En 2008 el Congreso dictó la Ley 26.396 que buscaba la prevención y el control de los trastornos alimentarios, entre ellos la obesidad. Hoy, tres lustros más tarde, el problema del exceso de peso se agravó. Y la ciencia capaz de tratarlo avanzó mucho en estos conocimientos. Por esa razón, tres médicos expertos en el tema, incluyendo al reconocido Alberto Cormillot, impulsaron un flamante proyecto de ley que propone cambios drásticos para abordar la obesidad.
En este sentido, los especialistas coinciden en señalar que la obesidad debe ser tratada como una enfermedad crónica y no como un trastorno alimentario.
Para explicar y apoyar esta futura legislación, esta semana, en la Comisión de Salud del Senado de la Nación, se presentaron tres reconocidos especialistas en la materia: Alberto Cormillot, Mónica Katz y Jorge Harraca.
La obesidad debe ser tratada como una enfermedad crónica
“El sobrepeso y la obesidad están creciendo en forma permanente”, le contó Cormillot a PERFIL. Y detalló: “En el 2018 más del 60% de todos los mayores de 18 años tenían varios kilos por encima de lo saludable. Esa cifra crece a razón del 1% de toda la población argentina cada 12 meses. Son 470 mil personas que se suman a esta situación año tras año”.
Según Harraca, ex presidente de la Sociedad Argentina de Cirugía de la Obesidad (SACO), “hace apenas dos décadas teníamos el 14% de nuestra población con esta enfermedad. Ahora pasamos a casi el 30%. Quiere decir que realmente no estamos haciendo bien las cosas. Y el problema parece estar fuera de control”.
Una de las razones de este agravamiento es que el actual enfoque legal sobre el tema es incorrecto. “La ley vigente es de 2008 y reúne varios trastornos alimentarios, incluyendo la bulimia y la anorexia, que son psicopatologías. En cambio, la obesidad es otra cosa”, explicó Harraca a este diario. Y detalló: “La ley actual es como una foto del pasado. En los últimos años hubo cambios profundos acerca de cómo entendemos la obesidad y cuáles son los nuevos tratamientos adecuados para cada persona”.
Según los expertos, esta patología debe entenderse en forma exacta: “La obesidad no es exceso de peso. Se trata de una enfermedad multicausal, crónica, que representa un riesgo para la salud y que se caracteriza fundamentalmente por el exceso de grasa”, definió Katz. Y Harraca amplió: “Es tener un órgano enfermo, que es el tejido adiposo”.
Este experto le destacó a este diario que amparado en la falta de actualización de definiciones médicas, “prepagas y obras sociales suelen poner demasiados requisitos y se termina demorando la cobertura del tratamiento indicado y realmente efectivo para cada caso”.
Esto incluye, por ejemplo, ciertas cirugías muy específicas y cubrir algunas medicaciones recientes, que, además de tratar la diabetes, favorecen la disminución del peso. “Lo importante es que cada paciente reciba su tratamiento indicado para poder hacer un cambio de sus hábitos de vida y poder sostener esa nueva situación en el tiempo”, resumió el cirujano.
Alberto Cormillot: "Los polvos y gotas para adelgazar son una estafa y no sirven para nada"
Por su parte, Katz agregó: “Con esta propuesta legislativa apuntamos a tener una nueva referencia legal, actualizada, transversal y abarcativa. Algo que debería ser como un paraguas por encima de leyes y reglamentaciones actuales. Que ofrezca un enfoque integral de prevención, tratamiento y control de esta verdadera pandemia, facilitando políticas transversales que involucren al Estado, a la comunidad educativa, al sector productivo (industria alimentaria) y también a los profesionales de salud”.
El término “pandemia” no es errado. No solo por el número de afectados, sino también porque la obesidad genera consecuencias sobre todo el organismo: “Una persona obesa tiene entre un 60% y un 90% mayor de riesgo de padecer diabetes y un 75% de riesgo de sufrir hipertensión o un ACV. Además, implica un riesgo de mayor mortalidad en patologías infecciosas: “Durante la pandemia de Covid-19, el mayor riesgo de estas personas frente al coronavirus fue patente: quienes sufrían de obesidad tuvieron un 67% de mayor riesgo y vulnerabilidad que el de una persona sana en materia de grasas”, acotó Harraca.
Jerarquías
Si bien el actual gobierno está impulsando una retirada general de la regulación estatal para expertos como Cormillot, “este tema de salud pública es lo suficientemente grave como para que, en mi opinión, sea tratado o regulado desde la máxima autoridad de salud de Nación. Lo mismo respecto del tabaco”. Y esto incluye también impulsar un sistema de etiquetado de alimentos más efectivo y superador del actual. “Porque el formato de los octógonos negros no parece haber resultado útil ni en Argentina ni en otros países de la región”, comentó el experto.
De hecho, este nutricionista es partidario de una legislación sobre alimentos saludables que debería apuntar a premiar a las grandes empresas elaboradoras de alimentos (apenas diez compañías dominan el 60% del mercado global de alimentos) para que reduzcan, o cambien, motu proprio, los ingredientes dañinos de sus productos por otros más saludables.
Los profesionales promueven también que la ley cree un “observatorio de la obesidad”, integrado por un comité de especialistas independientes, capaz de ofrecer las mejores recomendaciones y guías de tratamientos, basándose en sólida evidencia científica.
La educación médica sobre obesidad ¿está en déficit?
Alberto Cormillot destacó: “Necesitamos tener más educación general sobre alimentación saludable. Y para todos los niveles: desde los alumnos que empiezan la escuela hasta entre los propios médicos”. Este punto, justamente, lo profundizó Harraca. “No puede ser que con una patología tan extendida en nuestra sociedad, los estudiantes de medicina no tengan ninguna materia que repase en detalle esta situación y los tratamientos. Hoy es algo que los médicos recién ven cuando hacen ciertos posgrados o especializaciones”.
Los médicos estudian la obesidad recién en el posgrado o cuando hacen una especialización
Esta ley impulsa mayores y mejores currículas educativas en nivel inicial, secundario y universitario, para incluir educación integral sobre nutrición, habilidades culinarias, resiliencia emocional y educación sensorial. También consejos para dejar atrás el sedentarismo. Y campañas continuadas de marketing social para fomentar hábitos saludables, incluyendo políticas para luchar contra el estigma social y promoviendo una imagen corporal positiva. Finalmente, propone prohibir la oferta de estos tratamientos por parte de personas sin matrícula profesional. Y lo mismo para evitar la promoción de dietas extremas, que puedan tener consecuencias graves para la salud psicológica y física del obeso.