Al que surfea lo llaman surfista. A los que hacen SUP –siglas para denominar el Stand Up Paddle– “supeadores”. Se trata de un nuevo deporte que crece cada vez más entre los fanáticos de los deportes acuáticos. Se hace a arriba de un tablón de 8 a 12 pies. La diferencia es que se practica parado, tal como lo indica su nombre.
“El surf es una moda instalada. En el caso del Stand Up Paddle las que más lo practican son las mujeres de todas las edades, ya que parece más seguro, y es el principio de muchas que después se lanzan a hacer surf o bodyboard ”, dice Ricardo Saracino, presidente de la Unión de Surfistas de Mar del Plata y creador de “Surfeando la calle”, una ONG que busca incluir a jóvenes humildes en los deportes acuáticos.
Solo en Mar del Plata hay 40 escuelas de surf, que buscan alternativas para la creciente demanda de los interesados en este deporte. Una de ellas, es el SUP.
“El año pasado hicimos algunas clases, pero este verano la demanda de cursos es mayor. Acá hacemos clases desde las 9 de la mañana hasta las 19, con clases cada dos horas. Hay mucho movimiento porque a muchos turistas les da curiosidad”, agrega Diego Pagliardini (30), instructor de surf de la Escuela MDP Surf Club, en Playa Varese. Las clases son personalizadas y rondan los $180, pero también pueden hacerse grupales.
Las que más se anotan, dicen, son las mujeres de entre 25 y 40 años, ya que es un buen ejercicio para todo el cuerpo. Lorena Cermesoni Barbero es instructora de Chicas al agua, donde asisten entre 15 y 20 mujeres por turno a tomar clases de SUP. “Se engancharon porque una vez que te parás y te das cuenta que es simple no querés bajarte. Hacemos una entrada de calor, nos vamos al agua y antes de terminar hacemos una clase de relajación arriba de la tabla”, dice.
En la ciudad también puede practicare SUP, en lugares como Puerto Madero o Tigre. Sin embargo, quienes lo practican en la playa, dicen que no es lo mismo. “El encuentro con el cielo y el horizonte mientras estoy en la tabla es relajante. Te genera estar conectado con tu cuerpo y tu tabla, reaccionar ante una ola y actuar”, dice Andrea Ramos (45), una “supera” de Recoleta que arrancó hace un año