y nos dividieron las reuniones para fragmentar la lucha que venimos llevando”, dice Camila Sequeria Vega, del Julio Cortázar. “Si no hay respuesta, las medidas van a continuar, cada colegio va a decidir cómo, si será con tomas o movilizaciones. Nosotros pedimos una discusión seria y profunda”, aporta Santiago Legato, presidente del Centro de Estudiantes Nicolás Avellaneda.